Ruta literaria por París

Cinco grandes escritores con los que pasear y descubrir los lugares más literarios de la Ciudad de la Luz

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Foto: Oficina de Turismo de París

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París, ciudad literaria

Pocas ciudades tan literarias como París. Durante siglos, escritores de todo el mundo han recorrido sus calles y han usado sus cafés como lugares de escritura. De ello da buena fe las rutas literarias del Instituto Cervantes con sede en París: el poeta César Vallejo, el escritor Julio Cortázar, la hondureña Consuelo de Saint Exupéry, Dalí o Juan Goytisolo son sólo unos pocos a los que han dedicado una de sus detallas rutas literarias.

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Gare de Lyon, una estación de artistas

A la Gare de Lyon, muy cerca del centro de París, llegan los trenes de alta velocidad de Renfe/SNCF. Si ya las estaciones de trenes suelen ser lugares de ambiente literario, ésta, en especial, inspira literatura. Es un lugar especial para muchos lectores de Ernest Hemingway, pues aquí su primera esposa perdió los manuscritos de juventud del escritor. Pero además, la Gare de Lyon es el espacio en el que se encuentra Le Train Bleu. El restaurante, que se inauguró para la Exposición Universal de 1900, fue refugio gastronómico de artistas y bohemios como Dalí, Jean Cocteau o el actor Jean Gabin.

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Los puentes de París

El argentino Julio Cortázar fue un enamorado de París, ciudad que convirtió en su hogar cuando dejó Argentina. La conocía al detalle y le encantaba pasear por ella y por los puentes sobre el Sena (más de 30 puentes a lo largo del río). Ese amor convirtió a la ciudad en un protagonista más en gran parte de su obra. Papel indiscutible en Rayuela, por ejemplo, donde convirtió el Pont des Arts en lugar de encuentro de sus dos personajes principales, la Maga y Horacio. Este puente se construyó durante la época de Luís XIV para que los estudiantes pudieran cruzar el Sena hacia el Museo del Louvre.

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El Sena, un río con libros

Los libreros del Sena son toda una institución de París. Se les conoce como “bouquinistes” porque están especializados en libros viejos y de ocasión, aunque cada vez más recurren al recuerdo para los turistas. Son típicos los puestos de chapa verde que se abren como armarios en la orilla derecha del Sena, del Pont Marie al Quai du Louvre, y, también, en la izquierda, del Quai de la Tournelle al Quai Voltaire, muy cerca del Barrio Latino.

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Una de las librerías más famosas del mundo está en París

Esta es una de las librerías más famosas del mundo… A mediados de los 60, el norteamericano George Whitman tomó prestado el nombre de "Shakespeare and Company" a la mítica librera Sylvia Beach para abrir esta librería, en la actual dirección de París (37 Rue de la Bûcherie). La original se encontraba en la Rue de la Bûcherie. Pero de esta ubicación queda solo un rótulo que recuerda que Sylvia Beach alojó a los grandes escritores de los años 20 y que editó el Ulises de James Joyce. Por su parte, la actual "Shakespeare & Company" alojó a grandes poetas de la generación Beat y a otros muchos escritores en su abarrotado interior. Si la visitas, seguro que encontrarás algún recital de poesía y son habituales las presentaciones de libros. Si te entran ganas de tomar un café, han abierto una cafetería muy literaria al lado mismo.

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Café y letras en París

La historia de la literatura en París está directamente asociada a sus cafés y restaurantes. De algún modo, esta estrecha relación se trasladó a Buenos Aires, otra gran ciudad literaria. En París, en el Boulevard St-Germain, se encontraba el café favorito de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, el Café de Flore. En Montparnasse, las “brasseries” de las que eran asiduos escritores como Ernest Hemingway, Jean Cocteau o, entre muchos, Exra Pound. Pero, tal vez el café más poético de todos sea La Closerie des Lilas, donde escribieron escritores como Oscar Wilde y Apollinaire.

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Los salones literarios de París

Al final de una callejuela adoquinada, encontramos uno de los museos de París con más encanto: el Museo de la vida romántica. En esta deliciosa casa del pintor Ary Scheffer, construida en  1830, se ha reproducido el ambiente y la filosofía romántica de los salones literarios de la época. La planta baja está dedicada a la escritora George Sand, pseudónimo de la baronesa de Dudevant: encontramos retratos, mobiliario, objetos y joyas de los siglos XVII y XIX. En el primer piso, los cuadros del pintor Ary Scheffer están rodeados por obras de sus contemporáneos.

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La casa de Victor Hugo

Quién más, quién menos, al pensar en París, seguro que recuerda a Victor Hugo. Poeta, novelista y dramaturgo de una amplísima producción. Obras como Los Miserables, pero especialmente, Nuestra Señora de París, la historia del jorobado de Notre Dame, retrataron una atmósfera muy especial de París. Entre 1832 y 1848, Victor Hugo ocupó un apartamento en el Hôtel de Rohan-Guéménée, en la Place des Vosges, una de las más bellas de la ciudad. Hoy el barrio del Marais es uno de los barrios de París que recogen las últimas tendencias en cultura, arte y moda. La visita a la Casa museo de Victor Hugo nos transportará a la intimidad del genio de la literatura.

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El barrio más literario de París

En la orilla izquierda del Sena encontramos el barrio más bohemio de París. Su nombre no viene de que en él haya una gran concentración de vecinos de procedencia latina; más bien, se refiere a que en la Edad Media, los habitantes de la zona eran estudiantes que utilizaban el latín para comunicarse. Hay importantes monumentos que visitar; pero, sin duda, a los amantes de la literatura les emocionará pasear por las calles por donde han pasado escritores de todas las épocas, tan importantes como Paul Veraine o Antonio Machado. Aquí vivió James Joyce, en el 71 Rue du Cardinal Lemoine y, Ernest Hemingway, en el 74 de la misma calle. 

Llego al corazón de París en dos movimientos: salir de casa, subir al tren. París es un género literario. Lo pienso justo en el lugar donde se perdieron los manuscritos de Ernest Hemingway, en la Gare de Lyon, que está catalogada como Monumento Histórico. Aquí llegan los trenes de cercanías, los regionales y los de alta velocidad desde España.

Grandes escritores que pasearon por París

El de 1922 fue un mal año para Ernest Hemingway. Fue en el tiempo de juventud, pobreza y felicidad de cuando París era una fiesta. Era septiembre y Elizabeth Hadley Richardson, su esposa entonces, debía tomar un tren a Estambul (Constantinopla, en la época) para reunirse con el joven escritor. Guardó todos los manuscritos de su marido en una maleta y emprendió viaje. En un descuido, aquella maleta desapareció del vagón, convirtiéndose en uno de los grandes misterios de la literatura. ¿Cómo habría sido la historia de E. Hemingway si no hubiera perdido sus primeros manuscritos?

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Dejo atrás la zona de andenes y voy hacia la salida, dispuesto a releer las calles de París. Afuera, la famosa torre del reloj de la estación –se me antoja una especie de Big Ben enano– marca casi las 16 h. Puede ser que las guías describan qué hacer en París; pero la ciudad se conoce mejor con la literatura y junto a algunos de los escritores que pasaron por ella. Nunca paseas solo en París.

Otro escritor que paseó bien París fue Julio Cortázar. Él lo hizo algo más tarde que E. Hemingway y la caminó arriba y abajo, paseó por la orilla del Sena, montó en bicicleta, viajó en metro, lo hizo, incluso, conduciendo una motocicleta de la marca Vespa, con la que sufrió un accidente que le dejó postrado en un hospital. El accidente sucedió en abril de 1953 y lo explica en varias de las cartas que escribió desde París a sus amigos en Buenos Aires, el matrimonio Jonquières. Tal vez de aquella experiencia, pienso, sacara la anécdota de su relato La noche boca arriba: un joven tiene un accidente en motocicleta y acaba en el hospital, donde comienza a tener alucinaciones y unos extraños sueños. La vida y la literatura se confunden siempre en Julio Cortázar.

Antoine de Saint-Exupéry nunca se accidentó en motocicleta. Lo suyo era estrellar aviones, y de todos salió indemne, salvo del último. El autor de El Principito –la prueba de que un libro puede traer a la vez la fama y el anonimato– dejó Lyon, su ciudad natal, y se instaló en un modesto hotel en la Rue de Seine, en Saint-Germain-des-Près. Y allí vivió la bohemia de París de 1920, la caminó, sobre todo, de noche. Tanto que se olvidó de la causa principal de su estancia en París: estudiar. Una vidente le aseguró que sería un escritor célebre, que se casaría con una mujer extranjera y que evitara los aviones. Acertó en todo. Esa mujer extranjera fue la artista salvadoreña Consuelo, con quien Saint Exupery contrajo un apasionado, y polémico, matrimonio.

Boris Vian es otro caso de los muchos escritores que pasearon por París. En 1949, el responsable de las famosas Guides Verts le encargó una guía de uno de los enclaves más literarios de París: el barrio de Saint-Germain-des-Prés. Estaba claro que el autor de la polémica Escupiré sobre vuestra tumba no podía hacer una guía al uso. Acabó entregando "un manual para vivir" Saint-Germain-des-Prés. Manual de Saint-Germain-des-Prés es un repaso a los personajes ilustres del barrio (entre ellos gente como Simone de Beauvoir y Jean Cocteau) y de las famosas cuevas en las que no paraba de sonar jazz y los cafés de las tertulias.

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La lista de escritores que pasearon por París podría ser infinita. Pero el primero de todos ellos fue el poeta Charles Baudelaire: el “Flanêur” (paseante). El poeta fue cronista de su época, e hizo, verso a verso, una panorámica completa de ese París que fue la capital cultural del siglo XIX. Ser paseante desde entonces no es algo ligero. “Flaneur” es la libertad, la vida urbana, la arquitectura, la fotografía, es filosofar, es hacer literatura con cada paso, y, lentamente, releer París.