La Castilla más verde

Segovia en quince descubrimientos

Un viaje para redescubrir los emblemas de esta ciudad y de toda su provincia.

El primer largometraje que se rodó en España, La aldea maldita (1930), tenía como decorado una Segovia provinciana, muda, en blanco y negro, que ya no existe. Esa ciudad, a pocos minutos de Madrid en AVE, se ha convertido en una avanzadilla cultural: candidata a Capital Europea de la Cultura en 2016, sede anual del Hay Festival literario, de varios festivales de música y uno de cine, del festival internacional de títeres Titirimundi, con su antigua cárcel convertida en Centro de Creación, con un montón apabullante de monumentos crecidos como hongos en un escenario verde y armonioso, protegido por montañas nevadas próximas y atentas. 

Desde luego esta ciudad Patrimonio de la Humanidad da para algo más que una simple excursión. Harían falta días para desentrañar sus secretos, y muchas más jornadas si se quiere, además, descubrir las maravillas menos conocidas que rodean la urbe en un radio de pocos kilómetros. Es lo que aquí proponemos, completando un circuito que siga las agujas del reloj y esponjando el recorrido tanto como lo permitan los días. Pero antes hay que entregarse a la ciudad, alternando las visitas indispensables con el reposo sosegado en sus hornos y tabernas, o paseos por las riberas del Eresma,
o el opuesto Paseo de Salón, terraza y mentidero al pie de las murallas.

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iStock-525560961 (1). El Azoguejo como epicentro

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El Azoguejo como epicentro

Aunque Segovia tiene su plaza Mayor, en la cual se codean Ayuntamiento, Catedral, Teatro Juan Bravo y otros establecimientos de caché, el ombligo de la ciudad es sin duda el Azoguejo. A los pies del Acueducto romano y del célebre Mesón de Cándido, en esta amplia plaza es donde se dan cita los jóvenes y los no tan jóvenes.

Del Azoguejo parten dos arterias por las que bulle y circula el tráfico vecinal: la avenida Fernández Ladreda, peatonal y orillada por las tiendas y cafeterías de moda; y la que debería ser la calle mayor, pero que se llama Cervantes, luego Juan Bravo y, más adelante, Sol. Un descansillo en la pequeña plaza de Juan Bravo permite admirar el pórtico románico de San Martín, el Torreón de Lozoya y sus reclamos culturales o el sorprendente Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.

La lista de sitios obligados es extensa. Está el Acueducto y la polémica estatuilla del diablillo que lo levantó, la Casa de los Picos y la Alhóndiga –ambas siempre con alguna exposición que ofrecer–, la docena larga de iglesias románicas, la catedral y su museo...

iStock-690908182. La inspiración de Disney

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La inspiración de Disney

Desde esta, la calle Daoiz desciende al Alcázar, que disputa a Neusch-wanstein haber servido de inspiración a Disney para su castillo encantado. La proa del Alcázar se adelanta como un Titanic sobre el mar verde de los sotos del Eresma y la Fuencisla, humilde santuario que alberga a la patrona y es patio de recreo para los segovianos. De allí sale la carretera que nos va a conducir a la Campiña segoviana.

shutterstock 1386866828 (1). Primera sorpresa: Santa María la Real de Nieva

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Un claustro románico impresionante

Sumergidos en un verde andaluz, entre ondulaciones de cereal y mínimos cuadros de huerta, nos saludan pueblos desleídos como terrones, que en el pasado presenciaron numerosos sucesos históricos. Santa María la Real de Nieva está a apenas diez minutos de Segovia. Una sorpresa formidable. La iglesia-monasterio, además de su fachada gótica, encierra un claustro considerado uno de los mejores conjuntos románicos de España, con capiteles que narran con mimo los oficios y afanes del medievo. En el templo abundan retablos y tallas de valía, entre ellas una atribuida a Berruguete. Como dato curioso, cabe señalar que aquí se celebraron Cortes en tiempos de Enrique IV (1473) y que en aquella asamblea se trataron por vez primera en el reino los derechos civiles de las mujeres casadas.

1620px-Palacio Cardenal Espinosa MartinMuñozdelasPosadas Segovia 01. El palacio del inquisidor

Foto: Ben Santos (vía Wikimedia Commons)

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Un palacio para el inquisidor y dos yacimientos arqueológicos

Un pequeño desvío hacia Martín Muñoz de las Posadas depara otra sorpresa: el palacio del cardenal Diego de Espinosa, que era de la localidad, Inquisidor General y un mandamás en la corte de Felipe II. El purpurado está enterrado en la iglesia parroquial –casi un museo–, en un sepulcro labrado por Pompeyo Leoni. Conserva restos de frescos góticos, tallas renacentistas y un Greco.

Partiendo de Santa María la Real en sentido opuesto, hacia el este, dos pueblos próximos brindan nuevos secretos. Domingo García alberga el yacimiento del Cerro de San Isidro, con más de cien grabados en piedra del Paleolítico, cosa que lo convierte en el tercero en importancia de la Península, tras el de Foz Coa (Portugal) y el de Siega Verde (Salamanca).

Casi al lado se halla el pueblo de Bernardos, junto a una acrópolis de origen romano. Posee una cantera de pizarra de la cual salieron los tejados de El Escorial, la Plaza Mayor de Madrid y muchos palacios de Segovia. Hay que atravesar Nava de la Asunción, donde el poeta Jaime Gil de Biedma escribió algunos de sus mejores versos en la mansión familiar, para alcanzar finalmente Coca, la capital de la Campiña.

shutterstock 167200490. El más soberbio castillo jamás levantado con ladrillo

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El más soberbio castillo jamás levantado con ladrillo

Coca presume, además de sus encierros nocturnos, de ser la patria chica del emperador romano Teodosio el Grande (347-395). Ironías de la historia, de aquella Cauca imperial lo único que se conserva son unas cloacas, y poco más. Para compensar, Coca posee el más soberbio castillo jamás levantado con ladrillo: una mole gótico-mudéjar del siglo xv que perteneció a los Fonseca, cuya familia reposa en la iglesia parroquial, en cuatro sepulcros de mármol de Carrara cincelados por dos genios de nuestro Renacimiento, Domenico Fancelli y Bartolomé Ordoñez.

GettyImages-1202326085. Entre pinares y arte mudéjar

Sepulcros de alabastro en la iglesia de San Esteban, Cuéllar. Foto: Getty Images

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Entre pinares y arte mudéjar

Los bosquecillos y manchas de pinar de la Campiña se tornan cada vez más frecuentes y extensos a medida que se avanza rumbo norte. Estamos entrando en la bella comarca de Tierra de Pinares, unos 2000 km2 de pino negral o resinero que se empezaron a plantar en el siglo xiii, cuando la vieja frontera entre moros y cristianos comenzó a repoblarse con gallegos, navarros, vascos, pero también musulmanes y judíos toledanos.

En Cuéllar, el Centro de Interpretación del Mudéjar alojado en la iglesia de San Martín explica que aquellos nuevos habitantes constituyeron las 42 Comunidades de Villa y Tierra que hubo en Castilla: concejos libres de todo señorío, solo sujetos al rey, y con poder para administrar sus aguas, montes y dehesas. Esa figura legal aún se mantiene, aunque vacía de poder, como algo simbólico.

shutterstock 1472593529. La segunda localidad más poblada de la provincia

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La segunda localidad más poblada de la provincia

Cuéllar es el núcleo más poblado de Segovia, después de la capital, y su iglesia de San Martín encabeza una larga lista de templos mudéjares y románicos a la que hay que sumar conventos, palacios, murallas, arcos y puertas monumentales. Y por supuesto, el castillo. El de de Cuéllar, documentado ya en 1306, se podría decir que es uno de los más peliculeros de toda Castilla, acicalado como palacio renacentista por los primeros duques de Alburquerque. Está habitado: en horas lectivas, por alumnos de instituto; en festivos y feriados, por el fantasma del poeta Espronceda, que estuvo aquí preso en 1833 y escribió su novela Sancho Saldaña, el castellano de Cuéllar.

Aparte del patrimonio monumental, Cuéllar presume de correr los encierros más antiguos de España y de ser el nexo entre «la ruta del tostón» (cochinillo) que se alarga hacia Arévalo, y «la ruta del lechazo» (cordero) que discurre en dirección opuesta hacia Sepúlveda. En los hornos y figones de Cuéllar, tanto el tostón como el lechazo alcanzan un punto de perfección.

iStock-658160592. Sobre riscos wagnerianos

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Sobre riscos wagnerianos

Conforme avanzamos hacia el este, el paisaje se transforma. Las riberas de los ríos Cega y Duratón son regueros de frescor beligerante, y los pinos van cediendo terreno frente a enebros y sabinas. Desde aquí hasta tierras de Soria se extiende el mayor sabinar de Europa.

En un paraje de calidad pictórica, se asienta entre riscos wagnerianos la romana Sepúlveda, Septem Publicae, la de las siete puertas, incluida en la selecta lista de los Pueblos más Bonitos de España. Alguna puerta queda, y murallas, y una docena de iglesias románicas apostadas de manera muy teatral en diferentes alturas. En una de ellas, la de Santiago, se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón, que comienza justo al pie de sus muros.

shutterstock 1115851232. El emblema natural de Castilla

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El emblema natural de Castilla

as Hoces son uno de los paisajes más potentes de Castilla, casi un milagro hundido en la brecha abierta por el río en la dura meseta de arenisca roja. Frente a las ruinas de la ermita románica de San Frutos, lugar sagrado para los segovianos, se aterrazan las buitreras que atraen a cientos de visitantes; al caer la tarde, es sobrecogedor sentir rozando la nuca el vuelo de estas enormes rapaces, que regresan a sus nidos a pernoctar. Al final de las hoces, el río se represa en el embalse de Burgomillodo, donde es posible nadar o alquilar canoas para navegar por los cañones.

De vuelta a Sepúlveda, es obligado repostar en alguno de sus muchos figones, alguno centenario, y también hacer provisión de embutidos o dulces: la bollería de sus hornos tiene merecida fama. Siguiendo hacia el oriente, al otro lado de la autovia A-1, Riaza puede ser el punto de partida para la siguiente etapa: la Sierra.

shutterstock 1758544865. Riaza, una parada en la sierra

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Riaza, una parada en la sierra

A Riaza acuden muchos veraneantes y también excursionistas de fin de semana dispuestos a recorrer los caminos que se adentran en la sierra. Todos coinciden en un momento u otro en alguna de las tabernas o las célebres carnicerías apostadas en torno a la plaza Mayor. A solo unos minutos está la estación invernal de la Pinilla, con pistas de esquí que algunas temporadas se quedan compuestas y sin nieve; cosas del cambio climático.

iStock-1250684551. Pedraza, el pueblo más bello de Segovia

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Pedraza, el pueblo más bello de Segovia

Al pie de la sierra, por donde antes discurría la Cañada Real Segoviana, corre ahora la carretera N-110 que enseguida nos lleva a Prádena, a cuya entrada la Cueva de los Enebralejos y sus estalactitas atraen cada vez a más curiosos. Pero la joya de la corona es Pedraza de la Sierra, otro de Los Pueblos más Bonitos de España. Se trata de un conjunto medieval totalmente amurallado, con una sola puerta de entrada. Un decorado de cine para decenas de anuncios y películas, algunas de las cuales se proyectan ahora en el recién restaurado torreón de barbacana.

iStock-1265681898. El embrujo de su castillo

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El embrujo de su castillo

El castillo de Pedraza, que sirvió de cárcel a los hijos del rey de Francia, rehenes de Carlos V, fue comprado a inicios del siglo xx por el pintor Ignacio Zuloaga. Hoy sus descendientes han habilitado un pequeño museo dentro. La explanada del castillo acoge el veraniego Concierto de las Velas, que atrae a tanto público que ha obligado a limitar la entrada a la localidad. El «efecto Pedraza» –hoteles de lujo, restaurantes, tiendas...– ha dinamizado los pueblos cercanos, y alguno como Cañicosa tiene ahora más casas rurales que habitantes.

iStock-1056244394. Hallazgos en el piedemonte

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Hallazgos en el piedemonte

Metida en la sierra está Navafría, puerta de entrada al parque llamado El Chorro, con cascadas y piscinas naturales de agua gélida, solo para muy valientes. En Sotosalbos, más adelante, aparte de su iglesia románica y sus hornos de asar, celebran el recuerdo del Arcipreste de Hita, que cruzó la sierra por enfrente «en busca de buenas mozas», según él mismo.

Habría que alejarse un poco del piedemonte para llegar a Turégano, pero valdrá la pena: impresiona su plaza porticada a los pies de un castillo en cuyo patio de armas, como un meteorito caído del cielo, hay una iglesia románica. En este pueblo, y desde siempre, han prosperado los anticuarios, vaya usted a saber por qué.

shutterstock 117791155. El Versalles español

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El Versalles español

De Torrecaballeros, un emporio gastronómico-turístico, sale una carretera traidora que conduce al Real Sitio de San Ildefonso de la Granja. Palabras mayores. El palacio levantado por el primer Borbón de España, Felipe V, los jardines y fuentes que copió de los de su abuelo, el Rey Sol, en Versalles, son por sí solos una meta viajera. Y más si añadimos la Real Fábrica de Cristal en cuya tienda se puede adquirir algún regalo original y exquisito, o las ruinas del palacio de Valsain, en un paraje natural de calendario, que pertenece ya al Parque Nacional de Guadarrama. Junto a la llamada Boca del Asno está una de las entradas al parque y su centro de acogida.

shutterstock 114529405. Un palacio con vistas

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Un palacio con vistas

Sumido en la misma masa forestal, se esconde el palacio de Riofrío, que los reyes usaban como guarida para sus jornadas de caza. Al salir del parque que lo protege, y que habitan manadas de corzos, rebecos y ciervos, pronto tendremos a la vista, de nuevo, la esbelta silueta de la catedral y otras torres de la ciudad de Segovia, la ciudad arropada por una naturaleza idílica que ha sabido conjugar arte y tradición con una apuesta audaz por la vanguardia. 

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