Cachorritos rurales

Un viaje por los pueblos más bonitos de León

Rincones leoneses que derrochan carácter, historia y belleza natural.

Entre la comarca de la Maragatería, con Astorga como referencia, y la comarca del Bierzo, con Ponferrada en el centro, la provincia de León esconde secretos muy bien guardados que merecen ser descubiertos. El carácter, la identidad y el privilegiado entorno natural del territorio se descubre en un recorrido por estos cinco pueblos.

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Foto: Shutterstock

Un puñado de casitas de piedra coronadas por techos de pizarra agrupadas en mitad del valle del Silencio, en pleno Bierzo leonés, es la bucólica imagen con la que Peñalba de Santiago recibe al viajero. No son muchos los que llegan hasta aquí, pero quienes lo hacen encuentran un entorno natural privilegiado que ofrece la tranquilidad y el silencio que promete el topónimo. Catalogado como uno de los más bonitos de España, este pequeño pueblo de apenas 15 habitantes es un auténtico ejemplo de arquitectura tradicional berciana, con un entramado de callejuelas entre fuertes pendientes. Se puede visitar su iglesia del siglo X con curiosos toques mozárabes. Pero su encanto real se descubre en las rutas de senderismo: el Camino de la Herrería, el Camino del Silencio y el Sendero de la Tebaida, tres itinerarios ideales para respirar hondo y empaparse los pulmones con el aire del Bierzo.

Peñalba de Santiago 

Un puñado de casitas de piedra coronadas por techos de pizarra agrupadas en mitad del valle del Silencio, en pleno Bierzo leonés, es la bucólica imagen con la que Peñalba de Santiago recibe al viajero. No son muchos los que llegan hasta aquí, pero quienes lo hacen encuentran un entorno natural privilegiado que ofrece la tranquilidad y el silencio que promete el topónimo. Catalogado como uno de los más bonitos de España, este pequeño pueblo de apenas 15 habitantes es un auténtico ejemplo de arquitectura tradicional berciana, con un entramado de callejuelas entre fuertes pendientes. Se puede visitar su iglesia del siglo X con curiosos toques mozárabes. Pero su encanto real se descubre en las rutas de senderismo: el Camino de la Herrería, el Camino del Silencio y el Sendero de la Tebaida, tres itinerarios ideales para respirar hondo y empaparse los pulmones con el aire del Bierzo.

 

Astorga

El origen de la antigua Astúrica-Augusta se cuenta bajo sus calles, pues los romanos vieron en ella su potencial que como núcleo de comunicaciones en el noroeste de la Península ibérica. Gracias a su legado, hoy, siguiendo la Ruta Romana, se puede conocer el foso, las termas, el antiguo sistema de cloacas o un templo imperial. De nuevo con los pies sobre la superficie, este municipio leonés despliega sus encantos entre los rincones del centro histórico. El genio de Gaudí llegó hasta aquí para crear el Palacio Episcopal, tan interesante por fuera como por dentro, con coloridas vidrieras y mosaicos. En los alrededores de la Plaza Mayor de esta ciudad jacobea se puede llenar el estómago con el tradicional cocido maragato, seguir camino para quemar alguna de sus calorías y conocer el Ayuntamiento, del siglo XVIII, la barroca catedral de Santa María y las imponentes murallas de la época romana.

 

Villafranca del Bierzo PC

Villafranca del Bierzo

El horizonte de este bonito pueblo leonés, también punto de peregrinaje en el Camino de Santiago, está definido por dos reconocibles iconos: el Castillo de los Marqueses y la colegiata de Santa María. El primero es una mole de mampostería inconfundible por su robustez con cuatro torreones construido en el siglo XVI. La segunda fue levantada sobre un antiguo monasterio y destaca por la mezcla de elementos góticos, renacentistas y barrocos que hacen de ella una construcción única. Muy cerca se hallan los Jardines de la Alameda. La riqueza monumental de Villafranca parece casi infinita: la iglesia de San Nicolás, la de San Francisco, el Convento de San Nicolás el Real… Pero una de las visitas imprescindibles es el Barrio de los Tejedores, donde uno puede tener la sensación de pasear por la auténtica Villafranca medieval, con un reguero de balconadas de madera sobre la cabeza.

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El verde de sus puertas y ventanales y un marrón claro presente en los muros de todas las casas recortado en el cielo azul otorgan a esta localidad la aparente condición de haberse detenido en el tiempo. Sus calles empedradas de acabado irregular hablan desde otros tiempos en que los arrieros eran los más habituales del lugar. Hoy, sin embargo, siguen llegando hasta aquí peregrinos del Camino de Santiago buscando un descanso antes de las etapas finales. Algunas de las casas arrieras conservan los escudos familiares sobre las puertas de madera, la mayoría de gran tamaño para permitir la entrada de los carros. Estas viviendas típicas fueron construidas con gruesos muros cuya función era atemperar y proteger el interior. Para conocer su patios interiores se puede recurrir a un buen cocido en alguno de los restaurantes ubicados en estas tradicionales construcciones

Castrillo de los Polvazares

El verde de sus puertas y ventanales y un marrón claro presente en los muros de todas las casas recortado en el cielo azul otorgan a esta localidad la aparente condición de haberse detenido en el tiempo. Sus calles empedradas de acabado irregular hablan desde otros tiempos en que los arrieros eran los más habituales del lugar. Hoy, sin embargo, siguen llegando hasta aquí peregrinos del Camino de Santiago buscando un descanso antes de las etapas finales. Algunas de las casas arrieras conservan los escudos familiares sobre las puertas de madera, la mayoría de gran tamaño para permitir la entrada de los carros. Estas viviendas típicas fueron construidas con gruesos muros cuya función era atemperar y proteger el interior. Para conocer su patios interiores se puede recurrir a un buen cocido en alguno de los restaurantes ubicados en estas tradicionales construcciones. 

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Los peregrinos que pasan por Molinaseca siguiendo la Ruta Jacobea gozan de una entrada gloriosa a esta villa atravesando el puente romano sobre el río Meruelo. Rodeada por la verdes colinas del Bierzo, su ambiente medieval se percibe siguiendo el recorrido de la calle Real que conduce hacia el centro histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico. Calles sombreadas con galerías voladas y algunas casas solariegas acompañan al visitante hasta una de las imágenes más icónicas de Molinaseca: la iglesia de San Nicolás de Bari. Situada sobre una pequeña loma que parece destacar aún más sus atributos barrocos, se dice que el toque de campanas de este edificio del siglo XVII a las 12h del mediodía es uno de los más de la zona. Un suculento plato de cecina en la Plaza del Santo Cristo o en la Plaza García Rey pone la guinda perfecta a esta visita.

Molinaseca

Los peregrinos que pasan por Molinaseca siguiendo la Ruta Jacobea gozan de una entrada gloriosa a esta villa atravesando el puente romano sobre el río Meruelo. Rodeada por la verdes colinas del Bierzo, su ambiente medieval se percibe siguiendo el recorrido de la calle Real que conduce hacia el centro histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico. Calles sombreadas con galerías voladas y algunas casas solariegas acompañan al visitante hasta una de las imágenes más icónicas de Molinaseca: la iglesia de San Nicolás de Bari. Situada sobre una pequeña loma que parece destacar aún más sus atributos barrocos, se dice que el toque de campanas de este edificio del siglo XVII a las 12h del mediodía es uno de los más de la zona. Un suculento plato de cecina en la Plaza del Santo Cristo o en la Plaza García Rey pone la guinda perfecta a esta visita.