En profundidad

Todos los secretos de la Alhambra de Granada

Un recorrido completo con Sierra Nevada de telón de fondo para descubrir la arquitectura, historia y leyendas de este Patrimonio de la Humanidad.

La Alhambra es el conjunto más importante de arquitectura militar y palatina que se conserva del periodo nazarí. Antes que palacio fue una fortificación amurallada que pregonaba el poder de los príncipes. El recorrido por este monumento Patrimonio de la Humanidad depara sorpresas como la contemplación de exquisitos palacios y patios fragantes. Un conjunto enmarcado por las laderas de Sierra Nevada, que ha sido inagotable fuente de inspiración para artistas de todos los géneros y épocas. 

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dimitry-b-uDl5opHop7E-unsplash. Un nombre, muchas teorías

Photo by Dimitry B on Unsplash

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Un nombre, muchas teorías

A pesar de que para la mayoría su nombre deriva de al-Hambra, «fortaleza roja» en árabe, existen otras teorías. Para algunos se la conoce así por la arcilla de la colina sobre la que se levanta; otros dicen que porque fue construida de noche y a la luz de las antorchas; o porque «el Rojo» era el apelativo de su fundador, Muhammad I, quien trasladó su residencia real del Albaicín al cerro donde se encontraba la Alcazaba amurallada del siglo IX. Fue el primero de los 23 sultanes que la ocuparon.

La Alhambra fue fruto de la alquimia que transformó la roca en vergel. Las obras que se iniciaron en el siglo XIII convirtieron aquel enclave seco y pedregoso en un auténtico oasis. Se alzaron refinados palacios, se rellenaron barrancos, se canalizó el agua del río Darro para regar los jardines, se plantaron jazmines, arrayanes, rosaledas, cipreses y árboles frutales, y se abrieron patios con refrescantes fuentes para el disfrute del sultán, de su familia y de su harén.

shutterstock 1618910380. Un tribunal a las puertas

Foto: Shutterstock

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Un tribunal a las puertas

La Puerta de la Justicia, el más espléndido e imponente acceso a la Alhambra, fue edificado el año 1348 por orden del sultán Yusuf I. Se dice que bajo su arco de herradura cubierto tomaba asiento el tribunal que juzgaba los asuntos del pueblo. La llave y la mano, los dos símbolos imperecederos de la ley mahometana, están tallados en sus muros. Pese a ser un monumento de origen musulmán, guarda una hornacina con una Virgen que los Reyes Católicos mandaron colocar. Tras franquear la Torre de la Justicia se abre la pequeña Puerta del Vino, que da paso a la suave colina que lleva a la plaza de los Aljibes, desde la que se tiene la primera visión interior del conjunto.

jorge-fernandez-salas-Rp5yyPv8G7o-unsplash (1). Un palacio cristiano (y renacentista) entre tesoros musulmanes

Photo by Jorge Fernández Salas on Unsplash

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Un palacio cristiano (y renacentista) entre tesoros musulmanes

El rey Carlos V, enamorado de la Alhambra, decidió erigir en ella un palacio renacentista que hoy es uno de los primeros edificios que se contemplan al entrar en el recinto. Se empezó a construir en 1526, con una fachada que combina columnas de estilos dórico y jónico y se adorna con frisos de cabeza de toro de inspiración grecorromana. En el interior se abre un patio circular alrededor del cual se reparten las dependencias del Museo de la Alhambra, donde se exhibe la mejor colección existente de arte nazarí, con muchas piezas recuperadas durante las excavaciones de su reconstrucción.

iStock-1156956507. Fortaleza antes que palacio

Foto: iStock

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Fortaleza antes que palacio

La plaza de los Aljibes, donde hubo un patio de armas y hoy se alinea una arboleda, da paso a la Alcazaba militar, que resalta en la Alhambra por el tono rojizo de sus ladrillos. Una enmarañada red de galerías y pasadizos subterráneos tejen un laberinto desconocido e inquietante que no se sabe a dónde va a dar. Es la parte más antigua de la Alhambra, cuyas primeras partes datan del siglo IX. El conjunto fue erigido en tiempos de Muhammad I, quien fijo en ella su residencia. Posteriormente esta zona amurallada pasó a tener una función de cuartel de los soldados. La Alcanza está adornada con las torres defensivas de la Vela y del Homenaje, apodadas las Bermejas, desde las que se aprecian vistas del valle donde se extiende Granada. La primera de estas torres quedó muy afectada por un terremoto en el siglo XVI. Cuando se reconstruyó en el XIX se le añadió una espadaña cuya campana se hace sonar en ocasiones especiales.

iStock-184989181. División de poderes... al menos en los palacios

Foto: iStock

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División de poderes... al menos en los palacios

Mientras los palacios de Comares y el de los Leones estaban destinados a las dependencias privadas de los príncipes, el Palacio de Mexuar reunía las estancias administrativas del poder nazarí. Una curiosidad es que en la Alhambra todo estaba ideado para que personas de distintos estamentos nunca se cruzaran. En el patio del palacio se realizaban las reuniones de ministros y las crónicas relatan que el sultán, sentado cómodamente, escuchaba las súplicas de sus súbditos e impartía justicia. Luego los funcionarios rubricaban sus dictados en el Cuarto Dorado, una sala anexa con una techumbre de madera exquisitamente tallada.

hari-nandakumar-YU8B9FA886g-unsplash. El espejo de agua de los Arrayanes

Photo by Hari Nandakumar on Unsplash

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El espejo de agua de los Arrayanes

En el cofre de pequeños oasis de la Alhambra, el Patio de los Arrayanes destaca por ser el más grande y majestuoso. En su centro tiene una alberca de 30 m de largo y al fondo una galería con columnas, suelos de mármol y adornos de cerámica y zócalos, decorados con una pigmentación cuya fórmula aún no ha sido descubierta. Por ella se entra a la Sala de la Barca, a través de un arco adornado con mocárabes. Sus muros están recubiertos por bellas filigranas en yeso que reproducen escudos del reino y en caligrafía árabe el lema de la dinastía «Solo Dios es vencedor».

iStock-1053101196. Alegoría del paraíso

Foto: iStock

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Alegoría del paraíso

El Patio de los Leones no es solo el emblema de este conjunto. Es, también una alegoría simbólica del paraíso, tal y como lo concibe la mística árabe. Tal vez por ello a su alrededor alojaba entre otras estancias las del harén del sultán. Está dividido en cuatro partes separadas por canales que vierten sus aguas en la fuente central, celosamente guardada por doce leones surtidores. A su alrededor tiene una galería con columnas que podrían recordar a un claustro cristiano. Situado en el centro del palacio homónimo, incluye dos pabellones laterales precedidos por arcos decorados con mocárabes que simulan cortinajes.

iStock-92927937. Un lugar para avasallar a los embajadores

Foto: iStock

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Concebido para impresionar

Al oeste del patio de abre la Sala de los Reyes, estancia cubierta por cúpulas separadas por arcos dobles, que era el escenario de recepciones y grandes celebraciones. Aquí llegaban las embajadas extranjeras que el rey recibía sentado en mullidos cojines, y de aquí partían hacia sus reinos para contar las maravillas vistas en la la Alhambra.

alhambra-de-granada-hall-of-the-two-sisters-picture-id176846571. Exuberancia para Muhamed V

Foto: iStock

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Exuberancia para Muhamed V

Del otro lado, la Sala de las Dos Hermanas, posiblemente la más bella del recinto. Los más románticos afirman que en ella habitaban dos hermosas moras, mientras otros dicen que ese nombre se debe a las grandes losas gemelas de alabastro que cubren el suelo. La primera función de esta pequeña estancia era ser oficina del sultán y en ella se hallaba el trono de Muhamed V. Hoy perviven la decoración con delicados azulejos y ricos trabajos en yeso, pero se sabe por las crónicas que estaba decorada con muebles fabricados en maderas exóticas, tapices de telas traídas de los mejores puertos del Mediterráneo y vidrieras que cerraban las balconadas que se asoman a los jardines.

iStock-1131294562. La sala de la fuente que emana sangre

Foto: iStock

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La fuente de la que manaba sangre

La Sala de los Abencerrajes es una de las que también se despliega en el Palacio de los Leones. Su nombre se debe a una poderosa familia que se enfrentó de forma fatal al último rey de Granada. La leyenda cuenta que sus miembros más ilustres fueron pasados a cuchillo cuando Boabdil supo que uno de ellos era amante de su esposa. Se dice que durante un tiempo de sus fuentes brotaba sangre; hoy el agua rojiza es fruto de sustancias ferrosas. La zona central de la sala está iluminada por una luz atenuada que procede de las pequeñas oberturas de su cúpula, una de las joyas decorativa de la Alhambra.

1660px-Hall of Ambassadors - Alhambra (5). El lugar más espiritual del conjunto

Foto: José Luiz Bernardes Ribeiro (Wikimedia Commons)

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El lugar más espiritual del conjunto

Los siete cielos del cosmos, los siete firmamentos que según la doctrina islámica debe recorre el alma del creyente hasta llegar al octavo, donde reside Alá, están representados en la Torre de Comares, una obra maestra de la carpintería nazarí. Contiene el Salón de los Embajadores, el corazón de la vida política del Reino de Granada y un libro abierto con inscripciones talladas que reproducen poemas y oraciones. En un lateral tenía un balcón secreto, desde el que el escritor norteamericano Washington Irving, que vivió en la Alhambra durante su segundo viaje a Granada de 1829, cuando el recinto estaba ocupado por gentes del pueblo, disfrutaba por las noches contemplando el firmamento. El libro que escribió de sus vivencias, Cuentos de la Alhambra, es un compañero de viaje recomendable.

iStock-629962586. El spa del Reino

Foto: iStock

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El spa del Reino

El pequeño palacio del Partal, el más antiguo de la Alhambra, está rodeado por jardines añadidos en el siglo XIX que se extienden hasta la explanada de la Torre de las Damas, el lugar donde se reunían las mujeres que vivían en la Alhambra. El edificio tiene un pórtico con cinco arcos que se reflejan en un estanque. En su interior se pueden ver las únicas pinturas originales que se conservan del siglos XIV. Una escalera conduce a un mirador superior.

Muy cerca se puede recorrer el Patio de Lindaraja, de clara fisonomía claustral, que comunica con la Sala del Peinador de la Reina y la Sala de Camas, antesala a los Baños de la Alhambra, que servía de vestuario. Los Baños, al servicio exclusivo del sultán, su familia y sus invitados, fueron construidos en tiempos de Yusuf I siguiendo el modelo de las termas romanas: con una sala de agua fría, templada y otra de vapor.

iStock-469901664. Residencia de verano

Foto: iStock

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Residencia de verano

Fuera de las primeras murallas se extienden el Palacio y los Jardines del Generalife, donde los sultanes se trasladaban con su familia y el harén los meses de más calor. El edificio central cuenta con dos terrazas, con las estancias en la parte superior mientras que la inferior estaba repleta de patios con fuentes y estanques. El mayor de todos es el Patio de la Acequia, perfumado por rosales, naranjos y plantas aromáticas. Más sencillos, pero igual de cautivadores, son los patios de los Cipreses y el de la Escalera de Agua, que asciende hasta un mirador que mira a Granada.

iStock-1060473078. Pura ingeniería civil

Foto: iStock

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Pura ingeniería civil

Los Jardines del Generalife eran el lugar de retiro y de esparcimiento de los sultanes granadinos. De claras raíces orientales, tienen en el agua su principal elemento. Cuando se crearon en el siglo XIV, se trajo el agua del Darro por acequias y aljibes para regar su vegetación. Todavía conserva los cipreses que sombreaban a los sultanes. Hoy los Jardines de la Alhambra, además del lugar donde reposar la visita de los palacios, es el escenario de muchos eventos culturales, entre ellos el Festival de Música y Danza de la Alhambra, que cada verano se desarrolla entre junio y julio.

 

dimitry-b-uDl5opHop7E-unsplash

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A pesar de que para la mayoría su nombre deriva de al-Hambra, «fortaleza roja» en árabe, existen otras teorías. Para algunos se la conoce así por la arcilla de la colina sobre la que se levanta; otros dicen que porque fue construida de noche y a la luz de las antorchas; o porque «el Rojo» era el apelativo de su fundador, Muhammad I, quien trasladó su residencia real del Albaicín al cerro donde se encontraba la Alcazaba amurallada del siglo IX. Fue el primero de los 23 sultanes que la ocuparon.

 

La Alhambra fue fruto de la alquimia que transformó la roca en vergel. Las obras que se iniciaron en el siglo XIII convirtieron aquel enclave seco y pedregoso en un auténtico oasis. Se alzaron refinados palacios, se rellenaron barrancos, se canalizó el agua del río Darro para regar los jardines, se plantaron jazmines, arrayanes, rosaledas, cipreses y árboles frutales, y se abrieron patios con refrescantes fuentes para el disfrute del sultán, de su familia y de su harén.

Photo by Dimitry B on Unsplash

La Alhambra, un nombre y muchas teorías

 A pesar de que para la mayoría su nombre deriva de al-Hambra, «fortaleza roja» en árabe, existen otras teorías. Para algunos se la conoce así por la arcilla de la colina sobre la que se levanta; otros dicen que porque fue construida de noche y a la luz de las antorchas; o porque «el Rojo» era el apelativo de su fundador, Muhammad I, quien trasladó su residencia real del Albaicín al cerro donde se encontraba la Alcazaba amurallada del siglo IX. Fue el primero de los 23 sultanes que la ocuparon.

La Alhambra fue fruto de la alquimia que transformó la roca en vergel. Las obras que se iniciaron en el siglo XIII convirtieron aquel enclave seco y pedregoso en un auténtico oasis. Se alzaron refinados palacios, se rellenaron barrancos, se canalizó el agua del río Darro para regar los jardines, se plantaron jazmines, arrayanes, rosaledas, cipreses y árboles frutales, y se abrieron patios con refrescantes fuentes para el disfrute del sultán, de su familia y de su harén.

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La más espléndida e imponente de las puertas de acceso a la Alhambra fue edificada el año1348 por orden del sultán Yusuf I. Se dice que bajo su arco de herradura cubierto tomaba asiento el tribunal que juzgaba los asuntos del pueblo. La llave y la mano, los dos símbolos imperecederos de la ley mahometana, están tallados en sus muros. Pese a ser un monumento de origen musulmán, guarda una hornacina con una Virgen que los Reyes Católicos mandaron colocar. Tras franquear la Torre de la Justicia se abre la pequeña Puerta del Vino, que da paso a la suave colina que lleva a la plaza de los Aljibes, desde la que se tiene la primera visión interior del conjunto.

Foto: Shutterstock

Acceso: un tribunal a las puertas

La Puerta de la Justicia, el más espléndido e imponente acceso a la Alhambra, fue edificado el año 1348 por orden del sultán Yusuf I. Se dice que bajo su arco de herradura cubierto tomaba asiento el tribunal que juzgaba los asuntos del pueblo. La llave y la mano, los dos símbolos imperecederos de la ley mahometana, están tallados en sus muros. Pese a ser un monumento de origen musulmán, guarda una hornacina con una Virgen que los Reyes Católicos mandaron colocar. Tras franquear la Torre de la Justicia se abre la pequeña Puerta del Vino, que da paso a la suave colina que lleva a la plaza de los Aljibes, desde la que se tiene la primera visión interior del conjunto.

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El rey Carlos V, enamorado de la Alhambra, decidió erigir en ella un palacio renacentista que hoy es uno de los primeros edificios que se contemplan al entrar en el recinto. Se empezó a construir en 1526, con una fachada que combina columnas dóricas y jónicas y se adornan con frisos de cabeza de toro de inspiración grecorromana. En el interior se abre un patio circular alrededor del cual se reparten las dependencias del Museo de la Alhambra, donde se exhibe la mejor colección existente de arte nazarí, con muchas piezas recuperadas durante las excavaciones de su reconstrucción.

Photo by Jorge Fernández Salas on Unsplash

Un palacio cristiano (y renacentista) entre tesoros musulmanes

El rey Carlos V, enamorado de la Alhambra, decidió erigir en ella un palacio renacentista que hoy es uno de los primeros edificios que se contemplan al entrar en el recinto. Se empezó a construir en 1526, con una fachada que combina columnas de estilos dórico y jónico y se adorna con frisos de cabeza de toro de inspiración grecorromana. En el interior se abre un patio circular alrededor del cual se reparten las dependencias del Museo de la Alhambra, donde se exhibe la mejor colección existente de arte nazarí, con muchas piezas recuperadas durante las excavaciones de su reconstrucción.

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La plaza de los Aljibes, donde hubo un patio de armas y hoy se alinea una arboleda, da paso a la Alcazaba militar, que resalta en la Alhambra por el tono rojizo de sus ladrillos. Una enmarañada red de galerías y pasadizos subterráneos tejen un laberinto desconocido e inquietante que no se sabe a dónde va a dar. Es la parte más antigua de la Alhambra, cuyas primeras partes datan del siglo IX. El conjunto fue erigido en tiempos de Muhammad I, quien fijo en ella su residencia. Posteriormente esta zona amurallada pasó a tener una función de cuartel de los soldados. La Alcanza está adornada con las torres defensivas de la Vela y del Homenaje, apodadas las Bermejas, desde la que se aprecian vistas de Granada. La primera de estas torres quedó muy afectada por un terremoto en el siglo XVI. Cuando se reconstruyó en el XIX se le añadió una espadaña cuya campana se hace sonar en ocasiones especiales.

Foto: iStock

Fortaleza antes que palacio

La plaza de los Aljibes, donde hubo un patio de armas y hoy se alinea una arboleda, da paso a la Alcazaba militar, que resalta en la Alhambra por el tono rojizo de sus ladrillos. Una enmarañada red de galerías y pasadizos subterráneos tejen un laberinto desconocido e inquietante que no se sabe a dónde va a dar. Es la parte más antigua de la Alhambra, cuyas primeras partes datan del siglo IX. 

El conjunto fue erigido en tiempos de Muhammad I, quien fijo en ella su residencia. Posteriormente esta zona amurallada pasó a tener una función de cuartel de los soldados. La Alcanza está adornada con las torres defensivas de la Vela y del Homenaje, apodadas las Bermejas, desde las que se aprecian vistas del valle donde se extiende Granada. La primera de estas torres quedó muy afectada por un terremoto en el siglo XVI. Cuando se reconstruyó en el XIX se le añadió una espadaña cuya campana se hace sonar en ocasiones especiales.

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Mientras los palacios de Comares y el de los Leones estaban destinados a las dependencias privadas de los príncipes, el Mexuar reunía las estancias administrativas del poder nazarí. Una curiosidad es que en la Alhambra todo estaba ideado para que personas de distintos estamentos nunca se cruzaran. En el patio del palacio se realizaban las reuniones de ministros y las crónicas relatan que el sultán, sentado cómodamente, escuchaba las súplicas de sus súbditos e impartía justicia. Luego los funcionarios rubricaban sus dictados en el Cuarto Dorado, una sala anexa con una techumbre de madera exquisitamente tallada.

Foto: iStock

División de poderes... Al menos en los palacios

Mientras los palacios de Comares y el de los Leones estaban destinados a las dependencias privadas de los príncipes, el Palacio de Mexuar reunía las estancias administrativas del poder nazarí. Una curiosidad es que en la Alhambra todo estaba ideado para que personas de distintos estamentos nunca se cruzaran. En el patio del palacio se realizaban las reuniones de ministros y las crónicas relatan que el sultán, sentado cómodamente, escuchaba las súplicas de sus súbditos e impartía justicia. Luego los funcionarios rubricaban sus dictados en el Cuarto Dorado, una sala anexa con una techumbre de madera exquisitamente tallada.

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En el cofre de pequeños oasis de la Alhambra, el Patio de los Arrayanes destaca por ser el más grande y majestuoso. En su centro tiene una alberca de 30 m de largo y al fondo una galería con columnas, suelos de mármol y adornos de cerámica y zócalos, decorados con una pigmentación cuya fórmula aún no ha sido descubierta. Por ella se entra a la Sala de la Barca, a través de un arco adornado con mocárabes. Sus muros están recubiertos por bellas filigranas en yeso que reproducen escudos del reino y en caligrafía árabe el lema de la dinastía «Solo Dios es vencedor».

Photo by Hari Nandakumar on Unsplash

Los Arrayanes, un espejo de agua

En el cofre de pequeños oasis de la Alhambra, el Patio de los Arrayanes destaca por ser el más grande y majestuoso. En su centro tiene una alberca de 30 m de largo y al fondo una galería con columnas, suelos de mármol y adornos de cerámica y zócalos, decorados con una pigmentación cuya fórmula aún no ha sido descubierta. Por ella se entra a la Sala de la Barca, a través de un arco adornado con mocárabes. Sus muros están recubiertos por bellas filigranas en yeso que reproducen escudos del reino y en caligrafía árabe el lema de la dinastía «Solo Dios es vencedor».

iStock-1053101196

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El Patio de los Leones no es solo el emblema de este conjunto. Es, también una alegoría simbólica del paraíso, tal y como lo concibe la mística árabe. Tal vez por ello a su alrededor alojaba entre otras estancias las del harén del sultán. Está dividido en cuatro partes separadas por canales que vierten sus aguas en la fuente central, celosamente guardada por doce leones surtidores. A su alrededor tiene una galería con columnas que podrían recordar a un claustro cristiano. Situado en el centro del palacio homónimo, incluye dos pabellones laterales precedidos por arcos decorados con mocárabes que simulan cortinajes.

Foto: iStock

Alegoría del paraíso

El Patio de los Leones no es solo el emblema de este conjunto. Es, también una alegoría simbólica del paraíso, tal y como lo concibe la mística árabe. Tal vez por ello a su alrededor alojaba entre otras estancias las del harén del sultán. Está dividido en cuatro partes separadas por canales que vierten sus aguas en la fuente central, celosamente guardada por doce leones surtidores. A su alrededor tiene una galería con columnas que podrían recordar a un claustro cristiano. Situado en el centro del palacio homónimo, incluye dos pabellones laterales precedidos por arcos decorados con mocárabes que simulan cortinajes.

iStock-92927937

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Al oeste del patio de abre la Sala de los Reyes, estancia cubierta por cúpulas separadas por arcos dobles, que era el escenario de recepciones y grandes celebraciones. Aquí llegaban las embajadas extranjeras que el rey recibía sentado en mullidos cojines, y de aquí partían hacia sus reinos para contar las maravillas vistas en la la Alhambra.

Foto: iStock

Objetivo: impresionar

Al oeste del patio de abre la Sala de los Reyes, estancia cubierta por cúpulas separadas por arcos dobles, que era el escenario de recepciones y grandes celebraciones. Aquí llegaban las embajadas extranjeras que el rey recibía sentado en mullidos cojines, y de aquí partían hacia sus reinos para contar las maravillas vistas en la la Alhambra.

Exuberancia para Muhamed V

Del otro lado, la Sala de las Dos Hermanas, posiblemente la más bella del recinto. Los más románticos afirman que en ella habitaban dos hermosas moras, mientras otros dicen que ese nombre se debe a las grandes losas gemelas de alabastro que cubren el suelo. La primera función de esta pequeña estancia era ser oficina del sultán y en ella se hallaba el trono de Muhamed V. Hoy perviven la decoración con delicados azulejos y ricos trabajos en yeso, pero se sabe por las crónicas que estaba decorada con muebles fabricados en maderas exóticas, tapices de telas traídas de los mejores puertos del Mediterráneo y vidrieras que cerraban las balconadas que se asoman a los jardines.

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La Sala de los Abencerrajes es una de las que también se despliega en el Palacio de los Leones. Su nombre se debe a una poderosa familia que se enfrentó de forma fatal al último rey de Granada. La leyenda cuenta que sus miembros más ilustres fueron pasados a cuchillo cuando Boabdil supo que uno de ellos era amante de su esposa. Se dice que durante un tiempo de sus fuentes brotaba sangre; hoy el agua rojiza es fruto de sustancias ferrosas. La sala central de la sala está iluminada por una luz atenuada que procede de las pequeñas oberturas de su cúpula, una de las joyas decorativa de la Alhambra.

Foto: iStock

La fuente de la que manaba sangre

La Sala de los Abencerrajes es una de las que también se despliega en el Palacio de los Leones. Su nombre se debe a una poderosa familia que se enfrentó de forma fatal al último rey de Granada. La leyenda cuenta que sus miembros más ilustres fueron pasados a cuchillo cuando Boabdil supo que uno de ellos era amante de su esposa. Se dice que durante un tiempo de sus fuentes brotaba sangre; hoy el agua rojiza es fruto de sustancias ferrosas. La zona central de la sala está iluminada por una luz atenuada que procede de las pequeñas oberturas de su cúpula, una de las joyas decorativa de la Alhambra.

1660px-Hall of Ambassadors - Alhambra (5)

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Los siete cielos del cosmos, los siete firmamentos que según la doctrina islámica debe recorre el alma del creyente hasta llegar al octavo, donde reside Alá, están representados en la Torre de Comares, una obra maestra de la carpintería nazarí. Contiene el Salón de los Embajadores, el corazón de la vida política del Reino de Granada y un libro abierto con inscripciones talladas que reproducen poemas y oraciones. En un lateral tenía un balcón secreto, desde el que el escritor norteamericano Washington Irving, que vivió en la Alhambra durante su segundo viaje a Granada de 1829, cuando el recinto estaba ocupado por gentes del pueblo, disfrutaba por las noches contemplando el firmamento. El libro que escribió de sus vivencias, Cuentos de la Alhambra, es un compañero de viaje recomendable.

Foto: José Luiz Bernardes Ribeiro (Wikimedia Commons)

Arquitectura para la espiritualidad

Los siete cielos del cosmos, los siete firmamentos que según la doctrina islámica debe recorre el alma del creyente hasta llegar al octavo, donde reside Alá, están representados en la Torre de Comares, una obra maestra de la carpintería nazarí. Contiene el Salón de los Embajadores, el corazón de la vida política del Reino de Granada y un libro abierto con inscripciones talladas que reproducen poemas y oraciones.

En un lateral tenía un balcón secreto, desde el que el escritor norteamericano Washington Irving, que vivió en la Alhambra durante su segundo viaje a Granada de 1829, cuando el recinto estaba ocupado por gentes del pueblo, disfrutaba por las noches contemplando el firmamento. El libro que escribió de sus vivencias, Cuentos de la Alhambra, es un compañero de viaje recomendable.

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Este pequeño palacio, el más antiguo de la Alhambra, está rodeado por jardines añadidos en el siglo XIX que se extienden hasta la explanada de la Torre de las Damas, el lugar donde se reunían las mujeres que vivían en la Alhambra. El edificio tiene un pórtico con cinco arcos que se reflejan en un estanque. En su interior se pueden ver las únicas pinturas originales que se conservan del siglos XIV. Una escalera conduce a un mirador superior.

 

Muy cerca se puede recorrer el Patio de Lindaraja, de clara fisonomía claustral, que comunica con la Sala del Peinador de la Reina y la Sala de Camas, antesala a los Baños de la Alhambra, que servía de vestuario. Los Baños, al servicio exclusivo del sultán, su familia y sus invitados, fueron construidos en tiempos de Yusuf I siguiendo el modelo de las termas romanas: con una sala de agua fría, templada y otra de vapor.

Foto: iStock

El spa del reino

El pequeño palacio del Partal, el más antiguo de la Alhambra, está rodeado por jardines añadidos en el siglo XIX que se extienden hasta la explanada de la Torre de las Damas, el lugar donde se reunían las mujeres que vivían en la Alhambra. El edificio tiene un pórtico con cinco arcos que se reflejan en un estanque. En su interior se pueden ver las únicas pinturas originales que se conservan del siglos XIV. Una escalera conduce a un mirador superior.

Muy cerca se puede recorrer el Patio de Lindaraja, de clara fisonomía claustral, que comunica con la Sala del Peinador de la Reina y la Sala de Camas, antesala a los Baños de la Alhambra, que servía de vestuario. Los Baños, al servicio exclusivo del sultán, su familia y sus invitados, fueron construidos en tiempos de Yusuf I siguiendo el modelo de las termas romanas: con una sala de agua fría, templada y otra de vapor.

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Fuera de las murallas se extienden el Palacio y los Jardines del Generalife, donde los sultanes se trasladaban con su familia y el harén los meses de más calor. El edificio central cuenta con dos terrazas, con las estancias en la parte superior y en la inferior los patios con fuentes y estanques. El mayor de todos es el Patio de la Acequia, perfumado por rosales, naranjos y plantas aromáticas. Más sencillos, pero igual de cautivadores, son los patios de los Cipreses y el de la Escalera de Agua, que asciende hasta un mirador que mira a Granada.

Foto: iStock

La residencia de verano

Fuera de las primeras murallas se extienden el Palacio y los Jardines del Generalife, donde los sultanes se trasladaban con su familia y el harén los meses de más calor. El edificio central cuenta con dos terrazas, con las estancias en la parte superior mientras que la inferior estaba repleta de patios con fuentes y estanques. El mayor de todos es el Patio de la Acequia, perfumado por rosales, naranjos y plantas aromáticas. Más sencillos, pero igual de cautivadores, son los patios de los Cipreses y el de la Escalera de Agua, que asciende hasta un mirador que mira a Granada.

La perfección de una ingeniería civil

Los Jardines del Generalife eran el lugar de retiro y de esparcimiento de los sultanes granadinos. De claras raíces orientales, tienen en el agua su principal elemento. Cuando se crearon en el siglo XIV, se trajo el agua del Darro por acequias y aljibes para regar su vegetación. Todavía conserva los cipreses que sombreaban a los sultanes. Hoy los Jardines de la Alhambra, además del lugar donde reposar la visita de los palacios, es el escenario de muchos eventos culturales, entre ellos el Festival de Música y Danza de la Alhambra, que cada verano se desarrolla entre junio y julio.