Despertar de la pesadilla
No aparecerá en la lista de destinos de moda, ni de economías emergentes ni siquiera entre los países más recomendados para viajar. Sin embargo, el tesoro que aguarda al viajero que huye de las rutas establecidas y llega a Sierra Leona es el descubrimiento de un destino auténtico con todas las letras. Aquí, el turismo de masas es una ilusión en un país que se muere por mostrarse al mundo como un destino (por fin) seguro.
Ya ha olvidado las calamidades que oscurecieron su historia reciente, como el ébola, que se eliminó por completo en 2016, o la guerra civil que asoló al país entre 1991 y 2002. No son más que una pesadilla cuando se intenta abrazar un futuro pacífico y prometedor y un nuevo sueño: “queremos posicionarnos como destino referente en ecoturismo”. Son palabras de la ministra de Turismo del país, Memunatu Pratt, a Viajes National Geographic. El reto es grande y el camino aún largo por recorrer.

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Antes de viajar...
Antes de partir, el viajero debe saber que en Sierra Leona es necesario visado además del llamado Securipass, tanto a la entrada como a la salida; la vacunación de la fiebre amarilla se suele pedir nada más llegar al país donde, además, existen un elevado riesgo de contraer la malaria, por lo que el tratamiento para la prevención de esta enfermedad se convierte en otro must del viaje como lo es el repelente de mosquitos.
En cifras, Sierra Leona, Salone para los locales, tiene una superficie de 71.740 km2 o el equivalente a Irlanda y una población de 8.141.000 personas, de las cuales, 1.500.000 se concentran en Freetown, su capital. En ella conviven tanto los temné como lo mendé, las dos etnias mayoritarias de este país que cuenta con catorce diferentes. Cada una habla una lengua distinta, pero todas se comunican con el krio (criollo), considerado el idioma oficial junto al inglés. La nación hace frontera al norte con Guinea y al sur con Liberia, es principalmente musulmana, aunque el cristianismo también cuenta con un porcentaje significativo.

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Freetown, bendita locura
Freetown se yergue sobre el extremo norte de la Península Occidental de Sierra Leona, que hace de puerta de entrada a la bahía de Tagrin. Una vez desembarca en el aeropuerto internacional de Freetown-Lungi, el viajero tomará el Sea Coach Express para cruzar el río desde la terminal de ferri de Tagrin hasta la de Kissy, en Freetown.
La urbe no esconde un ápice de su ritmo caótico, con su tráfico ruidoso e incasable trajín callejero donde el viajero va descubriendo, más pronto que tarde, este popurrí de culturas, de tribus y edificios coloridos de herencia criolla. Conviene dedicarle un día a la ciudad.
El mirador del monte Leicester es el enclave para tomar conciencia de la magnitud y el entorno de esta metrópolis y el Museo Nacional, para comprender la riqueza patrimonial y complejidad social e histórica de esta antigua colonia británica y puerto esclavista.
"Cualquier esclavo que pase por esta puerta es declarado hombre libre". Así se puede leer en la Puerta del Rey, uno de los principales hitos de ese pasado en Freetown, como lo es la Iglesia Maroon (1808), construida por antiguos esclavos jamaicanos o el Árbol Nacional del Algodón. Tristemente este símbolo de liberación se derrumbó a finales de mayo debido a un temporal.

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Otros lugares de interés en Freetown son el Museo del Ferrocarril, el Gran Mercado donde adquirir máscaras, batiks o collares tradicionales, el Museo de la Paz o el Old Fourah Bay College (1845), la primera universidad del África subsahariana.
¿Para comer? Cole Street Guesthouse es un exquisito restaurante para empezar a descubrir la gastronomía local, con gusto por el pescado y el marisco fresco en elaboraciones donde nunca falta el arroz, la yuca, el ñame y la hoja de papa entre salsas picantes. Al caer la noche el punto más caliente se encuentra en las inmediaciones de la playa de Lumley, repleta de locales donde probar la cerveza nacional Star, el poyo (vino de palma) y los ritmos tropicales. ¿Para dormir? Encontraremos dos reductos de lujo africano en Toma Hotel & Restaurant y en el Hotel Country Lodge.

Hotel Country Lodge Hotel. Foto: Hotel Country Lodge Hotel.
La isla de Bunce: cicatrices de piedra
“Este es un monumento al sufrimiento y al movimiento involuntario de los sierraleoneses esclavizados durante la era de la trata atlántica de esclavos”. Así se cita en uno de los carteles que el viajero se encuentra nada más desembarcar en la isla de Bunce. Sierra Leona fue uno de los países más involucrados en el comercio de esclavos entre los siglos XVI y XIX y este era su principal bastión.
Tomamos un barco para cruzar la bahía de Tagrin, salpicada de pequeñas islas como la de Bunce. Aquí se conservan los restos del que fuera el castillo de esclavos británico más grande de la Costa del Arroz del África Occidental. El viajero camina por este islote solitario y reconstruye un periodo crucial en la historia de Sierra Leona. El fuerte de la isla de Bunce fue fundado en 1670 y cerrado en 1808 por el Parlamento británico después de encarcelar y enviar como esclavos a más de 30.000 africanos rumbo a América del Norte y las Indias Occidentales.

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De esta fortaleza se conserva buena parte de su muralla, las torres, los barrios de los esclavos, los edificios auxiliares, las tumbas, los cánones y la “puerta de no retorno” por la que pasaron tantos inocentes. “Aún se mantienen en pie como testimonio de la inhumanidad del hombre hacia el hombre”, como se puede leer en uno de los paneles que muestra Osman S. Kamara, guía de IPC Travel.
Muy cerca del islote de Bunce y en medio de la bahía de Tagrin se encuentra la isla de Tasso. Aquí viven pequeñas comunidades dedicadas a la pesca repartidas en aldeas rudimentarias donde la vida transcurre igual ahora que hace cien años. Los pescadores traen su carga en sus desgastados dhows (barcos) de madera, las mujeres la separan y limpian con agua dulce que los niños traen en baldes desde el manantial; en una cabaña se ahuma el pescado para conservarlo y en la calle un redero repara con mimo su material.
Tasso Ecotourism Project es una opción interesante para alojarse en la isla o para comer y probar elaboraciones como el arroz Jollof con guiso de pollo y verduras acompañado por caraotas y plátano.

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Carretera y toalla: roadtrip por la Península Occidental
El litoral de Sierra Leona está dibujado por un cúmulo de playas de arena blanca y fina, atrapadas entre las colinas boscosas y el océano Atlántico. Su principal exponente lo encontramos en la costa de la Península Occidental.
Desde la playa de Lumley en Freetown, el viajero conducirá por la panorámica Peninsular Highway. Esta vía de asfalto recorre todo el litoral entre la selva virgen y el oleaje de Atlántico para ir descubriendo resorts, beach clubs y ecolodges que contrastan con los modestos poblados y las cabañas de techo de chapa que se esconden entre las palmeras. Sugarland, Lakka, Hamilton, Sussex y la del Río Número 2 son de las más populares. La de Tokeh fue en los 80 un refugio para celebrities y parlamentarios franceses y la de Bureh uno de los spots de surf más famosos del país. Este deporte es otro de los grandes activos turísticos de Sierra Leona.

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Desde la localidad de Kent, al final de la Península Occidental, parten las embarcaciones rumbo a las cercanas Islas Banana. De playas apacibles y vestigios de edificaciones dedicadas al comercio de esclavos que asoman en esta selva profunda, donde se encuentran pueblos como Dublín y enclaves glamping como Bafa Resort. Si buscamos una opción más exlcusiva en la zona de la Península Occidental apuntaremos hacia Tokeh y al resort de 5 estrellas “The Place”.

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El Santuario de chimpancés de Tacugama
“Nuestro principal objetivo es hacer cumplir las leyes de la vida silvestre de Sierra Leona y proporcionar un refugio seguro y natural para los chimpancés rescatados”. Son palabras de Bala Amarasekaran, el fundador del Santuario Tacugama. En el interior de la jungla del Parque Nacional del Área Occidental en Sierra Leona, a tan solo 30 minutos desde Freetown, se encuentra este centro de recuperación de esta especie de primates creado en 1995. En el periplo por carretera hasta aquí, conviene detenerse para contemplar las cataratas Charlotte.
El santuario cubre un territorio de cuarenta hectáreas de bosque semi salvaje, donde se cuida a más de un centenar de chimpancés que habitan aquí antes de ser liberados. La mayoría viven repartidos en clanes dentro de grandes recintos que el viajero descubre en las distintas rutas a pie por este espacio de conservación y descubrimiento con el que ha colaborado la científica Jane Goodall. Las visitas son de una hora de duración y siempre coinciden con el momento en que los cuidadores alimentan a los primates. Gracias en buena parte al esfuerzo y labor del Santuario Tacugama y a Bala Amarasekaran, el chimpancé ha sido declarado especie protegida y símbolo del país, por lo que se ha prohibido su caza y la destrucción de su hábitat.

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El centro cuenta con un ecolodge camuflado en la selva donde pasar la noche en coquetas cabañas repartidas por el parque y construidas, algunas, sobre los árboles. El complejo dispone de terrazas donde se practican sesiones de yoga, hamacas donde descansar y zonas comunes donde se ofrecen desayunos, comidas y cenas. Hasta este lugar sólo se puede llegar en vehículos 4x4 y uno de sus lemas es “Apadrina a un chimpancé”.
Tiwai, la ley de la selva
Además de Freetown, el viajero puede visitar otras ciudades como Bo o Kenema, puede trasladarse a otros enclaves costeros de ensueño como las Islas Tortuga, en el sur, o puede optar por adentrarse en el interior del país. En este laberinto de bosque tropical, de ríos caudalosos y colinas envueltas por la niebla, se reparten varias áreas protegidas ideales para la observación de la flora y fauna salvaje de esta zona del occidente africano. El Parque Nacional Gola Rainforest, las reservas forestales Kangari y Kambui Hills o las Montañas de Loma y el Monte Bintumani son nombres que deben recordar los amantes de la naturaleza virgen en su viaje por Sierra Leona. Sin embargo, por encima de estos reductos de biodiversidad se encuentra la Isla Tiwai.
Cerca de la frontera con Liberia y en mitad de las aguas del río Moa se esconde del resto de la civilización este enclave remoto. El Santuario de Vida Silvestre de la Isla Tiwai cuenta con 11 especies de primates como el mono Colobo, Diana, Dorado o chimpancé, además de 130 especies de aves.
Hay excursiones guiadas por los senderos de esta isla sin apenas edificaciones, para descubrir su riqueza biológica y travesías en canoa para tratar de avistar el hipopótamo pigmeo, una especie endémica de esta zona. Hablamos de un Amazonas en miniatura que merece un capítulo aparte.
Guía de viaje
Las claves para viajar a Sierra Leona
Cómo llegar. El aeropuerto internacional de Lungi-Freetown es la puerta de entrada al país. No recibe aún vuelos directos desde España por lo que la escala se suele hacer en París al volar con la aerolínea Air France.
Cómo moverse. Los transportes en Sierra Leona son lentos, especialmente si se decide viajar al interior del país, donde contar con conductor privado se convierte en una obligación. Muchos viajeros optan por contratar los servicios de una empresa local para la organización y apoyo en el viaje. IPC Travel es una excelente opción ya que cuenta con guías locales y preparados.
Dónde dormir. Sierra Leona es un país que cuenta con algunos hoteles y resorts de lujo que se combinan con diferentes ecolodges. Esta es una opción muy popular en el país que supera en calidad a las hospederías, pero no alcanza los estándares que se pueden esperar de un establecimiento similar en Europa.
Documentos y vacunación. Visado, Securipass, vacunación de la Fiebre Amarilla, tratamiento contra la malaria y seguro médico recomendable.