Abriéndose paso entre caminos serpenteantes plagados de frondosa vegetación, y como telón de fondo el azul turquesa de sus aguas, aparece imponente Santa Bárbara de Samaná, la capital de la península que lleva su segundo nombre, Samaná. Lo salvaje de su naturaleza, unas playas vírgenes infinitas, la hospitalidad local y un turismo enfocado al cuidado del medio, son las características de una de las zonas más atractivas y sorprendentes de la República Dominicana, por eso no es de extrañar que exclamen que esta zona del país es "un Caribe diferente".