¿Y la vaquilla?

Sos del Rey Católico, la villa medieval de los confines de Aragón

Situada en la comarca de las Cinco Villas, su entramado de calles y detalles medievales son el escenario ideal para un viaje en el tiempo.

A Sos del Rey Católico le llegó el nombre actual ya entrado el S. XIX, con una orden de Alfonso XIII. Antes era solo Sos, que significa algo así como “sobre un alto”, aludiendo a su situación en altura; pero resulta que el 10 de marzo de 1452 nació en el Palacio de Sada el futuro rey Fernando el Católico y esa es una de esas efemérides que marcan a un lugar para siempre. Sea como sea, Sos del Rey Católico es de esos sitios en los que, como escribió el nómada y escritor Cees Nooteboom, se nota el peso de la historia al llegar o al salir: en cada una de esas piedras que se ven hay algo de la emoción de todos aquellos que pasaron antes.

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Foto: José Alejandro Adamuz

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En tierras de frontera

A la explanada donde se encuentra la iglesia de San Esteban se la conoce popularmente como el “rechelao” porque allí uno se queda más que helado, “rehelado”. También es un mirador privilegiado que prueba la estratégica ubicación de la villa para control de las tierras más noroccidentales de Aragón durante la Edad Media. A sus pies, el valle de Onsella de robles y carrascas y el santuario de Valentuñana, y a lo lejos, Sangüesa y se llega a divisar el Monasterio de Leyre e incluso la silueta de los Pirineos en los días más claros. Así es la comarca de las Cinco Villas donde se encuentra Sos, tan próxima a Navarra que incluso sus habitantes tienen prefijo telefónico navarro y no de Zaragoza como les correspondería por geografía administrativa.

 
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Foto: Shutterstock

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La Villa de las siete puertas

Al divisar Sos del Rey Católico por primera vez es fácil tener la sensación de que el pueblo surge directamente de las brumas del pasado. Se recorta en el horizonte la solitaria torre del homenaje, la espadaña de la iglesia, el mar de tejas, todo abrazado por la muralla y sus siete puertas con sus siete portales. Por una de aquellas pasó Doña Juana Enríquez, embarazada del futuro rey Fernando el Católico. De aquellas le quedó al portal nombre, el único que no hace referencia a una ubicación geográfica. La esbelta torre almenada, con matacán incluido, acaba por singularizar a la puerta.

Se pase por una u otra puerta, el caso es que se accede a un lugar de espíritu medieval donde abundan las casas de piedra, solariegas o populares, con escudo en la fachada o con geranios en los balcones, con ventanas góticas o renacentistas y con cuestas que suben o con cuestas que bajan.

 
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Foto: Jose Luis Lobera | Ayuntamiento de Sos

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Centro neurálgico y la historia de un eclipse

Alguien la colocó al revés y casi no se aprecia, pero en el soportal del mercado se puede llegar a leer una inscripción que dice que el 17 de septiembre de 1354 se oscureció el sol en ora prima. Esa inscripción que llega a pasar desapercibida convierte el mismo arco donde el oficial del mercado colgaba la balanza romana en un documento histórico, uno de los pocos testimonios medievales de un eclipse solar. 

El soportal ocupa un lateral de la plaza de la villa, verdadero epicentro de Sos, y hoy es la terraza del bar del pueblo. En el centro, de la misma, el ayuntamiento renacentista con ese gran alero de madera que tiene, que ha sido rehabilitado recientemente y que es típico de la arquitectura civil aragonesa. Tan volado que parece mentira que pueda aguantar ahí arriba sin caerse, casi flotando bajo el cielo, convertido en lugar de juego para las golondrinas. Enfrente del ayuntamiento, el colegio Isidoro Gil de Jaz, en un principio solo para niños. Las niñas de Sos tuvieron que esperar cien años más para tener su propia institución.

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Foto: Shutterstock

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Tiempo habitado

La población de Sos del Rey Católico no llega a las seiscientas personas. Hoy, la gran batalla la libran contra la despoblación y promete ser épica. Lo que sorprende en la villa es ver cómo los espacios históricos se ocupan para la vida actual. Así, el Colegio Isidoro Gil de Jaz, un edificio del s. XVIII, luce con dibujos en los cristales de sus alumnos. Son pocos, pero hoy usan como patio de juegos el espacio abierto de la lonja medieval, formado por un soportal porticado que a partir de las doce del mediodía se llena de luz. Arriba, está la biblioteca, cuyo fondo bibliográfico descansa en anaqueles que se apoyan en muros centenarios. Hoy es lugar de lectura y de conexión al wifi de uso gratuito. Si se pasa por el Palacio Español de Niño (del s. XVI) se escucharán desde la calle los compases de ensayo de la banda municipal y de los alumnos de la escuela de música.   

 
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Foto: José Alejandro Adamuz

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Sal si puedes...

Ocurrió hace muchos siglos, pero aún queda rastro de lo sucedido si se sabe mirar con atención. Justo detrás del Palacio de Sada, el lugar donde nacería quien con el correr del tiempo acabaría firmando la expulsión de los judios de España, se encuentra el Barrio Alto donde vivían los judíos de Sos. No podían imaginar que aquel recién nacido acabaría con la vida tal como la conocían ellos hasta entonces firmando el 31 de marzo de 1492 los edictos de Granada. Cuando eso sucedió les tocó o bien irse al cercano Reino de Navarra o quedarse. Si escogían esto último, debían demostrar su nueva fe cristiana marcando una cruz en la entrada de sus casas, junto al orificio donde hasta entonces habían colocado la mezuzá. La cruz se puede encontrar en un par de casas de la treintena que constituyen la antigua judería, recorridas por una serie de callejuelas de estructura laberíntica que tienen su epítome en la Calle Salsipuedes, que por algo será el nombre que recibe. Hoy la Sinagoga es una vivienda de turismo rural, cuya fachada vive nuevos tiempos gracias a la restauración bajo las estrictas ordenanzas urbanísticas que rigen en todo el recinto amurallado y que fue reconocida como el Primer Premio de Restauración de Fachadas en 2007.

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Foto: José Alejandro Adamuz

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Espacio Berlanga

“¡Cuidado mi teniente, cuidado conmigo, eh! Hemos corrido un encierro, nos hemos tragado una misa, hemos llevado una virgen, hemos cargado con un marqués, usted ha afeitado a un fascista, a mí me han pegado una cornada, éste... ¡se ha cagao!, a éste... lo han vestido de sacristán y a éste le han puesto los cuernos... y todo por la jodida vaca ¡Qué le den mucho por el saco a la vaca! Yo me voy a comer”. Han pasado ya más de 35 años del momento del rodaje La Vaquilla (1985) en el que Alfredo Landa dijo la frase anterior, pero el recuerdo de aquellos días en los que la película de José Luis García Berlanga revolucionó el pueblo y los alrededores sigue muy vivo entre los sosienses de mayor edad. Alguno tal vez incluso recuerda a los actores salir del Parador Nacional caracterizados directos al rodaje del director perfeccionista -cuentan las crónicas que no dudaba en repetir las escenas las veces que fuera: hasta en cuarenta y una ocasiones tuvo que correr Alfredo Landa colina arriba para lograr el plano adecuado-. Recientemente, se celebró en el pueblo el centenario del nacimiento del director y hay una ruta para los más mitómanos que marca los escenarios que aparecen en la película y que llega hasta las vecinas ruinas de Ruesta.

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Foto: Ayuntamiento de Sos

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Iglesia de San Esteban: nunca se empieza la casa por el tejado

En su día en los bancos corridos a sendos lados del pasillo donde hoy los turistas aprovechan para sentarse -la verdad es que corre el aire y se está bien fresquito- hubo cuerpos enterrados, tal como marcan las 22 cruces que aún se pueden ver en la pared. Pero ya fueron exhumados, así que no hay prejuicio alguno que valga a la hora de darse un descanso. El pasillo comunica la cripta, la joya patrimonial de Sos, con la iglesia de San Esteban. 

Es desde la cripta de Santa María del Perdón que se comenzó a construir la iglesia como un recurso técnico para salvar el fuerte desnivel existente, de unos treinta metros de altura total tal como se ve en la caída vertical de sus ábsides. De alguna forma, la cripta funciona como cimiento y contribuye a que la iglesia superior sea más alta y más amplia. Sirvió de lugar de enterramiento y de culto mientras se siguió construyendo la iglesia superior. Tal vez por ello, la profusión decorativa con una bellísimas pinturas góticas de subido tono rojizo y los dos capiteles adosados a la línea de cabecera tallados con gran maestría, atribuidos al maestro Esteban, el mismo que dejó su impronta en Santiago de Compostela.

Arriba, la portada principal, deteriorada por el frío y el viento que da en esta parte de la villa, sirve de acceso al interior del templo en cuyo interior se encuentra la pila bautismal del s. VII en forma de flor donde fue bautizado Fernando el Católico. Destaca junto a una talla del S. XII de un cristo románico, la sillería del coro de mediados del XVI y el órgano rococó.

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Foto: Paradores

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¿Un pueblo medieval con una calle dedicada a un arquitecto moderno?

La memoria, sea lo que sea, se mantiene intacta en Sos del Rey Católico. Tanto que incluso lo nuevo se confunde con lo antiguo, como si pasado y presente estuvieran unidos sin fin de continuidad. Es lo que sucede con el Parador Nacional de Sos del Rey Católico, por ejemplo, que es un edificio que quiere ser medieval. Por fuera casi lo parece si se observa con descuido, pero en realidad es un proyecto de nueva planta del arquitecto Sainz Vicuña de los años 70. El Parador está en una ubicación privilegiada, integrado de forma escalonada para no alterar el perfil de la villa en exceso, lo que lo transforma en un mirador estupendo sobre la villa. Ver un atardecer desde la terraza o desde los amplios ventanales del restaurante, mientras se saborea alguno de los platos más típicos de la Comarca de las Cinco Villas es el cierre perfecto a este viaje en el tiempo que puede comenzar en la Calle Arquitecto Sainz Vicuña una vez se dejan las maletas en el Parador de Sos del Rey Católico.