El Teide cobija el valle de La Orotava como un gigantesco guardián dormido. Se cree que la nieve de su cumbre propició el topónimo Nivaria, el nombre con que Plinio el Viejo introdujo la isla en la historia. Por el mismo motivo quizá desde mucho antes era ya Tener Ifez, la Montaña Blanca en idioma tamazight, que sumaba milenios cuando los castellanos conquistaron finalmente la isla en 1496. No todo el mundo sabe que Tenerife fue rendida al mismo tiempo que aquel Nuevo Mundo que Colón había encontrado camino de las Indias orientales. Ni que sus habitantes, los guanches, eran altos y de piel clara, desconocían los metales y habitaban aún en el Neolítico. Ni que durante mucho tiempo se les buscaron reminiscencias nórdicas e incluso atlantes, sin saber que su origen estaba a solo 100 km, en la costa norteafricana, la tierra del pueblo bereber o amazigh.