'1917' a la española

Buscando trincheras en la Sierra Norte de Madrid

Paredes de Buitrago y la ruta del Frente del Agua permiten descubrir 'in situ' cómo fue la Guerra Civil.

Primero conquistó al cine español y ahora al turismo. La admiración por la Guerra Civil, connotaciones políticas aparte, empieza a florecer en lugares donde el recuerdo de la barbarie ha dejado paso a un interés por parte de las nuevas generaciones. Un caso de ello es Paredes de Buitrago, una localidad adormecida durante años por el éxodo rural y la ignominia (aún hay madrileños que llaman a esta comarca la Sierra Pobre) pero que gracias a empresas como la de Paredes Paradise empieza a despertar y a atraer a un viajero inteligente, sostenible y de calidad. De hecho, a día de hoy, son la única empresa que realiza visitas tematizadas por el entorno conectando tradición con turismo activo. Y el frente del agua es su propuesta estrella. 

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Foto: Javier Zori del Amo

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Un pueblo reinventado

La ruta lleva marcada y dinamizada desde 2014, cuando se abrió también el Centro de Interpretación del Frente del Agua, ubicado en el antiguo lavadero de Paredes de Buitrago. Aunque normalmente está cerrado, todos aquellos que reservan un paseo guiado pueden entrar a curiosear sobre lo sucedió durante en los alrededores de esta localidad. No se trata de un museo aburrido, sino más bien una curiosa bienvenida que sirve para entender la importancia geoestratégica del lugar (muy cercano a las presa que cierra el pantano de Puentes Viejas, clave en el abastecimiento de agua de la capital. De este propósito recibió el nombre este frente que, en realidad, estaba adormilado ya que desde que se fijaron posiciones al principio de la guerra apenas hubo movimientos. Casi tres largos años en los que solo hubo pequeñas escaramuzas y muchísimas anécdotas, como las de los intercambios de tabaco a cambio de papel de liar que se improvisaban durante la noche. Esta retahíla de curiosidades se mastican mientras se sale de un pueblito que, pese a que durante la Posguerra se fue vaciando, poco a poco recupera la vida sin por ello renunciar a la tradición y a la piedra. 

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Foto: Javier Zori del Amo

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Primeros nidos

La Ruta de Frente del Agua no es excesivamente larga -algo más de 10 kilómetros- y está preparada para todo tipo de excursionista. Aunque el itinerario, oficialmente, está propuesto siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj, en Paredes Paradise apuestan por hacerla al revés. De este modo se va abandonando poco a poco el pueblo hasta que las calles van deshaciéndose en caminos flanqueados por parcelas donde pasta el ganado. Un breve paseo que sirve para ubicar esta localidad, bajo las cumbres de la Sierra de la Puebla y delimitada por el sureste por las aguas de la presa de Peñas Viejas, levantada en 1935. Y también para llegar a la primera posición del recorrido, la de Peñas Bajas, un conjunto de trincheras franquistas levantadas aquí para controlar la carretera que venía del norte. Un hallazgo que permite entender las primeras grandes diferencias entre las obras del bando sublevado y las del republicano: la calidad de la construcción. Curioseando, entrando y saliendo de ellas se puede constatar que se construían con una ventana con un ángulo de tiro de 180º, que el techo tenía un grosos de un metro y era muy resistente para poder soportar cualquier bombardeo y que el espacio era muy bajito: a duras penas entra una persona sentada en un taburete mínimo. Un suplicio para las largas guardias. 

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Foto: Javier Zori del Amo

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Entre pinos

Durante la guerra, el pinar estaba desnudo y la vista apenas se entretenía con nada más que con un horizonte nervioso. De hecho, el lugar aún sigue recibiendo el nombre de Loma Quemada. Sin embargo, ahora el bosque ha recuperado su terreno, ocultando las trincheras y acompañando al viajero mientras va descubriendo, poco a poco, el resto de las posiciones. Una de las más llamativas es un refugio franquista construido junto a un camino aprovechando la ladera de la montaña. Un habitáculo pequeño que, comparado con el resto de las construcciones, parece un palacio. 

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Foto: Javier Zori del Amo

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Trincheras y almacenes

Las diferentes posiciones, tanto franquistas como republicanas, estaban comunicadas por una red de trincheras que zigzagueaba y se retorcía para minimizar riesgos. Hoy su estado de conservación es paupérrimo ya que la hojarasca, las tormentas y los corrimientos de tierra han ido poco a poco tapándolas. Eso sí, todavía siguen en pie algunos arsenales que permiten constatar el tamaño de todas estas infraestructuras.

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Foto: Javier Zori del Amo

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¡Que vienen los republicanos!

En lo alto del pinar un par de mojones que bordean el camino indican la línea del frente. Una frontera invisible donde no es difícil imaginar a los soldados intercambiándose productos de primera necesidad en la oscuridad de la noche. En cuanto se cruza, aparecen a los lados los búnkeres y nidos del bando republicano y las diferencias saltan a la vista. La primera, que la ventana en este caso cuenta con soportes que, pese a no ser excesivamente anchos, provocaban ángulo muertos. La segunda, que la estructura estaba un pelín más improvisada y hecha con todo tipo de chatarra. La tercera, que el espacio era más cómodo para los soldados, es decir que vivían mejor. No en vano, si la vista se fija en los carteles que acompañan a la ruta, asoman otros datos curiosos como que el salario en el bando de la República llegaba a ser 20 veces mayor que el del enemigo. 

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Foto: Javier Zori del Amo

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Memoria viva

Poco a poco se van dejando atrás los árboles y el hormigón hasta regresar a Paredes de Buitrago. Los últimos hallazgos son las posiciones republicanas que vigilaban tanto el pueblo como el paso hasta una presa que nunca fue tomada ni controlada por el bando franquista. Una victoria un tanto pírrica teniendo en cuenta que perdieron la contienda. Al menos, esta ruta homenajea a aquellos hombres que, sin venir a cuento, se vieron en medio de una lucha fratricida y permite a las nuevas generaciones recordar lo absurdo que son las contiendas. De ahí que cuidar y reivindicar las huellas que la Guerra Civil dejaron en tantos rincones anónimos del país sea tan necesario... y entretenido. 

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