Paseo por la capital segoviana

Segovia, historia en piedra

Un recorrido desde el Acueducto romano al Alcázar Real

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La Catedral segoviana se eleva con claridad sobre el núcleo amurallado

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El Acueducto romano de Segovia

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Vistas desde un balcón del Alcázar de Segovia

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Catedral de Segovia

Lo que más sorprende del interior del templo es la amplitud, acentuada por columnas gigantes y una cúpula que se eleva a 70 metros.

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Plaza Mayor e iglesia de San Miguel, en Segovia

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Mesón segoviano en la calle Cervantes

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Alcázar de Segovia

La Torre del Homenaje, en el centro, y las cúpulas cónicas que cubren sus torretas destacan en su inconfundible silueta.

Segovia es una urbe de amable paseo que integra en su trazado vestigios monumentales procedentes de épocas diversas. Declarada en 1985 Patrimonio de la Humanidad, su casco histórico se alza sobre una atalaya rocosa que flanquean los ríos Eresma y Clamores, una ubicación imponente que ya fue apreciado por los romanos.

El paseo por sus tesoros comienza en la plaza del Azoguejo, un lugar dedicado a mercado desde antiguo, que se abre a los pies del famoso Acueducto de Segovia –imprescindible verlo iluminado–. Esta grandiosa obra de ingeniería romana data del siglo I, conserva 166 arcos y en la ciudad se extiende a lo largo de 728 metros, alcanzando su altura máxima (28 m) en esta plaza.

Dejando atrás el emblema heráldico de Segovia, el visitante entra en el núcleo antiguo, impregnado de aire medieval gracias al repertorio de mansiones nobiliarias, palacios y templos románicos. Al poco se pasa junto a la Casa de los Picos, así llamada por las piedras que cubren su fachada, y al fondo se distingue la plaza de Medina del Campo. En ella sobresale la iglesia de San Martín (siglo XII), escoltada por una escalinata y el señorial torreón de Lozoya. La plaza, también llamada de las Sirenas por confundir con ninfas marinas las dos esfinges situadas al pie de la escalinata, es un rincón de tanto encanto que los propios segovianos y los visitantes la utilizan como lugar de encuentro.

Solo con cruzar la calle se entra en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente donde, entre otras colecciones, se exhibe la obra de este pintor segoviano (1903-2011), que fue uno de los primeros miembros del expresionismo abstracto.

La peatonal y animada calle Real (dividida en tres tramos: Cervantes, Juan Bravo e Isabel la Católica) conduce a la porticada Plaza Mayor, el centro vital de la ciudad. A su alrededor se erigen el Ayuntamiento (XVII), el Teatro Juan Bravo (1918) y la iglesia de San Miguel, donde Isabel la Católica fue coronada reina de Castilla en 1474.

La dama de las catedrales

Sin embargo, la protagonista indiscutible de la plaza es la Catedral segoviana, apodada por sus líneas armoniosas «la Dama de las Catedrales». La fachada y la robusta torre de 90 metros de alto dan paso a un interior sembrado de joyas artísticas: el claustro de origen románico, el altar neoclásico firmado por el arquitecto italiano Sabatini (1722-1797) y el Cristo Yacente de Gregorio Fernández, destacado exponente de la escuela castellana de escultura barroca. Asimismo sobresalen los tapices flamencos del siglo XVII que se exhiben en el museo catedralicio, donde también se muestra el Sinodal de Aquilafuente (1472), uno de los primeros libros impresos en España.

En todas las calles y plazas por las que discurre la visita a Segovia es casi inevitable recalar en alguno de los mesones tradicionales y pedir su plato estrella: el cochinillo asado.

La visita continúa y a un paso de la Catedral, en la calle Desamparados, encuentra la casa-museo de Antonio Machado. Ocupa la pensión donde vivió el escritor sevillano entre 1919 y 1932, mientras ejercía como catedrático de francés en un instituto de Segovia.

El silencio acompaña el paseo por los callejuelas que conducen a la plaza de San Esteban, dominada por una iglesia (siglo XIII), cuya torre comparte con la Catedral lo más alto de la silueta segoviana. Siguiendo por el callejón Capuchinos aparece en pocos minutos el barrio de Los Caballeros, poblado de palacios de alcurnia y la iglesia de San Juan de los Caballeros, sede del Museo de Zuloaga.

Paseo de las murallas

Una forma original de contemplar la ciudad es recorrer el paseo que corona las murallas. Junto a la puerta de San Andrés (siglo XII), se sitúa el Espacio de la Muralla, un nuevo punto de información destinado a explicar la historia del cerco defensivo segoviano.

Adentrándose por la calle Daoiz en el barrio de las Canonjías, rico en vestigios románicos, se alcanza el extremo oeste del centro medieval. Al final, rodeado por un profundo foso, se eleva el magnífico Alcázar, ya conocido como bastión en el siglo XII.

Los reyes que residieron entre sus muros lo enriquecieron con elementos propios, como la torre de Juan II o la de Alfonso X el Sabio, y salas llenas de esplendor como la de los Reyes, decorada con 52 retratos de monarcas. Las vistas que se tienen sobre la ciudad desde los balcones y torretas del Alcázar son magníficas.

El mejor broche para finalizar la visita es admirar el castillo desde el mirador de la Pradera, extramuros. Situados en este punto, el Alcázar hace honor a su imagen romántica: «un navío de piedra que surca el mar de mieses de Castilla».

PARA SABER MÁS

Cómo llegar: Desde Madrid, a 91,5 km, sale el tren rápido Avant a Valladolid; el trayecto en tren Segovia es de 28 minutos. Oficina de Turismo en la Plaza Mayor: Tel. 921 460 334.

Turismo de Segovia