Es una de las grandes capitales verdes de Europa, del diseño y de la tecnología -entre otros casos de éxito, Spotify se fundó aquí en 2006 y no en Silicon Valley-. Mezcla de tradición y modernidad, Estocolmo seduce en un equilibrio perfecto entre la calidez y la introspección, junto con algunos toques de locura creativa suficientes como para despertar el amor a primera vista.
La ciudad se recorre como si se jugara al juego de la oca, de casilla en casilla, o mejor: de isla en isla. La capital sueca se reparte sobre un total de 14 islas rodeadas de aguas gélidas. Es lo que tiene fiar la elección del lugar de su fundación a un tronco soltado a la deriva. O eso es lo que explica la leyenda: que los burgueses de Sigtuna reunieron todo su capital después de que un incendio arrasara sus casas en 1187 y lo guardaron en un tronco hueco que lanzaron al mar. La cosa es que decidieron que allá donde acabara ellos levantarían una nueva ciudad. Y así hicieron. Desde entonces, Estocolmo vive volcada al mar, confiando ciegamente en su destino.