Asun Luján
Periodista redactora de Viajes National Geographic
La capital de Hungría ha recuperado el esplendor de su mejor época gracias a la renovación de su patrimonio y oferta cultural. El brillo que alcanzó en el siglo XIX, cuando sus avenidas, cafés literarios y teatros rivalizaban con los de Viena o París, ha vuelto a resurgir. Hoy como ayer, Budapest sigue siendo una de las principales capitales del Danubio, el gran río centroeuropeo cuyo cauce sirve de nexo entre los dos barrios históricos que dan nombre a la ciudad, Buda y Pest.
Lo mejor para descubrir la ciudad es utilizar los tradicionales tranvías amarillos que conectan todos sus barrios. También hay metro, por cierto el segundo más antiguo del mundo (1896), por lo que su Línea 1 está declarada Patrimonio de la Humanidad (2002). Cuando la climatología lo permite, realizar un crucero por el Danubio es una propuesta ineludible por ofrecer vistas inusuales de la ciudad.
Y un apunte muy armónico antes de vislumbrar las 7 visitas fundamentales en Budapest, y es su cualidad como destino musical. Además de sus numerosas salas de conciertos, la Basílica de San Esteban, el mayor templo de la ciudad, cuya cúpula ofrece vistas magníficas, se ha hecho famosa por sus conciertos de música clásica. Y por supuesto la Ópera Estatal, que cuando se inauguró en 1884 era uno de los liceos más opulentos y avanzados, en clara competencia con los de Viena o París.