La vida nocturna de Roppongi
Al descender del edificio, las calles de Roppongi dan la bienvenida rápidamente con su gran bullicio; Roppongi es uno de los barrios nocturnos más animados de Tokio, especialmente durante los fines de semana, con una interesante mezcla de japoneses y extranjeros disfrutando de la gran oferta de bares y discotecas hasta altas horas de la noche. Pero caminando un poco en dirección norte hacia los barrios de Aoyama y Akasaka el gentío desaparece en apenas unos minutos y la ciudad retoma la calma; el silencio es abrumador, tan solo la luz mortecina de algunos pequeños restaurantes y los omnipresentes kombini (tiendas de conveniencia abiertas las 24 horas) rompen la oscuridad.
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A pesar de la imagen que se tiene de Tokio de una ciudad ruidosa y bulliciosa, exceptuando los barrios dedicados al entretenimiento nocturno como Roppongi o los grandes centros de la ciudad como Shinjuku o Shibuya, la capital japonesa es una ciudad sorprendentemente tranquila y poco iluminada, donde muchos barrios parecen pequeños pueblos y la mayor parte de la población se mueve cada día en una grandiosa y eficiente red de transporte público.

cementerio de Yanaka, uno de los más antiguos de la ciudad | Foto: iStock
LOS TEMPLOS BUDISTAS DE YANAKA
El venerable barrio de Yanaka, en el noreste de Tokio junto a la parada de la línea Yamanote de Nippori, ha mantenido inalterada la estructura de barrio de aquella época y, aunque queden pocas de las casas originales de madera, es posiblemente el mejor lugar para captar la esencia del período Edo. Desde la estación de Nippori se llega andando en apenas 5 minutos a la calle Ginza, el centro del barrio, jalonada por pequeñas tiendas que poco parecen haber cambiado en los últimos decenios.
Desde allí conviene pasear y perderse por las laberínticas callejuelas descubriendo algunos de los más de sesenta templos budistas del barrio, muchos de los cuales datan del período Edo, hasta dar con el extenso cementerio de Yanaka, uno de los más antiguos de la ciudad.

Cerezos en flor en el pare Ueno Foto: Shutterstock
Parque de Ueno
Una vez en el cementerio se puede seguir caminando durante unos 15 minutos siguiendo las indicaciones que llevan hasta el parque de Ueno, uno de los lugares más famosos para admirar los cerezos en flor. Durante el mes de marzo se llena de grupos de amigos y familias haciendo pícnics y disfrutando de la naturaleza circundante. El parque fue fundado en 1873 y acoge algunos de los más importantes museos de la ciudad, entre los que destacan el Museo de Arte Occidental diseñado por Le Corbusier y especialmente el Museo Nacional de Tokio, el mayor repositorio del arte y la cultura del país.
ASAKUSA, EL BARRIO MÁS TRADICIONAL DE TOKIO
A solo tres paradas de metro desde Ueno, o dando un paseo de media hora pasando por la interesante calle Kappabashi dedicada al menaje de cocina, se llega al histórico barrio de Asakusa. Durante gran parte del período Edo, este barrio fue conocido por ser el distrito de placer y entretenimiento donde se mezclaban los teatros de kabuki, las tabernas y los burdeles. Asakusa era el centro del llamado «mundo flotante», un universo de placeres y hedonismo que fue inmortalizado en los grabados ukiyo-e que pintaron algunos de los más famosos artistas japoneses, como Hiroshige o Hokusai. Este ambiente de carácter festivo prosiguió hasta bien entrado el siglo xx, pero tuvo un trágico final con los bombardeos americanos de la Segunda Guerra Mundial.
Asakusa quedó destruida y cuando volvió a reconstruirse su lugar fue ocupado por otros barrios más modernos como Shinjuku. Desde entonces Asakusa es un apacible enclave que gravita alrededor del templo budista de Senso-ji, al que cada día acuden miles de visitantes para fotografiarse junto a la puerta Kaminarimon, presidida por una grandiosa linterna de papel de 700 kg de peso, o simplemente para deambular por sus calles repletas de tiendas de artesanía, recuerdos y gran variedad de restaurantes.

torre Skytree, antes conocida como la Nueva Torre de Tokio | Foto: iStock
TORRE SKYTREE
De entre los edificios bajos que abundan en Asakusa sobresale la imponente torre Skytree, antes conocida como la Nueva Torre de Tokio, que se erige al otro lado del río Sumida desde el 2012 y es el edificio más alto de Japón (634 m). La torre más alta del mundo -fue construida usando los mismos principios que la pagoda japonesa- ofrece unas vistas privilegiadas de toda la ciudad desde su mirador a 450 m.
El futuro está en Odaiba
En Asakusa se puede tomar un barco para recorrer el río Sumida hasta su desembocadura en la amplia bahía de Tokio y llegar hasta la isla artificial de Odaiba, donde emerge una colección de edificios modernos, entre los que destaca el rompedor edificio de la Fuji TV proyectado por Tange Kenzo, uno de los mejores arquitectos japoneses del siglo xx.
Una vez en Odaiba se puede dar un paseo junto a la playa contemplando cómo el sol se va poniendo tras los rascacielos al otro lado de la bahía mientras se encienden las primeras luces de la ciudad y el puente colgante Rainbow Bridge, que conecta Odaiba con el resto de Tokio, toma su característica iluminación multicolor. Para volver conviene subir a la línea Yurikamone, un metro elevado sin conductor que permite disfrutar de una estampa de la ciudad desde las alturas a medida que atraviesa el puente y discurre por los barrios junto a la bahía hasta llegar a Shimbashi.

Avenida Chuo-dori en el barrio de Ginza | Foto: iStock
El lujoso Barrio de Ginza
Se puede ir paseando entonces hasta el lujoso barrio de Ginza y recorrer la avenida Chuo-dori jalonada por modernos edificios pertenecientes a la grandes marcas de moda internacionales, o acercarse a la zona de Marunouchi para ver el estilizado edificio del Foro de Tokio que semeja al esqueleto de una ballena, o los grandes almacenes Kitte, situados en el interior del antiguo edificio de correos de los años 30. Deparan una vista inmejorable de la estación de Tokio y de los rascacielos del distrito financiero de Marunouchi.
El mercado de pescado de Tsukiji
Durante años el mercado de pescado de Tsukiji ha sido uno de los grandes alicientes de cualquier visita a Tokio. Las imágenes de los grandes atunes expuestos para las famosas subastas constituyen un emblema de la ciudad. Desgraciadamente sus instalaciones han quedado obsoletas y en los últimos tiempos las visitas del mercado estaban más restringidas debido a la gran afluencia de visitantes y a los problemas que causaban a los trabajadores; tras años de discusiones este octubre se va a producir finalmente el traslado a Toyosu, a apenas 2 km del actual mercado, en la estación de metro Shijo-mae.
Las nuevas instalaciones contarán con varios miradores elevados interconectados sobre la zona de subasta de pescado que se produce de madrugada y el resto del mercado, lo que facilitará la visita, aunque se prohibirá el acceso propiamente a la zona mayorista. Además, habrá multitud de restaurantes de sushi y sashimi donde se podrá disfrutar de un desayuno o almuerzo a base del pescado más fresco, una zona de tiendas y un jardín en la azotea con vistas privilegiadas sobre la bahía de Tokio.

Ambiente nocturno en Harajuku | Foto: iStock
Arte y moda callejera en Harajuku
Un buen lugar al que dirigirse tras la visita al mercado de pescado es Harajuku, en la parte oeste de Tokio. Se trata de uno de los barrios con más encanto de la ciudad gracias a su ambiente desenfadado y al dédalo de tranquilas callejuelas que lo conforman, llenas de pequeñas tiendas locales de moda y restaurantes. Por el contrario, la opulenta avenida Omotesando, que corta el barrio en dos, es una verdadera exposición de innovadores edificios proyectados por algunos de los mejores arquitectos del mundo para marcas de alta costura, como el acristalado edificio de Prada de Herzog & de Meuron, o el de Tod’s, diseñado por Toyo Ito y que intenta imitar los árboles de la propia avenida.

Izakayas en Shimbashi | Foto: iStock
Shimbashi, el barrio de las izakayas
Durante la noche Tokio muestra su rostro más fascinante: barrios que durante el día presentan un aspecto gris y apagado se iluminan con miles de luces de neón y una vida inusitada a medida que los tokiotas salen de sus puestos de trabajo y se dirigen a cenar o tomar una copa. Las calles son un incesante movimiento de oficinistas vestidos con trajes oscuros y camisas claras que disfrutan finalmente de un poco de tiempo libre después de una larga jornada de trabajo.
Uno de los barrios más recomendables para sumergirse en este ambiente es Shimbashi, donde miles de oficinistas llenan los bares e izakayas, las tabernas japonesas, algunas de ellas con apenas unas pocas sillas para cenar, otras escondidas en pequeños locales bajo las vías del tren, pero siempre animadas por las noches y con una variada gastronomía para degustar.

Cruce de peatones de Shibuya | Foto: iStock
Shibuya, el centro de la moda juvenil
Si Shimbashi es el lugar ideal para ver a los oficinistas y ejecutivos relajarse, Shibuya es el destino para conocer el centro de la moda y la cultura juvenil. Una vez ha caído la noche, nada más llegar a la plaza de Hachiko el espectáculo es abrumador: enormes pantallas situadas en los edificios emiten todo tipo de coloridos anuncios acompañados de música, los neones brillan por doquier y miles de personas caminan en todas direcciones o esperan a alguien junto a la estatua del perro Hachiko. Pero sin duda la gran atracción es el populoso cruce de Shibuya, posiblemente el más famoso del mundo, donde una masa de gente cruza en todas direcciones en un espectáculo humano difícil de igualar.
Shinjuku y las luces de neón
El lugar que ocupaba Asakusa como centro de entretenimiento antiguamente en Tokio ha sido sustituido por Shinjuku. Su lado este tiene la mayor concentración de luces de neón de la capital, especialmente en la zona conocida como Kabuki-cho, un barrio donde se alternan restaurantes, karaokes, bares, burdeles, salones de masaje, hoteles del amor y cualquier lugar de diversión imaginable.
Pero Shinjuku también cuenta con zonas que rememoran al «viejo Tokio», como Golden Gai, un conjunto de cuatro pequeñas calles donde hay una colección de pequeños bares de pocos metros cuadrados en los que tan solo caben media docena de personas. O Omoide Yokocho, dos estrechas calles que parecen salidas de una película japonesa de los años 50, jalonadas por restaurantes diminutos y donde el ambiente está cargado de humo y olor a comida.

Desde el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio hay bellas | Foto: iStock
El bar de Lost in Translation
Después de cenar en uno de estos pequeños restaurantes de pinchos me adentro en la zona de rascacielos de Nishi-Shinjuku. Destaca el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, diseñado por Tange Kenzo, y que en pocos años se ha convertido en uno de los iconos de Tokio gracias a su inconfundible figura y por ser un lugar perfecto para contemplar las vistas de la gran ciudad desde su piso 45.
El destino final es el hotel Park Hyatt, donde se rodó la película Lost in Translation, en la que Tokio es uno de los principales protagonistas. En su piso 52 se encuentra el elegante New York Bar, donde cada noche se encontraban Bill Murray y Scarlett Johanson para tomar una copa; sin duda el lugar perfecto para terminar este viaje a Tokio. Mientras se toma un cóctel acompañado por la melodía de la música jazz en directo y se miran las hipnóticas luces rojas de los rascacielos encendiéndose y apagándose en el horizonte, Tokio se presenta con el encanto de una ciudad infinita e inagotable que nunca dejará de sorprender