Una Neapolis junto a Siracusa
Al norte de la ciudad que obsesionó a Platón, fuera ya de Ortigia, se sitúa la insoslayable Neapolis, el gran Parque Arqueológico siracusano y uno de los lugares más visitados de toda la isla de Sicilia.
En su colosal teatro griego de
138 m excavados en la roca y 66 filas de gradas, con cabida para más de 15.000 espectadores, estrenaron sus obras Esquilo y Píndaro. Obras que vuelven a representarse aquí cada mayo y junio, durante el Festival de Teatro Clásico. Construido por el arquitecto Damocope en el siglo v a.C., fue reutilizado por los romanos para sus juegos circenses antes de la creación de su propio gran anfiteatro vecino, también muy notable y de época imperial.
Al norte está la Latomía del Paradiso, antigua cantera que hoy alberga un maravilloso jardín de magnolios, cítricos y palmeras y las cuevas calcáreas antaño usadas como calabozos. La más afamada y laberíntica es la conocida como «la oreja de Dionisio», nombre dado por el pintor Caravaggio tras conocer la leyenda según la cual el tirano Dionisio el Viejo disfrutaba allí de los lamentos de sus prisioneros. No se debe en ningún caso abandonar la zona sin visitar el Museo Arqueológico Paolo Orsi, situado en el jardín de la Villa Landolina. Posee colecciones escultóricas y cerámicas procedentes de la Sicilia griega y los hallazgos del arqueólogo Orsi. Una de las obras maestras del museo es su Venus Anadiomena, elogiadísima por Maupassant.