
El Valle de Aosta ha sido a lo largo de la historia un paso estratégico para cruzar los Alpes occidentales. Prueba de ello son los vestigios romanos hallados en la localidad de Aosta, la capital del valle, y también los cerca de setenta castillos medievales que se erigen sobre colinas y desfiladeros. A pesar de ser la región más pequeña del país (3.264 km2), engloba el Parque Nacional Gran Paradiso –de 1922, fue el primero de Italia–, famosos centros de esquí y algunas de las cimas más elevadas de Europa como el Cervino (4.478 m) y el Mont Blanc (4.807 m).
La ruta empieza en el casco antiguo de Aosta. El decumanus romano, la vía principal en el siglo I, sigue siendo el centro de la población, pero hoy está llena de tiendas y queserías. Además de sus ruinas romanas, merece la pena ver la colegiata de Sant’Orso (siglo X) y la catedral de Santa Maria Assunta (s. XIII).
Desde Aosta la ruta se dirige primero hacia el oeste siguiendo la carretera S26, que culmina en la frontera con Francia, a los pies del Mont Blanc o Monte Bianco, el techo de Europa. Esta vía transversal, paralela al curso del río Dora Baltea, va enlazando valles menores punteados de aldeas tradicionales.
El Parque Gran Paradiso
Los pueblos más bonitos y cercanos a la capital son Saint Nicolas y Rhêmes-Notre-Dame, a 15 y 30 kilómetros respectivamente. Ambos son punto de partida para realizar paseos con raquetas de nieve y esquís de fondo. El valle donde está enclavada Rhêmes es el acceso oeste al macizo del Gran Paradiso (4.061 m). Antiguo coto real de caza, hoy es un parque nacional donde habita el escaso íbice alpino.
El día siguiente podría dedicarse a recorrer la carretera que sube al puerto del Gran San Bernardo (2.473 m), uno de los pasos históricos de los Alpes y escenario de incontables episodios transfronterizos. El más recordado es la invasión napoleónica de 1800, que cada año protagoniza uno de los carnavales más coloristas del Valle de Aosta.
Vino al pie del Mont Blanc
En su rumbo camino del coloso de los Alpes, la carretera S26 enlaza pueblos de arquitectura alpina y cultura tradicional. En Morgex y La Salle, las bodegas ofrecen vino blanco de la denominación Val d’Aosta y el licor génépi, elaborado con bayas de enebro. En Pré-Saint-Didier se pueden reponer fuerzas con las aguas termales que ya apreciaban los antiguos romanos. A una decena de kilómetros se llega a Courmayeur, estación de referencia del esquí y el après-ski en Europa. Allí resulta una experiencia emocionante subir en el funicular Mont Blanc, que sobrevuela el glaciar Mer de Glace y comunica con la estación francesa de Chamonix.
Territorio de castillos
El Valle de Aosta muestra su cara más monumental en los castillos que aparecen siguiendo la autopista A5 hacia el este. Fénis, Verrès, Issogne y Bard se ven desde la carretera, mientras que en el pueblo de Châtillon (a 45 km de Aosta) hay tres: Challant, Barón Gamba y Ussel, del siglo XIV. La frontera con Suiza está apenas unos kilómetros al norte, cerca de la estación de esquí de Breuil-Cervinia, cuyo paisaje está dominado por el Cervino (4.478 m), otra silueta mítica de los Alpes.
Al sur de Châtillon aparece la localidad de Pont St. Martin. Desde este pueblo de puente romano se remonta el Val di Gressoney, el valle más oriental de Aosta. Aquí pervive la cultura de los walser, la comunidad de pastores suizos que llegó en el siglo XII. Sus pobladores hablan una lengua propia y construyen sus granjas a la antigua usanza, con el pajar y el establo abajo para dar cobijo a los animales y calor a las plantas superiores. Sus construcciones van apareciendo en la ascensión por este valle hasta culminar con la visión del Monte Rosa (4.634 m) en el horizonte.
PARA SABER MÁS
Cómo llegar: Los aeropuertos más cercanos a la región Valle de Aosta, en el noroeste de Italia, son los de Turín (a 50 km) y Milán (115 km).
A tener en cuenta: ENIT- Ente Nacional Italiano para el Turismo en España: Tel. 915 670 670.
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