Situada en el extremo oeste de la península ibérica, Portugal conjuga tradición con modernidad, paisajes costeros con enclaves del interior, pequeñas villas con ciudades como Lisboa u Oporto, y todo eso aderezado con el peso de la historia. El resultado no puede ser otro que una larga lista de lugares espectaculares a lo largo del país que cada año reciben miles de visitas turísticas. ¿Pero por dónde empezar?

Ahora hace quince años, en 2006, el Ministerio de Cultura de Portugal decidió dar respuesta a la cuestión y junto a varias entidades impulsaron un concurso para decidir cuáles eran los monumentos más relevantes del Patrimonio Portugués.
Bajo el título de ‘Las Siete Maravillas de Portugal’, un grupo de expertos realizó una primera selección entre los enclaves clasificados por el Instituto Portugués de Patrimonio Arquitectónico (IPPAR). En total, casi 800 monumentos de los que solo quedaron 77 seleccionados. Luego, sería un Consejo compuesto por personalidades procedentes de sectores distintos el encargado de realizar una segunda selección, que se quedaría en 21 monumentos. El último escalón de este proceso que se prolongó aproximadamente un año tuvo a la sociedad civil como protagonista. Mediante internet y mensajería, los ciudadanos que quisieran podían votar los monumentos que ellos creían que debían formar parte de este selecto listado:
- Castillo de Guimarães: lugar de nacimiento del primer rey portugués.
- Castillo de Óbidos: uno de los pueblos medievales más bellos de Portugal.
- Monasterio de Batalha: una joya del gótico.
- Monasterio de Alcobaça: en él descansan hasta tres reyes.
- Monasterio de los Jerónimos: uno de los monumentos más visitados de Lisboa.
- Palacio Nacional da Pena: una fantasía arquitectónica que se puede ver en este vídeo y que, con la Quinta da Regaleira y su pozo iniciático conforma uno de los paisajes más sorprendentes del país.
- Torre de Belém: el faro del Tajo.
El resultado se conoció el 7 de julio de 2007, el mismo día en que se publicó la Declaración Universal de las nuevas maravillas del mundo. Una lista exigente en la que se han quedado atrás verdaderas joyas patrimoniales como la Universidad de Coímbra, la Torre de los Clérigos de Oporto, el templo romano de
Évora o el Palacio de Mateus.