Del 7 al 1

Siete imprescindibles para una escapada perfecta a Lisboa

Si se viaja por primera vez a la capital portuguesa lo mejor es empezar por estas siete coordenadas.

Siete imprescindibles para una escapada perfecta a Lisboa

Es, con toda seguridad, una de las ciudades más vibrantes del viejo continente, y más ahora que está viviendo una primavera creativa muy inspiradora. Un intangible que se suma a su incansable encanto decadente y a su transformación de esta decadencia en espacios creativos abiertos a todos los públicos. En definitiva, es difícil seguirle el paso a todos sus latidos, por lo que es mejor empezar por estos ‘musts’ ordenados de menos a más.

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En el #7: Un paseo por el Parque da Nações

Creado en 1998 para ser la sede de la Expo, este novedoso barrio resiste a la oxidación como puede. Y eso no es poco. Porque, por mucho que se antoje, en ocasiones, un tanto desangelado, esta zona puede presumir de haber sido el futuro hace 20 años y los vestigios de este hito siguen siendo válidos y atractivos. De hecho, ahí está la estación del norte de Calatrava, el maravilloso puente Vasco da Gama perdiéndose en el horizonte o el Pavilhão de Portugal en el que Siza desplegó todo su imaginario arquitectónico. Muy cerquita comienza a resplandecer Marvila y Braço da Prata, el último complejo industrial tomado por galerías, restaurantes y espacios culturales jóvenes.

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En el #6: Dominar la Praça do Comércio

Por alguna razón inexplicable, esta fantástica explanada no suele estar reconocida como una de las más bellas de Europa. Y sin embargo, tiene mucho de lo que presumir, desde sus dimensiones faraónicas a su delicada estética tan neoclásica en sus formas como ibérica en sus colores. Su salida al estuario la hace única, transformando el muelle en un cómodo asiento donde, de repente, el salitre y el oleaje hipnotizan a cualquiera. Además, las obras en la ribera hacen que caminar hasta Cais do Sodré sea regatear estilosas terrazas y modernos céspedes acolchados.

 

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En el #5: Conquistar Bairro Alto

Sin duda es una de las colinas más emblemáticas de la ciudad, una condición que, en parte, siempre otorgada por el magnetismo del Elevador de Santa Justa. Esta obra maestra de la ingeniería novecentista y del diseño art nouveau sigue siendo una de las formas más sexys de alcanzar esta animada zona. Otra de ellas es usando el funicular de Glória y, la más atrevida, la que exige subir desde La Ribera y la Calle Rosa hasta Luís de Camões con la consiguiente paradita en la Pensão Amor. Arriba espera el fantástico convento de Carmo pero, sobre todo, un laberinto de callejuelas que, pese a ser una cuadrícula, confunden a cualquiera.

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En el #4: Descubrir su Street Art

Precisamente fue en Bairro Alto donde comenzó a emerger la cultura urbana en los albores de los 2000. Una corriente poco a poco impulsada por la acción de la Galeria de Arte Urbana y del artista Vhils que la ha convertido en lo que es hoy en día: un lienzo para grafiteros de todo el mundo. Y todo ello desde la legalidad y desde el negocio, con el cuórum de vecinos y propietarios que, poco a poco, se suman a la moda de ceder sus muros para promover este nuevo estilo en la ciudad. Un ‘boom’ que se disfruta en lugares como la galería Underdogs o en la Underground Village, así como en los diferentes tours de arte urbano que han proliferado en el último lustro.

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En el #3: Volver a Bélem

No hace falta haber estado antes allí para regresar. Porque este verbo, en esta ocasión, se refiere más a un cambio de actitud con el que descubrir este barrio. Por supuesto esto no implica no probar los famosos pasteles ni evitar la portentosa Torre de Bélem ni el fastuoso monasterio de los Jerónimos. Lo que sí supone es remontar un poco el río para llegar hasta el novísimo MAAT, curiosear sus exposiciones y sumergirse en la fábrica anexa ahora reconvertido en un espacio cultural. Un nuevo aliciente para una zona que nunca será como lo era antes.

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En el #2: Colarse en la Lx Factory

Lleva más de una década demostrando que Lisboa tiene mucho más potencial que el que solía mostrar de forma ‘oficial’. Es decir, que en sus librerías, cocinas, talleres y estudios había y hay una generación que necesitaba expandirse en un espacio como este. ¡Y vaya si lo ha hecho! ¿Cómo? Pues ‘ocupando’ las plantas de esta vieja fábrica a la sombra del Puente de Alcántara y llenándolas de vida, negocios creativos y lenguajes sorprendentes. Algo que el viajero disfruta, ya sea por el mero embrujo de su ambiente o por rincones tan bonitos como Ler Devagar o Río Marvhila.

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En el #1: Perderse en Alfama

Pero si hay algo eterno en Lisboa eso es Alfama, la colina que rodea el castillo de San Jorge donde el tiempo no es que se haya detenido, es que se ha quedado aquí de vacaciones. ¿Por qué? Pues porque en sus intrincadas calles y escaleras no cabe el progreso, ni falta que hace. Pero sí los largos paseos entre callejuelas alicatadas, jardines verticales, solares reverdecidos y monumentos portentosos como el Panteón Nacional o la Sé de Lisboa. Y en medio de todo el Mirador de Santa Luzia, un lugar donde siempre está atardeciendo.