Hay paisajes ante los que solo cabe la rendición. Al carecer de límites, nos hacen olvidar los nuestros. Como solo transmiten libertad, nos cautivan. Por escenificar el paraíso, insinúan que la nostalgia del edén podría tener sentido. El Gran Valle del Rift, en África, despierta esas sensaciones. El cuadro es inmenso, pero la naturaleza ha logrado ponerle un marco. Los hombres pueden contemplarlo pero apenas modificarlo.
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Este texto fue originalmente enviado a todos los suscriptores de la newsletter de Viajes National Geographic.