
Son como faros en el horizonte, siluetas cuya visión ha sido anhelada por intrépidos marinos a su regreso a casa. Su emplazamiento no puede ser más romántico, salvaje y bello, en lo alto de impresionantes acantilados o en el fondo de profundos fiordos. De aquellos tiempos en los que estas pequeñas iglesias eran veneradas como símbolos de agradecimiento, se celebran hoy romerías y fiestas que ponen en relieve el peso de la historia y de la tradición. Visitas imperdibles, destinos obligados, cuya magia y belleza tienen la capacidad de transportarnos en el tiempo.