Nuestro guía es remolón, le gusta ir sin prisas, retorcerse por meandros y entretenerse regando riberas y pueblos apacibles. El cauce del Mosela, hilo conductor de este recorrido, acaricia orillas de Francia y de Luxemburgo antes de entrar en Alemania donde, tras recorrer 545 kilómetros desde su nacimiento, se abrazará con el Rin.
Desde Tréveris, al poco de entrar en tierras alemanas, hasta Coblenza, donde desagua, el río no cesa de alimentar viñedos colgados de lomas –los de Calmont presumen de ser los más escarpados de Europa– y alineados en bancales que llevan siglos escoltando el discurrir del río y siendo vigías de los castillos de la ruta. La uva que más se cultiva en la zona es la riesling. Con ella se elaboran los vinos del Mosela, que no solo galvanizan la economía de la región, sino que, además, son un reclamo para los visitantes y un motivo de fiesta para los ribereños.
La Mosel Weinstrasse o Ruta del Vino Mosela serpentea al compás del río, a lo largo de 150 kilómetros. En coche, recorrerla entera o por etapas depende del tiempo de que se disponga, si bien por la autovía se tarda poco más de una hora en viajar de Tréveris a Coblenza. Para los que prefieren ir a pie o en bicicleta, otra opción es el Moselsteig, el sendero GR del Mosela; en total 360 kilómetros desde Luxemburgo.
El punto de partida es la milenaria Tréveris. Los romanos ya la llamaban Roma Secunda cuando hicieron de Augusta Treverorum (siglo I a.C.) su urbe más brillante al norte de los Alpes. Nada mejor, pues, que entrar por la Porta Nigra que daba acceso a la ciudad romana. Se conservan restos de aquella época. Para empezar un anfiteatro que tenía aforo para 20.000 espectadores; tres recintos de termas; también la basílica de Constantino, convertida en iglesia; incluso hay sillares romanos en la catedral gótica. La exposición "Un sueño de Roma", que puede verse en el Museo Regional de Tréveris, es un magnífico complemento a esta visita.
Cerca de la basílica romana se alza el Palacio del Príncipe Elector, la más bella de las mansiones barrocas de Tréveris, como también lo son los palacios Walderdorff y Kesselstatt, el castillo Monaise y la llamada Casa de los Reyes Magos. Muchas de ellas son Patrimonio de la Unesco. Otro edificio de fachada barroca vio nacer a Karl Marx (1818-1883) y hoy aloja un museo dedicado a su vida y obra.
Pero en el Valle del Mosela la cultura no se limita a los monumentos sino que también sale a la calle. Entre agosto y septiembre se celebra en Tréveris el Festival del Mosela, cuyos conciertos ocupan palacios, calles y plazas de la ciudad, mientras la Fiesta del Vino inunda en otoño las tabernas.
Lo mismo sucede en otras localidades de la región. A 46 kilómetros de Tréveris, en la medieval Bernkastel-Kues, el Festival Vinícola del Mosela Medio (septiembre) es muy colorista como lo es el Festival de la Tierra y el Vino de Cochem (agosto), uno de los pueblos más pintorescos de la ruta.
Pero antes de llegar a la coqueta Cochem conviene detenerse en otras etapas asomadas al Mosela, como Zell, recostado sobre colinas cuajadas de viñas y con bodegas que organizan visitas y catas. De allí es el vino Zeller Schwarzekatz (gato negro de Zeller), motivo por el que muchas tabernas lucen un felino en sus carteles.
A 14 kilómetros de Zell, a la altura de Bremm, el río traza una curva vigilada por un castillo al que se puede subir en telesilla. Desde lo alto se aprecia una vista sobre las viñas y se distinguen los barcos que realizan paseos por el Mosela. Más adelante se yergue la torre del bastión de Beilstein, pero sin duda la estrella de este tramo es el impresionante castillo Reichsburg de Cochem (a 10 km), que se eleva sobre los empinados viñedos.
EnHatzenpost hay que desviarse unos kilómetros para llegar al Burg Eltz, uno de los castillos más imponentes de Renania-Palatinado. Erigido sobre una loma de 70 metros de alto y ceñido por el río Elzbach, afluente del Mosela, solo tiene acceso por un puente de piedra. Las visitas guiadas trasladan a lejanas gestas medievales. El Burg Eltz es propiedad de la misma familia desde el siglo XII –treinta y tres generaciones, para ser exactos– y constituye uno de los pocos bastiones de la zona que nunca fue devastado ni por guerras ni por incendios.
El río desciende ya calmado camino de Coblenza (a 10 km), una moderna ciudad que nació en tiempos de los romanos como enclave estratégico porque allí confluían dos grandes ríos. Hoy, desde la épica Deutsche Eck (Esquina Alemana), se observa cómo el Mosela se rinde, al fin, a los brazos del padre Rin.
MÁS INFORMACIÓN
Cómo llegar y moverse: A 100 km de Coblenza, Frankfurt tiene el aeropuerto principal de la zona. Entre Tréveris y Coblenza hay tren y autobús. Los cruceros por el Mosela operan de mayo a octubre.
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