Al final de la carretera serpenteante que sube hasta el monte dei Cappuccini, al otro lado del río, se abre una pequeña terraza en la que reverbera el resplandor de la ciudad de Turín. A los pies de la colina queda la iglesia de la Madre di Dio, y más allá los puentes y los contornos de los palacios barrocos y las avenidas porticadas. Era el lugar predilecto de Cesare Pavese (1908-1950), uno de los grandes escritores de Italia. Todas las fotografías lo descubren de excursión, apoyado en el hombro de un amigo, de camino hacia algún rincón de la ciudad que tanto amó o de las colinas del Piamonte que le servían de paisaje de fondo.