El Báltico en primera persona

Las tradiciones que hay que vivir en todo viaje a Estonia

El país báltico no solo atesora costumbres que son Pastrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, también ha hecho de ellas un hilo conductor que comparte con los viajeros.

La publicación de las hazañas de Kalevipoeg, una leyenda en verso a la que no le falta épica, sentimentalismo, ni romanticismo, supuso el primer despertar nacional de los estonios. Este héroe, llegado de no se sabe muy bien dónde, se casó con Linda, nacida del huevo de una codorniz. A partir de aquí, diferentes versiones y adaptaciones en prosa han dado pie a un relato en el que el acento está puesto en los valores más que en la fantasía y del que los estonios se sienten muy orgullosos.

 

Kalevipoeg y su pareja han dado nombre a una serie de chocolates muy apreciada en todo el país. Las tradiciones de Estonia, lejos de ser un patrimonio meramente folclórico, representan una forma de vida para muchos de sus habitantes, hasta el punto de que varias de ellas han sido incluidas en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Recorremos el país báltico para conocer algunas de sus tradiciones más representativas.

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Parque Nacional Sooma 01

Foto: Rafa Pérez

las haabjas del Parque Nacional de Sooma

Cada año, poco antes de llegar la primavera, Aivar Ruukel se abraza a alguno de los álamos temblones del Parque Nacional Sooma para saber si su tronco tiene la medida necesaria para convertirse en una haabjas, la canoa tradicional de tipo cayuco con la que navegará por los terrenos inundados del parque. Durante la conocida como Quinta Estación, este paisaje de turbera en el suroeste de Estonia ve alterada su conformación de manera drástica: las crecidas anuales pueden hacer subir el nivel del agua hasta cinco metros, huertos e islas se inundan y es necesario disponer de canoas incluso para entrar y salir de casa.

 

Con unas básicas herramientas, Aivar vacía el tronco hasta darle la forma requerida a estas embarcaciones que, según él, se remontan a la Edad de Bronce. La inclusión de esta tradición en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco está ayudando a preservar el patrimonio de la región y ha reavivado el interés por aprender las técnicas de construcción de las haabjas.

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Seto
Foto: Rafa Pérez

el Canto leelo

En 1994, el pueblo seto se proclamó reino. Esta minoría étnica, de apenas unos millares de habitantes distribuidos entre el sudeste de Estonia y el distrito ruso de Petchory, tienen en el canto polifónico leelo su principal seña de identidad. Son melodías ancestrales, en ocasiones improvisadas, que nos hablan del estilo de vida de la comunidad, de los trabajos en el campo o de episodios del pasado. Los coros son mayoritariamente femeninos y sus integrantes van vestidas con los trajes tradicionales. La principal característica de este canto es la alternancia de voces: una voz principal entona un verso, el cual es repetido por el resto con la particularidad de que arrancan desde las últimas sílabas entonadas por la solista. Una de las partes que más llama la atención de su vestimenta es la joyería, generalmente de plata, y en ocasiones en forma de coraza que puede llegar a pesar varios kilos. 

 

 

Sauna de humo
Foto: Rafa Pérez

la Sauna de humo en Võrumaa

La sauna de humo ha sido una parte esencial en la vida de los estonios del condado de Võru, de principio a fin: en la sauna se daba a luz y se daba el pésame, antes de los hospitales era el lugar para sanar a los enfermos e incluso para ahumar la carne. Con el fin de adaptarse a las normas de higiene alimentaria de nuestros tiempos, ahora se construyen saunas independientes para continuar con el ahumado de carnes de cerdo, aves y venado. La preparación de la sauna es un ritual que lleva de seis a ocho horas de calentamiento, tras las que se apaga el fuego y se deja ventilar el espacio. Las piedras permanecen calientes, permitiendo utilizar la sauna hasta bien entrada la noche. Con una rama de abedul se dan suaves azotes sobre la piel con el fin de mejorar la circulación. La sauna de humo se complementa con el baño en aguas más frías, por ejemplo en alguno de los numerosos lagos del país.

 

 

Kihnu
Foto: Rafa Pérez

Kihnu, la isla de las mujeres

El pasado de Kihnu ha estado estrechamente vinculado a los trabajos en el mar. Mientras los hombres se dedicaban a la pesca, las mujeres eran las responsables de salvaguardar toda la herencia cultural: vestidos, artesanía, recetas, juegos, una lengua propia, música y bailes que han llegado hasta nuestros días gracias a su empeño. Desde lo alto del faro podemos abarcar toda esta pequeña isla de apenas setecientos habitantes, en la que todavía podemos ver a las mujeres conduciendo motos con sidecar y vistiendo el kört, una falda a rayas teñida con vivos colores. Entre las actividades turísticas que les han permitido mantener su forma de vida y dar a conocer todo este rico acervo, están las excursiones en camión y los viajes de pesca. Los alojamientos son sencillos bed & breakfast en casas de madera, las cuales ofrecen también las comidas basadas, cómo no, en una gran variedad de preparaciones con pescado. 

 

 

Villa Wesset
Taller de cocina en Villa Wesset. Foto: Rafa Pérez

Gastronomía sin desperdicios

Si hablamos de tradiciones no podemos olvidarnos de la gastronomía, cuya base se encuentra en antiguas tradiciones y en la propia naturaleza. En el recetario clásico encontramos abundancia de productos frescos y locales, como las carnes y el pescado del Báltico. Además, en ninguna mesa faltará el sabroso pan de centeno. Si queremos ir un paso más allá en la experiencia gastronómica, el chef Mart Kutt ofrece un showcooking para grupos de seis a ocho personas en su restaurante Villa Wesset, en la localidad de Pärnu. Lo más interesante del menú degustación que prepara es que todo está hecho bajo el concepto de "cero desperdicios", con productos que llegan desde un máximo de cien kilómetros a la redonda. 

 

Café Tallin
Foto: Rafa Pérez

Café y mazapán en Tallin

El café se toma en Maiasmokk, la cafetería-pastelería más antigua de Tallin, que lleva en activo desde 1864, aunque a partir de 1806 ya hubo una pequeña panadería en el mismo sitio. Más allá del excelente café que sirve, este encantador establecimiento se ha hecho famoso por el mazapán que elaboran en la pastelería adyacente. Junto a la tienda, se puede ver cómo decoran a mano las figuras de mazapán e incluso ofrecen un taller para que nosotros mismos las pintemos. Maiasmokk también es uno de los mejores lugares para comprar el chocolate Kalev, inspirado y decorado con motivos referentes a las aventuras del héroe nacional con el que comenzábamos este artículo. 

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Viru
Foto: Rafa Pérez

Tallin y el lenguaje de las flores

Cuando se pasea por las calles del casco histórico de Tallin, llama la atención que las floristerías junto a la puerta Viru estén abiertas las 24 horas del día. Dicen que los estonios son introvertidos y que una de las mejores formas que encuentran para expresarse es mediante el lenguaje no verbal. Así que no es extraño que las flores sean uno de los regalos más populares para cualquier ocasión. Pero hay que tener en cuenta algunas normas básicas, la belleza no puede ser la única razón a la hora de escoger el tipo de flor: en la tradición estonia es costumbre regalar un número impar de flores, ya que el número par, además de las flores blancas, se asocian a los funerales. Si regalas una sola rosa a alguien significa que estás enamorado de esa persona. En ese caso, es mejor escoger entre una flor roja o rosa.