Castilla en miniatura

Siete pueblos medievales para descubrir en Soria

Un viaje en el tiempo, villa a villa, para adentrarse en una de las provincias más desconocidas de Castilla la Vieja.

Recorrer la provincia soriana supone encontrarse con pequeños tesoros en forma de pueblo. Esta ruta, por algunos de los más bonitos, rezuma historia y traslada al visitante hasta épocas celtíberas, romanas y medievales.

PARA LEER MÁS...

  1. Restaurantes de Soria para disfrutar (y saborear) la naturaleza

  2. De setas por Soria: bosques, consejos y restaurantes donde descubrir este manjar

  3. El pueblo de Soria con el único arco romano de tres vanos de España

  4. Vuelve el tren con el que viajar a Soria tras los pasos de Antonio Machado

Calatañazor
Foto: © iStock

Calatañazor

En lo alto de un cerro y rodeada por un castillo, se encuentra esta pequeña villa de origen medieval. Pasear por sus calles es como detener el tiempo en el siglo X, cuando Calatañazor alcanzó la fama en plena reconquista. Pues fue en este punto estratégico, que separaba la España cristiana de la musulmana, donde los sorianos en 1002 vencieron a caudillo al-Mansür bi-llah, más conocido como Almanzor. Una batalla que terminó haciendo que esta tierra pasase a formar parte de Castilla. Su trazado, mantenido desde la Edad Media, consiste en una empinada calle empedrada que finaliza en la plaza mayor y en la parte principal del castillo. Mientras, a sus lados se desarrolla una pequeña localidad con casas construidas con madera de sabina, barro y adobe. En su interior se puede visitar la iglesia románica de Nuestra Señora del Castillo y la ermita de la Soledad. Y, en las afueras, el Espacio Natural del Sabinar de Calatañazor. Un inmenso bosque con árboles gigantescos que hacen alejarse a cualquiera de la realidad.

Burgo de Osma
Foto: © iStock

Burgo de Osma

Este pueblo fue en antaño una antigua ciudad episcopal, desde que San Pedro de Osma eligiera como sede catedralicia un monasterio ubicado junto a su río. Cuenta con uno de los recintos medievales mejor conservados de toda la provincia y ha sido declarada Conjunto Histórico-Artístico. En el Burgo de Osma hay que visitar su plaza mayor, de estilo barroco del siglo XVIII, en donde se encuentra el antiguo Hospital de San Agustín y numerosas casas, de estilo castellano, cubiertas con soportales. Su catedral, de sorprendente monumentalidad, llama la atención por su estilo gótico clásico entremezclado con detalles barrocos. Igual que el Convento del Carmen, obra del siglo XVII que responde a los cánones arquitectónicos de la Orden del Carmelo. O la Universidad de Santa Catalina, actualmente convertida el hotel balneario Soria Termal.

 

Berlanga de Duero
Foto: © iStock

Berlanga de Duero

Durante la Edad Media, Berlanga de Duero, jugó un importante papel como parte del sistema defensivo del Califato. Y es que, estaba situado en la famosa línea fronteriza del Duero que separaba la tierra cristiana de la musulmana. De ahí que tenga una de las fortalezas más imponentes de la provincia. En sus calles se conserva, orgullosa, la arquitectura tradicional castellana que entremezcla las casas palaciegas con las casas de adobe típicas de la antigua barriada judía. Paseando por la villa se pueden ver la Excolegiata de Santa María del Mercado, la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad y la Picota, símbolo de autonomía jurisdiccional. Junto a ellas, otra de las visitas obligadas por ser un lugar de marcado interés cultural: la Ermita de San Baudelio, localizada a diez minutos  del centro del pueblo. Se trata de una ermita, de finales del siglo XI, que muchos la describen como la Capilla Sixtina del arte mozárabe. Aunque el exterior de este templo es de una sencillísima estructura, lo interesante está en su interior. Al entrar se olvida la austeridad de su arquitectura y se empieza a disfrutar de la historia que rezuman sus paredes, como la posibilidad de que en sus inicios fuera una mezquita y que con el paso del tiempo se cristianizase.

Rello
© iStock

Rello

Se trata de uno de los pueblos más desconocidos y sorprendentes de la provincia soriana. Está localizado en medio de la naturaleza, en lo alto de un cerro rocoso que forma parte del Espacio Natural Protegido de los Altos de Barahona. Rodeado por una muralla, de los siglos XII-XV, flanqueada con torres y almenas y una imponente puerta de entrada, en su interior guarda un conjunto medieval que fue declarado Bien de Interés Cultural en 2001. Sus calles, estrechas y empedradas, acogen una arquitectura muy bien cuidada de edificios señoriales hechos de piedra. La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, realizada a mediados del siglo XVII, la Ermita de las Angustias y la Torre Tiñón, una atalaya del siglo X que sirvió de vigilancia sobre río Duero para protegerles de los musulmanes, son algunos de los monumentos que se deben visitar si paseas entre sus calles.

 

Medinaceli
Foto: Shutterstock

Medinaceli

Al sur de la provincia de Soria, en el Valle del Jalón, se encuentra el que fuera un primitivo poblado celtibérico conquistado por los musulmanes, dándole el nombre de Medina Slim. A lo largo de su historia, celtas, romanos, cristianos y árabes pasaron por estas tierras dejando huellas en cada uno de sus rincones. De todas esas culturas quedan maravillosas reminiscencias que hacen de Medinaceli un municipio de gran valor cultural. Ejemplo de ello es su arco romano de triple arcada del siglo I d.C., cuya construcción es la única que se conserva en la península; la fortaleza de Medinaceli, ahora cementerio, que en su momento fue un alcázar árabe; la muralla, en la que se puede apreciar los restos de las diferentes murallas: romanas, árabes y cristiana; o, la Iglesia Colegiata de Medinaceli, de estilo renacentista y añadidos barrocos.

Yanguas
© Shutterstock

Yanguas

En plena comarca de Tierras Altas, entre los ríos Masas y Cidacos y colindando con la zona de Cameros Viejos de La Rioja, se encuentra el pueblo de Yanguas. Paso obligado de ejércitos, mercaderes, arrieros y ganaderos trashumantes, esta villa bebe de un pasado merinero y comerciante que les permitía comerciar por las ciudades y pueblos de Castilla. Un paseo por sus calles es capaz de trasladar a cualquier viajero al pasado. Los muros de piedra de sus casas, su suelo empedrado y los diferentes elementos arquitectónicos perfectamente conservados que se extienden a lo largo del pueblo le han llevado a ser declarado Conjunto Histórico-Artístico. Entre ellos se encuentran la Torre de San Miguel, la iglesia de San Lorenzo, el museo de Arte Sacro y su precioso Castillo del siglo XII, además de un puente medieval construido sobre el río Cidacos al que vale la pena acercarse. No hay que dejar pasar la oportunidad de recorrer también la ruta de las Icnitas para seguir de cerca las huellas de dinosaurios que en los comienzos habitaron esta zona.

 

Almazán
© Shutterstock

ALMAZÁN

La villa de Almazán ha sido a lo largo de la historia el lugar refugio y asentamiento de diversos pueblos de diferentes culturas. Celtíberos, romanos y árabes fueron algunos de los pobladores de un pueblo que a día de hoy cuenta con vestigios históricos de todo tipo. Concretamente en la Edad Media fue cuando nace la villa que se conoce hoy en día, cuando el Duero hizo de frontera entre cristianos y musulmanes, de ahí que no sorprenda el nombre al-ma-zan, que significa fortificado, en alusión al primitivo cerco musulmán. De aquella época queda en pie su recinto amurallado, construido en el siglo XII, uno de los principales conjuntos civiles de su patrimonio. Si se pasa por Almazán, vale la pena pasar por la puerta de la villa, ubicada en la Plaza Mayor, sobre la que se aloja el reloj público que sirve marcando las horas de la vida adnamantina. Allí mismo también se encuentra la iglesia de San Miguel, un templo románico del siglo XII declarado monumento nacional en 1931 y el Palacio de los Hurtado de Mendoza, uno de los palacios señoriales erigidos por la familia que le da nombre en los siglos XV y XVI. No muy lejos de la plaza se ubica la Ermita de Jesús, de estilo barroco del siglo XVII, donde se venera al patrón de Almazán, Jesús Nazareno. Tampoco hay que olvidar subir el Parque del Cinto para disfrutar de una de las mejores vistas de la villa.