Berlín es una ciudad infinita a la que, a lo largo de los siglos, la historia ha dado forma y carácter. Pero especialmente después del turbulento siglo XX que se vivió en la capital alemana, una nueva oleada de arquitectura moderna ha modificado muchos de los rincones de la ciudad. Una breve pero intensa ruta de un par de días nos descubre la vertiente renovada que se percibe hoy en las calles de Berlín.
Se puede empezar por la mañana con una visita a la cúpula del Reichstag, obra de Norman Foster, el Banco DZ (Frank O. Gehry) y el Memorial del Holocausto, de Peter Eisenman. La tarde se puede dedicar a dejarse asombrar por el original acuario Aqua Dom, o llegar hasta el parque Tiergarten y contemplar el Haus der Kulturen der Welt (Casa de las Culturas del Mundo), un edificio de 1957 diseñado por Hugh Stubbins. Y de noche, acercarse a ver el Sony Center iluminado. Al día siguiente la rectilínea Biblioteca Grim y el centenario Auditorio Humboldt de la facultad de Veterinaria –en las fotografías– nos aportarán dos sorprendentes maneras de concebir un espacio cerrado.