La Vía de la Plata es el más solitario de los caminos que conducen a Compostela. Recorre el espinazo atlántico de la península para atravesar una sarta de ciudades hermosas y un rosario de ríos importantísimos. En el desvío por el Camino Sanabrés, la sensación de viaje íntimo se acrecienta.
Merodeando el canal del Guadalquivir, donde se concentran algunos de los lugares más interesantes de Sevilla, el caminante escalona sus visitas por la belleza alegre de la capital andaluza relamiéndose ante las semanas que vienen por delante. La perspectiva de cubrir el viaje a pie hasta Santiago por la Vía de la Plata ante el menos santiaguero de los caminos compostelanos. También, el que habla de soledades más sostenidas. El que llevará por ocho provincias y ciudades bellas se miren por donde se miren. El que obligará a cruzar los importantes ríos que había aprendido en una cancioncilla escolar: «Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir…», con algunos apéndices que no estaban en aquella lista como el Tormes o el Tera.
Y cuando parezca que va a agotar las originalidades, tomará un desvío a la izquierda y en lugar de llegar a la autopista principal de los peregrinos se desviará por la sierra zamorana y el sur de Galicia para ahondar en la unicidad del ramal escogido.