En la primavera de 1689, el poeta Matsuo Basho partió para un periplo a pie por el norte de Japón que duraría dos años y medio. Sendas de Oku, el diario de sus andanzas, es un clásico de la literatura universal y un prodigio de lucidez y concreción. La obra empieza sin rodeos: «Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros». Vestidos con hábitos de peregrinos budistas, Basho y su discípulo Sora se adentran por un territorio agreste y apenas conocido. Algunas de sus vivencias les inspiran haikus, poemas de solo tres versos.