Una aventura posible

Sin miedo a Groenlandia

Un viaje lleno de hallazgos a través del santuario de hielo inuit.

 Groenlandia. La sola mención del nombre lleva incorporadas imágenes de icebergs, extensiones de hielo y aventura, unas expectativas que no quedan defraudadas por muchas veces que se visite. Un resto de la última glaciación que no debería hallarse en una latitud tan meridional, pero que, de tan grande que es, se conserva a sí misma. Este cubito de hielo de unos 2700 km de largo y casi tres de espesor no es un mundo tan lejano. De hecho, Groenlandia se localiza a apenas cinco horas de Copenhague en vuelo directo, o a solo dos horas de Reikiavik, si se hace escala en Islandia, con conexión diaria desde España. Aventura, por tanto, accesible al gran público sin necesidad de ir equipado como un explorador polar, sobre todo en la costa sur y en la occidental, las que por su clima más suave están más habitadas y humanizadas.

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GettyImages-962601474. Aterrizando en Narsarsuaq

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Aterrizando en Narsarsuaq

La entrada a esta Groenlandia asequible son dos pistas de aterrizaje construidas por los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial como base para sus bombarderos y que hoy siguen siendo los dos únicos aeropuertos internacionales de la isla: Narsarsuaq, en el sur, y Kargelussuaq, en el oeste. La llegada al aeródromo de Narsarsuaq ya pone al viajero en situación. No hay nada más que la cinta negra de asfalto, unos depósitos de combustible, un hotel, algunos viejos barracones y un supermercado que vende de todo, desde chocolate a rifles. Lo chocante es su situación, en medio de un paraje de horizontes infinitos, sin árboles y con icebergs flotando en el vecino fiordo. ¡Toda una declaración de intenciones!

GettyImages-1046040628. Por el fiordo Eriksson

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Por el fiordo Eriksson

Desde Narsarsuaq se cruza en lancha neumática al otro lado del fiordo de Eriksson hasta Qassiarsuq, un típico poblado groenlandés. Qassiarsuq no es más que un puñado de casitas pintadas con los colores del parchís y distribuidas de forma anárquica al pie de una bahía con apenas un centenar de habitantes dedicados a la pesca y la ganadería. Pertenecen al pueblo inuit, que significa «la gente». Los europeos los llamamos «esquimales», que para ellos es un nombre ofensivo porque significa «los comedores de carne cruda».

shutterstock 1333006508. En busca de la herencia vikinga

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En busca de la herencia vikinga

Qassiarsuq es una visita importante en todo viaje a Groenlandia porque aquí están las huellas de los vikingos, los primeros europeos que pisaron la isla. Llegaron hacia el año 1000 siguiendo a Erik el Rojo, jefe de un clan familiar en Islandia condenado al destierro por el Parlamento de la isla. Erik navegó con su drakkar hacia occidente y se topó con una tierra que en aquella época vivía un periodo cálido y tenía pastos en las costas del sur. Estos vikingos islandeses fundaron aquí su primer asentamiento. Lo llamaron Brattahlíð y en él aguantaron casi 400 años.

En el 2000, para conmemorar la celebración del primer milenio de la llegada de los vikingos, se levantó en un promontorio de Qassiarsuq una gran estatua en honor de Leif Erikson, hijo de Erik, quien a bordo de naves a vela y remo llegó a las costas de Terranova, en Canadá. Fueron, por tanto, los primeros europeos en poner un pie en América. También se reconstruyó una de las casas en las que vivían, abierta ahora al público como Museo de Etnografía. Además de una  exposición sobre el pueblo inuit, el museo invita a los visitantes a vestirse con un traje de pieles o a tocar réplicas de herramientas y armas que utilizaban en el pasado los groenlandeses para sobrevivir. La localidad cuenta, además, con una reproducción del pequeño oratorio cristiano que Leif Erikson construyó para su esposa.

GettyImages-997784786. Travesía entre icebergs

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Travesía entre icebergs

Desde Qassiarsuq hay una agradable excursión a pie de un par de horas hasta Tasiusaq. Se trata de una rada protegida en el fiordo de Sermilik, donde suelen acumularse numerosos icebergs de distintos tamaños, y que resulta perfecta para navegar en kayak, remando entre estas colosales islas de hielo. Las corrientes marinas que rodean Groenlandia son las causantes de que la costa oeste, la que mira al continente americano, sea más cálida y habitable que la costa este, la que da hacia Islandia. De hecho, en la zona oriental vivió hasta bien entrado el siglo xix una comunidad inuit que nunca había sido contactada por los europeos.

Lo que no ha logrado corriente alguna es domesticar la extrema orografía groenlandesa, por lo que no existe ninguna carretera que una dos localidades ni que atraviese la isla. Todos los desplazamientos hay que hacerlos en avión, helicóptero o barco. Por eso para seguir viaje desde Narsarsuaq a la habitada costa occidental hay que tomar una de las tres opciones, ninguna barata.

shutterstock 1570325779. Rumbo a la capital

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Rumbo a la capital

a primera ciudad que aparece es Nuuk y, aunque parezca otra aldea con casas diseminadas un poco más grande que las demás, es la capital de la isla y acoge a 15.000 de los 56.000 habitantes que tiene Groenlandia. Nuuk, fundada por los daneses en 1773 en una bahía muy segura de la costa oeste –su nombre original era Godhaven, buen puerto–, es lo más parecido a una ciudad que encontrarás en este viaje: tiene hasta rotondas y dos grupos de semáforos, ¡los únicos de la isla! También alberga la Universidad y las oficinas gubernamentales.

Groenlandia pertenece a Dinamarca desde el siglo xviii y fue considerada colonia hasta 1953. En 1979 consiguió un mayor grado de autonomía, con gobierno y parlamento propios. Hoy día, la isla se debate entre sus ganas de independencia (el partido en el gobierno apuesta por ella) y la cruda realidad de que no sería autosuficiente –al menos con la calidad de vida actual– sin la generosa aportación de 576 millones de euros que cada año manda Copenhague, dos tercios del presupuesto nacional.

iStock-1184504846. Descubriendo Nuuk

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Descubriendo Nuuk

Groenlandia no produce nada, más que pescado y agua embotellada; bueno, hay una fábrica de cerveza también. Todo lo que se consume viene de fuera. La única opción de autosuficiencia económica sería vender los derechos sobre sus ingentes recursos mineros, pero eso significaría pasar de depender de la civilizada y social Dinamarca a estar en manos de multinacionales que solo pensarían en su beneficio. Elegir entre susto o muerte, vamos.

Los edificios de varias plantas que se ven en Nuuk son viviendas sociales en las que el gobierno danés obligó a realojarse a familias inuits que vivían diseminadas y con sus costumbres ancestrales ante la aparente ventaja de darles así mejores servicios. Este éxodo a la ciudad provocó grandes problemas de alcoholismo, desarraigo y suicidios en toda una generación.

Aunque Nuuk es pequeña, te saca del ensimismamiento de naturaleza salvaje generado durante el recorrido. Merece la pena una parada en esta ciudad solo por visitar el Museo Nacional, una excelente muestra etnográfica sobre la historia de la isla y del pueblo inuit, con una gran colección de piezas arqueológicas, vestuario, utensilios de pesca, reproducciones de casas tradicionales y un repaso a la historia precolonial y postcolonial de Groenlandia y sus culturas nativas

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Foto: Turismo de Groenlandia

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Dentro del museo

Las piezas más valiosas del Museo Nacional de Nuuk son las ocho momias de Qilakitsoq, halladas en un enterramiento cerca de Uumnannaq. Los cuerpos pertenecen a seis mujeres y dos niños –uno de 2 años y el otro de 6 meses– que vivieron hacia 1473 y cuyos cadáveres se momificaron de forma natural por las temperaturas bajo cero y la deshidratación causada por el viento. Su estudio ha aportado los datos más fiables que se conocen por ahora sobre el estilo de vida en el Ártico en aquella lejana época. Además de otra evidencia que descolocó a los antropólogos: el niño tenía síndrome de Down y el bebé, al parecer, fue enterrado vivo. Rompe esquemas descubrir que en un territorio tan extremo un clan familiar no mantuviera con vida a un miembro que nunca sería independiente ni aportaría nada al grupo.

iStock-186240798. Sisimiut y las ballenas

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Sisimiut y las ballenas

Siguiendo hacia el norte, la siguiente ciudad es Sisimiut, población pesquera con su correspondiente ración de casitas bajas y coloridas. Sisimiut funciona como base de una importante flota pesquera que tiene cupo para un porcentaje de las capturas anuales de ballenas a las que está autorizada Groenlandia. Para los groenlandeses la ballena forma parte de una dieta ancestral, igual que para otros pueblos lo son la carne de pollo, el cerdo o la ternera.

La Comisión Ballenera Internacional autoriza la pesca de una determinada cantidad de ballenas minke, jorobadas y boreal –también llamada de Groenlandia– para lo que se llama caza aborigen de subsistencia (ASW), una forma de compatibilizar la protección de los cetáceos y la tradición alimentaria de comunidades indígenas, especialmente del Ártico. En concreto a Groenlandia le corresponden 270 ballenas anuales, hasta que en 2025 se revise de nuevo el acuerdo. Una cantidad que a los groenlandeses les parece insuficiente.

En puertos como el de Sisimut es fácil entablar conversación con los pescadores, hablar con ellos de sus cuitas y ser invitado a probar el delicatesen local, el muktuk, trozos de piel y grasa de ballena que se mastican crudos y suponen un gran aporte de vitamina C. Eso sí, no digas que eres de Greenpeace porque no te darán más muktuk y la charla acabará abruptamente.

iStock-537505568. La imprescindible Ilulissat

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La imprescindible Ilulissat

El enclave más espectacular y de visita ineludible en la costa occidental de Groenlandia es Ilulisat. La tercera ciudad más grande de la isla (4500 habitantes) está situada al fondo de la sensacional bahía de Disko. Si se llega en barco, probablemente la nave tendrá que abrirse paso entre un caos de bloques de hielo que rascan el casco como si una lija gigante quisiera quitarle el caracolillo. Son icebergs que salen del Jakobshavn Isbræ, el glaciar más activo de todo el hemisferio norte, en cuya desembocadura está Ilulisat. De hecho, en groenlandés, ilulisat significa iceberg. El Jakobshavn Isbræ lanza al mar cada año más de 25 mil millones de toneladas de agua congelada, una cantidad solo superada por la Antártida. Se cree que el iceberg que hundió el Titanic salió de aquí.

Las coloridas casas de Ilulisat contrastan con el blanco azulado del paraje que la rodea. Las gigantescas islas de hielo parecen inmóviles, varadas en el fiordo; pero se mueven, aunque el ojo no lo aprecie. Y el paisaje no es el mismo por la mañana que por la tarde, ni al día siguiente. Los pescadores locales se desplazan por este laberinto blanco en sus barcas fueraborda con una velocidad y pericia pasmosas. Ilulisat está ya muy al norte, 200 km por encima del Círculo Polar Ártico. Pero tiene una calidad de vida envidiable: polideportivo, gimnasio, centro cultural, hospital, escuelas, biblioteca… y hasta una oficina de turismo de lo más moderna y bien dotada. Se nota que es la localidad más turística de Groenlandia.

iStock-179088150. Una 'fábrica' de icebergs

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Una 'fábrica' de icebergs

Una senda que parte del pueblo y más tarde se convierte en pasarela de madera permite caminar fiordo adentro, admirando el río de icebergs. En 40 minutos se llega a una colina desde la que se tiene una panorámica que quita la respiración. El frente del glaciar, es decir, el borde de la lengua de hielo, se halla 55 km aguas arriba. Todo lo que se ve desde este punto son icebergs desprendidos de ese frente y que flotan en el agua salada. Tardan entre 12 y 15 meses en recorrer esa distancia. De todas formas y pese a que el Jakobshavn tiene una cuenca de recepción de de 600 km2, ha retrocedido más de 20 km en los últimos años. La lengua glaciar ya prácticamente no toca el agua por lo que los trozos que se desgajan ya no son tan grandes como corresponde a un glaciar de marea, de los que terminan en el mar. Y muy pronto, los bloques de hielo que lleguen a Ilulisat serán mucho más pequeños y fragmentados, del tipo que caracteriza a un glaciar de valle, aquel cuyo frente está sobre la roca y no sobre el mar.

shutterstock 1570549951. Ua bahía llena de vida

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Ua bahía llena de vida

Los pequeños barcos turísticos culebrean como anguilas entre los témpanos azules que bloquean el fiordo. Sucede a veces que los icebergs alcanzan a medir un centenar de metros por encima de la superficie y tres veces ese tamaño bajo ella, y entonces se quedan atascados durante varios años en la bahía. Con suerte se puede ver desde la borda del barco alguna de esas montañas de hielo partiéndose y hundiéndose en el mar con gran estruendo.

Y es que, en Groenlandia, aunque el cambio climático la está transformando a marchas forzadas, todo es soberbio.