Cualquier alpinista experimentado dirá que alcanzar su cima (6.193 metros) es uno de los retos más peligrosos de este noble deporte. Y es que el Denali, en Alaska, demuestra que la altura no lo es todo en una montaña. Lejos de los grandes ocho miles como el Annapurna, el Nanga Parbat, el K2 o el Everest, el Denali destaca por ser uno de los picos más septentrionales del mundo, a pocos grados del círculo polar ártico, algo que le confiere el honor de ser la montaña más fría fuera del continente antártico. Si a eso se le suma el hecho de que en estas coordenadas, la atmósfera es más delgada y por ende, la presión es más baja de lo normal, entonces el Parque Nacional Denali se convierte en uno de los lugares más remotos e inaccesibles del mundo.
Pues bien, en su interior se encuentra The Sheldon Chalet, un antiguo refugio de montaña convertido hoy en uno de los hoteles de lujo más preciados para aquellos que desean evadirse y disfrutar de la naturaleza más extrema y pura. Como detalle, está construido sobre un glaciar a 1.800 metros sobre el nivel del mar y rodeado de un anfiteatro de roca y nieve que se extiende 56 kilómetros.