
En las calles de Bruselas el chocolate es omnipresente. Delicados escaparates con sus bombones de praliné alineados y fuentes de chocolate fundente deslizándose detrás de los cristales… un paraíso para los amantes de este producto que llegó a Bélgica procedente del Nuevo Mundo a principios del siglo XVI. Desde que el cacao se adueñó de la ciudad, las técnicas, la sofisticación y el buen hacer de los chocolateros belgas han situado este producto como uno de los emblemas del país, una compra ineludible para quienes lo visitan.
Por segundo año, Bruselas ha decidido organizar una semana de actos en los que el chocolate es el gran protagonista. La novedad de este año es la celebración Salón del Chocolate que abrirá sus puertas del 7 al 9 de febrero para ofrecer degustaciones, exhibiciones de maestros chocolateros, concursos, desfiles de moda con diseños realizados con chocolate y contará con la presencia de más de 90 especialistas procedentes de todo el mundo que mostrarán su destreza a través de sus creaciones.
Del día 10 al 16 de febrero, las actividades se extienden por las calles de Bruselas con el Chocolate Pass, un pasaporte que permite trazar un itinerario goloso por la ciudad con visitas y catas en algunos de los más tradicionales establecimientos. Como colofón, un recorrido por el Museo del Cacao y el Chocolate de Bruselas, situado a pocos pasos de la Grand Place. Aquí se aprende un poco más sobre la historia del cacao, su llegada a Europa, cómo lo cultivaban y utilizaban los aztecas y los mayas, qué técnicas y procesos se realizan para su conversión en deliciosos bombones…