Austria es lo que tiene, que es capaz de cobijar ciudades entre montañas y lagos, que incluso engaña al viajero haciéndole creer que sus encantos culturales son meramente urbanos. Eso es lo que sucede con Salzburgo, donde la vista no solo se estimula con paseos barrocos y un castillo panorámico. Saliendo de su vorágine de Sonrisas y lágrimas y de sus souvenirs mozartianos, la cuarta ciudad más grande de Austria sorprende con una región, Zell am See-Kaprun, donde las montañas, glaciares y lagos conforman un paisaje alpino e insospechado.
Prácticamente desde que Arnold Lunn inventara el esquí, Zell am See-Kaprun ha sido sinónimo de descensos, slaloms y un sinfín de propuestas con la nieve como protagonista. Sin embargo, en verano, esta región se entrega al verde de sus colinas, transformando las kilométricas pistas de esquí en inmensos prados clorofílicos donde improvisar y seguir rutas de senderismo.
ZELL AM SEE Y KAPRUN, DOS CIUDADES Y UN DESTINO
Las estrechas calles que envuelven el casco histórico de Zell am See, descienden hasta llegar a uno de sus principales atractivos: el lago de aguas cristalinas que comparte nombre con el mismo pueblo. Para disfrutarlo, se puede bordear a pie en un tranquilo paseo, o bien recorrerlo a bordo de un pequeño ferry que muestra todos los ángulos de la pequeña localidad. Para los más aventureros, también se puede intentar cruzar nadando de punta a punta, o simplemente montarse en una tabla de surf y con un remo empujarse hacia una ruta particular.
Dejando de lado las actividades acuáticas, el encanto de esta pequeña ciudad también se traslada a sus edificios emplazados entre las calles medievales, como la Iglesia Católica de San Hipólito, que se ha quedado el título de la construcción más antigua de toda la región; o el Castillo de Rosenberg, construido con la típica arquitectura que caracteriza la zona de Salzburgo, y que ahora se ha convertido en la sede del ayuntamiento de la localidad.
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A apenas diez minutos en coche, aparece Kaprun, la población conocida por ser la puerta al glaciar Kitzsteinhorn, que se alza hasta 3.203 metros de altura y se ha convertido en la principal atracción de la zona y en uno de los mejores glaciares donde esquiar en Europa.
Colindante, se extiende el que es el Parque Nacional más grande de los Alpes y el más antiguo de Austria, el Hohe Tauern. Sus más de 800 km2 pertenecientes a la parte de Salzburgo, son hogar de una gran cantidad de especies y plantas autóctonas, que se mantienen, en gran parte, por la poca intervención que ha tenido el hombre en el entorno. Por si pareciese poco, también se lleva el galardón de ser el parque alpino con mayor número de picos que sobrepasan los 3.000 metros de altura (con más de 250), y su superficie acoge la gran cantidad de 550 lagos y 279 ríos.

Kitzsteinhorn
Kitzsteinhorn, LA CIMA DE SALZBURGO
El que es más conocido por ser una popular pista de esquí, en verano se transforma y se convierte en una ruta de senderismo a través de la que se puede conocer el paisaje y vivir la experiencia de, a medida de ir subiendo, ver cómo en pocos metros de diferencia cambia drásticamente el clima y el paisaje. Empezando la ruta desde el pie de la montaña a 786 metros, los 25º se acompañan de colores vivos y animales merodeando entre las hierbas; pero, al llegar a la cima (a los 3.203 metros de altura), la temperatura desciende hasta los 6º mientras que el paisaje se tiñe de blanco dejando capas de nieve en las laderas de la montaña.
Al pensar en los más de tres mil metros de altura, coronar el pico puede parecer algo complicado, pero existe la opción de subirlo con un conjunto de cuatro teleféricos, que van desde el punto más bajo hasta casi el más alto, permitiendo también hacer algunos tramos a pie a elección propia.
De todos modos, el resultado final es el mismo: llegar a la cima de Salzburgo, donde espera un mirador con una larga plataforma que ofrece la mejor panorámica de las montañas más altas del país y que te hace pensar que estas a tan solo un paso más de las puertas del cielo.

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Schmittenhöhe, una ruta al pasado imperial
Conocida como ‘la montaña local de Zell am See’, Schmittenhöhe sube hasta casi los 2000 metros de altura. Al igual que muchas otras, cuando la nieve se deshace, se convierte en un destino para excursionistas al que también se puede acceder con góndolas, que ofrecen una vista espectacular a medida que va ganando altura, en la que parece que la montaña tenga la ciudad y el lago a sus pies.
El paisaje ofrece una gran cantidad de rutas por las que perderse. Entre ellas, la ruta circular de Sisi, la ex emperatriz austríaca que hace ya más de 120 años decidió visitar la montaña para disfrutar de un atardecer. Es la ruta más corta que ofrece el pico, que empieza y acaba en la Capilla Elisabeth. A lo largo del camino se van encontrando carteles que cuentan su historia y que transportan a esa época imperial que Isabel de Baviera (Sisi) vivió con melancolía hasta el día de su muerte.