Un destino consolidado
Matsumoto se asienta en un fértil valle del corazón de Japón (prefectura de Nagano), cobijada en una hermosa región natural y montañosa. Considerada la puerta de los Alpes japoneses, sus picos de más de 3000 m perfilan el horizonte de la ciudad nipona y son un espectacular telón de fondo cuando su silueta se tiñe con los colores del atardecer. Fundada en el siglo VIII como bastión del clan samurái Ogasawara y próspera hasta que concluyó el periodo imperial Edo en 1868, hoy es una ciudad de magnífico castillo, museos, calles con galerías de arte y cafés, además de una base idónea para explorar los alrededores y un destino atractivo para el verano, cuando se organizan festivales de música y arte tradicionales. Matsumoto tiene cerca varias estaciones del tren bala shinkansen que la conecta, por ejemplo, con Nagano en 50 minutos o Tokio en 2 horas y media.
El imprescindible castillo...
La joya de Matsumoto es su castillo, catalogado como Tesoro Nacional y uno de los pocos de Japón que conserva muchas partes de la estructura original, como la imponente torre, la más antigua de 5 alturas de todos los bastiones nipones. Se considera, además, uno de los exponentes del arte hirajiro. Fue construido en el siglo XVI, en un periodo de transición de las fortalezas militares a los castillos de prestigio. Apodado el «Castillo del Cuervo» por su fachada oscura, se eleva sobre un muro de roca de 7 m de grosor, originariamente rodeado por un foso que hoy ocupa un lago donde nadan cisnes y patos. A su alrededor se extiende un parque con árboles como los cerezos que, al florecer en primavera, regalan una imagen bellísima del conjunto. En el interior, las salas decoradas con armas y armaduras antiguas narran la historia del monumento. En 1635 se añadió un ala expresamente «para la contemplación de la luna». Desde el mirador del piso superior se disfruta de una vista sobre la ciudad que alcanza la meseta Utsukushigahara y los Alpes japoneses. La iluminación nocturna del castillo durante los festivales de verano regala otra imagen inolvidable.
Foto: Nagano Prefecture. JNTO.
3 / 5
Al otro lado del foso
Eso sí, al salir del castillo la ciudad despliega su magia en otros lugares como estos:
- Museo de la Ciudad. Situado frente al castillo, exhibe 91.000 objetos relacionados con la arqueología, la historia, la etnografía, el folclore y la naturaleza de la región.
- Kaichi Gakko School. Fue la primera escuela de estilo occidental creada en Japón en 1876, hoy convertida en museo. El edificio tiene una amplia fachada blanca que contrasta con el tejado azul. Las aulas y el auditorio son los originales. En sus salas se exhiben documentos y objetos relacionados con la enseñanza. El edificio está catalogado Propiedad Cultural Importante.
- Museo de Arte de la Matsumoto. Reúne la obra pictórica de artistas contemporáneos de Japón.
- Barrio Nakamichi. Conserva antiguos almacenes o kura de la era Meiji, muchos transformados en galerías de arte, tiendas y restaurantes. Destaca la animada calle peatonal Nawate.
- Museo Ukiyo-e. A 3 km de la ciudad, exhibe más de 100.000 xilografías, papiros pintadas, libros antiguos y una colección de cuadros de paisajistas locales.
- Museo del Reloj. Alberga una colección de singulares modelos antiguos
Festival Tenjin. Foto: © Visit Matsumoto Project
4 / 5
Un verano festivalero
Durante los meses calurosos, la ciudad se llena de los mejores planes folclóricos:
- Festival Tenjin. Todos los veranos desde el siglo XVII, el 24 y 25 de julio, los templos sintoístas de Japón celebran este festival en honor de la deidad Tenjin. En Matsumoto, el Santuario de Fukashi es el principal punto de reunión. Allí se instalan hasta 18 dashi o butai, una especie de santuarios móviles que son transportados a hombros por los feligreses desde los distintos barrios de la ciudad. Algunos tienen más de 100 años de antigüedad.
- Festival de Música y Teatro. Unos días más tarde, el 28 y 29 de julio, se celebra en el castillo y a la luz de las antorchas el Festival Taiko de tambores japoneses y el Festival Takigi-Noh de teatro, con los intérpretes ataviados con trajes típicos. Los participantes muestran su habilidad tanto en la interpretación de canciones tradicionales taiko como en representaciones más contemporáneas.
- Matsumoto Bon Bon. El primer sábado de agosto se celebra un gran baile en línea que discurre por las calles de la ciudad y que cuenta con la participación de más de 20.000 personas.
Camino a los Alpes (japoneses, claro)
Matsumoto es un lugar idóneo para recargarse. En la ciudad hay agencias que organizan rutas y actividades en contacto con la naturaleza, tanto en los valles de los alrededores como en el Parque Nacional de los Alpes Japoneses.
- Kamikochi es un destino de fácil acceso desde Matsumoto, conocido por reunir algunos de los paisajes montañosos más espléndidos del país, que se descubren con caminatas como la que sigue el curso del cristalino río Azusa. Para acabar una jornada de turismo activo, nada mejor que tomar un baño en las aguas termales de Asama Onsen.
- El Valle del Kiso, cuyos bosques de cedros ocultan templos y vestigios de las viviendas de los antiguos daimyo (señores feudales). Por él discurría el Nakasendo, un camino de postas que en época de la dinastía Edo unía la zona con Kioto. Los pueblos de este valle cuentan con alojamientos tradicionales como los ryokan.
- Nagano, la capital de la prefectura donde se asienta Matsumoto, distante unos 70 km, puede ser otra visita recomendable. Allí destaca el templo Zenkō-ji.
- Y aunque más alejado, unos 200 km al sur se alcanza el Monte Fuji, emblema inmutable de Japón. Este volcán, el corazón sagrado del país, forma parte del área natural de los Cinco Lagos, antaño frecuentado por monjes y peregrinos que subían al Fuji y dormían en los santuarios fundados para acoger a los caminantes, y hoy un destino de excursiones inolvidables.
-