En la capital italiana la historia y el arte se revelan en cada esquina, en cada plaza y avenida. Con razón el poeta Albio Tibulo, en el siglo I a.C., la llamó la Ciudad Eterna. El apelativo mantiene toda su vigencia sobre todo cuando se pasea entre los numerosos y magníficos vestigios imperiales: desde la Vía delos Foros al Coliseo, el Circo Máximo y la misteriosa Bocca della Verità.