La sagrada Acrópolis de Atenas

Recorremos este magnífico testimonio de la época dorada de la Grecia antigua

1 /11

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

1 / 11

Desde lo alto de la colina sagrada

En la cima del monte sagrado, la Acrópolis contempla el paso de los siglos sobre la ciudad de Atenas. En ella se reúnen los símbolos de la época de mayor esplendor de la Grecia antigua, el siglo V a.C., todos construidos en un mármol reluciente que el tiempo y las numerosas vicisitudes han transformado en uno de los vestigios antiguos más admirados del planeta. 

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

2 / 11

La originalidad del Erecteion

Construido entre el año 421 y el 406 a.C, el Erecteion es uno de los edificios más originales de la Grecia clásica. Debido a que las irregularidades del terreno del monte sagrado no podían anivelarse, el arquitecto construyó un templo único cuyas naves y pórticos quedan a diferentes alturas unas de otras. En el lugar del templo se encontraban las tumbas de Cécrope y Erecteo, míticos reyes griegos, y los regalos que Poseidón y Atenea habían ofrecido a los atenienses durante la lucha por la posesión de la ciudad: un pozo de agua salada y un olivo respectivamente.

Foto: Shutterstock

3 / 11

Columnata de las Cariátides

En la parte sur del templo se puede contemplar el majestuoso pórtico de las cariátides, que además ofrece una instantánea única sobre la gran extensión urbana de Atenas. La leyenda dice que, puesto que los gobernantes de la ciudad de Karys dieron su apoyo a los persas durante las Guerras Médicas, los atenienses apresaron y esclavizaron a sus bellas mujeres. Como mensaje para futuros enemigos, las colocaron como columnas soportando eternamente el peso del templo sobre sus cabezas. 

Foto: Gtres

4 / 11

El Partenón de Atenas

La impresionante estructura del mayor edificio de la Acrópolis está formada por dos cuerpos, la naos y el opistódomos, algo inédito en la época, que reposan sobre una plataforma llamada estilobato. En la naos había un espacio destinado a albergar una enorme estatua de la diosa Atenea esculpida por Fidias en oro y mármol. Una de las partes más interesantes del templo es la fachada, en cuya parte superior se hallan los frisos. Estos representaban las Panateneas –una procesión anual para llevar ofrendas a los dioses– los frontones narraban escenas de la vida de Atenea y en en el resto de los frisos aparecía la historia de diferentes guerras, entre ellas la de Troya. 

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

5 / 11

El emblema de la democracia griega

Se trata de un templo octástilo (ocho columnas al frente) y períptero (rodeado de columnas) construido bajo la supervisión de Fidias por los arquitectos Calícrates e Ictinos. Dedicado a la diosa Atenea, protectora de la ciudad, se considera el templo más importante de estilo dórico que se conserva actualmente y un símbolo de la Grecia clásica y de su sistema democrático. Fue construido como una ofrenda –eximiéndolo de su función de culto– bajo el gobierno de Pericles, quien otorgó a todos los edificios un carácter público. 

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

6 / 11

Una entrada solemne

El arquitecto Mnesicles terminó la monumental entrada de los propileos en el año 432 a.C. y fueron durante mucho tiempo la única vía de acceso por la que se podía alcanzar el recinto sagrado de la Acrópolis. El aspecto que presentaban era el de un templo hexástilo (de seis columnas en la fachada) de estilo dórico con una separación en medio por donde pasa el camino de entrada. 

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

7 / 11

Los Propileos

La función de los Propileos era acompañar y guiar al visitante hasta la puerta de la ciudad de los dioses. Además, debido al desnivel que producía la altura del monte, esta construcción también servía para facilitar la subida, algo que el arquitecto Mnesicles consiguió domando las irregularidades topográficas mediante diferentes niveles y escalones. 

Foto: AP Images

8 / 11

El templo de Atenea Niké

El geógrafo griego Pausanias describió este pequeño edificio clásico construido en el año 421 a.C. como el templo de la Victoria áptera o sin alas. Está dedicado a la diosa Atenea y conmemora la batalla de Salamina en la que los griegos vencieron a los persas bajo el influjo de la diosa, en este caso representada sin alas para que nunca pudiera abandonar la ciudad.

Foto: YANNIS SKOULAS, Greek National Tourism Organisation

9 / 11

Un templo para la victoria

Calícrates fue el arquitecto encargado del proyecto quien, junto con Ictino, diseñó un templo de pequeñas dimensiones acorde con el espacio que se le había otorgado en uno de los promontorios de los propileos. De orden jónico y planta tetrástila (cuatro columnas en la fachada principal), el friso de este edificio representa escenas de las Guerras Médicas, el acontecimiento que conmemoraba.

Foto: Gtres

10 / 11

El Odeón de Herodes Ático

En la ladera sur de la colina de la Acrópolis, el cónsul romano Herodes Ático construyó, durante el siglo II d. C., este Odeón. Dicho edificio se usaba tanto en Grecia como en Roma para representaciones de tipo musical, teatral o lírico. Tiene una estructura muy parecida a la de un teatro romano, con la diferencia de que los odeones solían estar cubiertos. En sus gradas podía albergar hasta 5.000 espectadores y todavía hoy en verano se celebran conciertos al aire libre.

Foto: Age Fotostock

11 / 11

Vista aérea de la Acrópolis

Durante los inicios del siglo V a.C., después de vencer a los persas en Marathon y de sufrir y repeler un nuevo ataque por su parte, los atenienses empezaron a construir algunos de los templos, ahora protegidos por la recién construida muralla de Temístocles (en la parte izquierda superior de la imagen). Durante la segunda mitad del siglo V a.C. se construyeron los principales templos que hoy en día siguen en pie: el Partenón, el Erecteion, Atenea Niké y los Propileos. En la esquina inferior derecha se halla el Odeón de Herodes Ático, y en la superior izquierda los restos del teatro de Dionisos, que acogía obras de Sócrates, Esquilo y Eurípides.

DL a00113823 001

Poseidón y Atenea se disputaron una vez el corazón de los atenienses y el nombre de su ciudad. En lo alto de la colina de la Acrópolis, el dios del mar clavó su tridente mientras que la diosa de la sabiduría y la guerra plantó un olivo. El resto de divinidades declararon a Atenea ganadora del singular combate y los habitantes le dedicaron la mayoría de los templos.

Mitología e Historia se entrecruzan a lo largo del recorrido por este recinto de templos que se eleva sobre los populosos barrios de la capital griega. Habitada ya en el Neolítico (4.000-3.000 a.C.), fortificada durante la época micénica y destruida por los persas, la Acrópolis ganó su monumentalidad de la mano de Pericles, gobernador de Atenas entre los años 461 y 429 a.C., quien la dotó de templos con estatuas de bronce y de mármol, pintadas o recubiertas de oro y piedras preciosas.

Acudir a la Acrópolis por aquel entonces equivalía a penetrar en el Olimpo, un templo de templos. El visitante quedaba maravillado desde la misma entrada, donde se erigían la estatua de nueve metros de Atenea Pronakos (Campeona) y el conjunto de los Propileos, un vestíbulo con cinco puertas, techo pintado con estrellas doradas, una pinacoteca y varios altares.

Al salir de los Propileos, la vía Panatenaica conducía al Partenón, el colosal edificio dórico terminado el año 438 a.C. que albergaba una estatua de doce metros de Atenea Partenos (Virgen). En el sector norte se erigía el Erecteion, allí donde Atenea y Poseidón se disputaron el nombre de la ciudad y la veneración de sus habitantes. Y mientras las oraciones se realizaban en lo más alto, los espectáculos tenían lugar en el teatro de Dionisos, en la ladera, un "templo" de las artes.