Su paisaje de colinas onduladas, un patrimonio artístico único y la gran tradición gastronómica y enológica convierten al Véneto en uno de los destinos más seductores de Italia. La ruta de Verona a Maróstica, pasando por Vicenza, aglutina lo mejor del medievo y del renacimiento.
Treinta kilómetros al este del mayor lago italiano, el Garda, Verona es una de las ciudades más antiguas de Italia. Las murallas con torreones recuerdan su vocación de ciudad fortificada, que vivió su apogeo bajo el señorío de los Scaligeri (1260-1387), antes de quedar bajo dominio veneciano en el siglo XV. El río Adigio la atraviesa, acompañando el paseo por sus plazas y calles. En su textura urbana se integran elementos medievales y renacentistas, al lado de vestigios romanos como la Arena (siglo I). Se trata del anfiteatro mejor conservado de Italia, que levanta sus arcadas en la luminosa plaza Brà. Convertido en uno de los mayores teatros líricos al aire libre del mundo, la Arena es famosa por la magnificencia de sus representaciones, en especial el melodrama Aida que compuso Giuseppe Verdi (1813-1901).
La ciudad de Romeo y Julieta
La amplísima plaza Brà tiene tres lados abiertos y el cuarto flanqueado por palacios que albergan pizzerías y restaurantes. Este lugar es el epicentro del paseo en Verona, mientras que la cercana calle Mazzini lo es para ir de compras. Por esta vía se llega a las casas medievales más célebres de la ciudad: la de Romeo (Via delle Arche Scaligeri) y la de Julieta (Via Cappello), ambos inmortalizados por William Shakespeare (1564-1616) en su tragedia literaria.
La visita prosigue en la plaza de Signori, la vitrina artística de Verona gracias a los magníficos palacios renacentistas que la presiden, como el del Capitanio y la Loggia dei Consiglio. En un lado de la plaza, tras un pasadizo abovedado, aparecen los Arche Scaligere, las ostentosas tumbas de esta influyente familia medieval. El contrapunto a tanta solemnidad lo pone la cercana y animada plaza delle Erbe, donde hubo el foro romano y el mercado medieval, hoy con galerías de arte, tiendas y terrazas donde degustar especialidades veronesas como el bollito con la pearà, carne guisada con queso y pimienta, la pasta e fasoi con judías y tocino, o la célebre polenta. Tras la pausa gastronómica vale la pena subir a lo más alto de la torre de los Lamberti,erigida entre las plazas Signoria y Erbe, para admirar el panorama que abarca hasta el Castelvecchio (siglo XIV), construido junto al puente Scaligero sobre el río Adigio.
Rumbo a Vicenza
El viaje de Verona a Vicenza (a 60 km) discurre con el panorama de los montes Lessini presidiendo la llanura veronesa. En ruta hay varias etapas imprescindibles, como la abadía de San Pietro Apostolo en el pueblo de San Bonifacio –originaria del siglo XII, aunque modificada hasta el XVII–, y la medieval Soave, rodeada de murallas y viñedos. Más adelante, merece otra parada Montecchio Maggiore para ver los castillos de Romeo y Julieta, uno frente a otro, y la Villa Cordellina, con frescos de Giambattista Tiépolo (1696-1770). Vicenza se encuentra a apenas 15 kilómetros.
Esta ciudad fue el palco escénico del arquitecto renacentista Andrea Palladio (1509-1580), quien imprimió su estilo en iglesias, palacios, villas y jardines. En la plaza de Signori destaca la esbelta basílica Palladiana (siglo XVI) y por todo el casco histórico se reparten edificios en los que Palladio experimentó durante decenios las innovaciones de su arquitectura. La Catedral, el porche de la Loggia del Capitaniato, el palacio Barbaran da Porto y la villa La Rotonda son etapas fundamentales, aunque el edificio más famoso del artista es el Teatro Olímpico, cuya estructura de yeso y madera está pintada para que parezca mármol. Fue la última obra de Palladio, además de un modelo extraordinario de perspectiva y apoteosis de la armonía renacentista.
Las villas del Brenta
El genio palladiano se extendió más allá de Vicenza por todo el valle del río Brenta, donde el arquitecto realizó obras civiles como el puente de madera Degli Alpini, en la colorista localidad de Bassano del Grappa –famosa por el licor grappa–, además de numerosas villas aristocráticas; siguiendo su estela, en el Véneto se construyeron más de mil villas entre los siglos XVI y XIX.
A solo veinte kilómetros, en Lugo de Vicenza, destaca la Villa Godi Malinverni, el primer proyecto de residencia campestre de Palladio, un edificio de aspecto severo, aunque con una importante decoración pictórica en el interior y rodeado de extensos jardines con esculturas. Por otro lado, para conocer la culminación artística de Palladio hay que visitar la Villa Barbaro en Maser, construida entre los años 1550 y 1560 para Marcoantonio Barbaro, entonces embajador de la República de Venecia. Su interior está decorado con magníficos frescos de Paolo Veronese (1528-1588), un ciclo de pinturas considerado una de sus obras maestras.
A 28 kilómetros se ubica el atractivo pueblo de Maróstica, donde culmina el viaje. Rodeada por campos de cerezas –siempre presentes en tiendas y guisos locales–, esta tranquila localidad preserva la fisonomía medieval gracias a sus dos castillos, el Superior y el Inferior, que están unidos por una muralla, culminada en un paseo desde el que se contempla el pueblo y el valle del Brenta. La ciudad es famosa por la partida de ajedrez humano que se celebra el verano de los años pares en la plaza central, pavimentada como un tablero. Una fiesta que se remonta al siglo xv, en la que participan 500 figurantes ataviados al estilo medieval.
Para saber más
Cómo llegar: Desde España salen vuelos al aeropuerto de Verona.
A tener en cuenta: La Verona Card y laVicenza Card ofrecen descuentos en la visita a museos y villas.
Web de Turismo de Verona
Web de Turismo de Vicenza
Web de Turismo del Véneto
Web de la Fundación Andrea Palladio