Javier Sánchez
Se podría decir que desde el comienzo de los tiempos, Malta ha sido deseada por todos y conquistada por unos pocos. Aunque su origen etimológico no está del todo definido, se cree que proviene del griego «Melite», que significa ‘dulce como la miel’, y no es para menos. Al igual que los cantos de sirena en la Odisea, la joya del Mediterráneo atrajo a sus costas a bizantinos, árabes, aragoneses, franceses y por último, ingleses, que la hicieron suya desde 1814 hasta 1964, año en que al fin consiguió su anhelada independencia. Una conquista impulsada, no sólo por su belleza natural, sino por su ubicación estratégica.
La consagración militar de la zona vino de la mano de los caballeros hospitalarios, una orden de templarios que dejó al país un legado de leyendas caballerescas sin igual. La Cruz de San Juan, el estandarte por excelencia da buena prueba de ello, al igual que las murallas y los castillos monumentales que gobiernan cada rincón de la isla. Una mezcla perfecta entre patrimonio histórico y natural que ha llevado al país más pequeño de la Unión Europea a ser uno de los lugares más codiciados entre los viajeros. Y para descubrirlo, nada como seguir estas pistas ordenadas de menos a más.