La capital mallorquina tiene de todo y para todos. Si se llega en busca de historia, no defrauda: hay dos barrios antiguos, uno medieval y otro del siglo XVIII, más de una docena de iglesias, una catedral cuyo rosetón gigantesco se convierte en un calidoscopio dos días al año, un palacio de origen musulmán y otro de planta circular, un baluarte asomado al mar, judería, baños árabes…
Si lo que nos mueve es el arte, la oferta es también muy amplia: museos de arte contemporáneo y de arte medieval en recintos históricos, edificios modernistas y galerías repartidas por el centro antiguo. Pero hay más: la gastronomía tradicional y actual, de mercado y de autor tienen en Palma una representación de altura con los mercados, los comercios tradicionales, los hornos y restaurantes dirigidos por chefs premiados por su trayectoria y sus innovaciones culinarias. Y aunque sea todo un reto escoger qué ver, dónde detenerse y qué comprar, ahí va nuestra selección de sus siete indispensables.