De la realidad al filme

Viaje a Concord, la ciudad de 'Mujercitas'

Una ruta por el escenario de la nueva versión cinematográfica de la novela de Louisa May Alcott.

Amos Bronson Alcott compró una casa rodeada de cuatro hectáreas de tierra y cuarenta manzanos por menos de mil dólares. Tras repararla durante varios meses e instalarse con su familia en 1858, la bautizó como Orchard House (Casa de la Huerta).

Pero si esta vivienda de madera oscura, varios tejados y aspecto tenebroso ubicada en Concord, un plácido poblado a treinta kilómetros del centro de Boston, sigue recibiendo visitas más de un siglo y medio después de que aquel excéntrico profesor la comprara, es porque en su interior se fraguó una de las grandes obras literarias. La novela se llamó Mujercitas y su autora, Louisa May, era una de las cuatro hijas que Amos Bronson tuvo con Abigail May.

Paisajes

El libro fue publicado en 1868 por una escritora que, por aquel entonces, tenía 36 años y había trabajado como voluntaria en un hospital de Washington durante la Guerra Civil, donde conoció a Walt Whitman. Al regreso, su editor le sugirió escribir una historia para niñas y ella respondió que sabía muy poco de ellas, ya que solo había convivido con sus hermanas. A pesar de ello, decidió recurrir a la memoria y convertir a sus hermanas (y a ella) en las hermanas March para crear una novela insumisa. Louisa se refugió en el personaje de Jo, de quien Patti Smith confesó, en el prólogo de una edición especial por el 150 aniversario de su publicación, que le había enseñado a seguir su propio camino y desobedecer las convenciones sociales.

El editor mostró la historia a su sobrina, que quedó fascinada. Era un augurio de lo que iba a suceder al publicarse, porque en apenas dos semanas se agotaron los dos mil ejemplares impresos y su nombre empezó a circular por todo el país. Por eso, la nueva versión llevada al cine y protagonizada por Saoirse Ronan, Emma Watson o Meryl Streep, es la última muestra de la vigencia de la Mujercitas.

Louisa May había vivido su infancia en Concord, aunque los sueños de un padre filósofo nada convencional hicieron a la familia mudarse más de veinte veces hasta instalarse de nuevo en Concord. A cambio, Amos Bronson fue su primer maestro y quien más la influyó. Él la había inspirado para llevar un diario y esas experiencias que Louisa había recogido desde pequeña le sirvieron para crear una trama que transcurre en el interior de esta casa.

HASTA LAS ENTRAÑAS

Alcott

Alcott

Exterior de la casa de Louisa May Alcott 

Foto: louisamayalcott.org

Una visita a su interiorcomienza con el pequeño documental explicativo en una de las salas. Después, el recorrido sigue entre la cocina y salones con chimenea, libros, retratos y pianos. Las habitaciones se encuentran en la segunda plana y, entre los más destacados objetos, sigue intacta la mesa en forma de media luna que hizo su padre y donde la escritora escribió Mujercitas. En la habitación de su hermana May, por ejemplo, también se mantienen intactas las paredes decoradas con sus dibujos.

Recorrer estas estancias es hacerlo también en el espíritu de la novela que ahora se lleva al cine por octava vez. Algunas de las escenas fueron grabadas en los jardines, donde se encuentra la pequeña escuela de filosofía en la que Amos Bronson desplegó sus métodos de enseñanza entre niños de Concord. Los interiores de la casa, sin embargo, fueron visitados por el equipo de producción y recreados al detalle en estudios. Otras escenas han sido filmadas en Boston o Harvard.

CONCORD, CUNA DE ESCRITORES

COncord

COncord

Concord es una urbe de héroes de guerra y literatos. 

Quiso el azar que en Concord confluyeran, en el espacio y en el tiempo, algunos de los grandes escritores del siglo XIX. Atraído por su amistad con Ralph Waldo Emerson, el padre de las hermanas Alcott pronto conoció a Henry David Thoreau, creando así el sólido triángulo de los llamados trascendentalitas. Pero a Concord también llegaron otros escritores. Algunos vivieron un tiempo, como Nathaniel Hawthorne, y otros mantuvieron frecuentes visitas para acercarse al círculo filosófico liderado por Emerson.

Pasear hoy por la ciudad es hacerlo sobre la historia viva. Si Orchard House mantiene cerca del ochenta por ciento del mobiliario original, las cercanas casas de Emerson o la conocida residencia Wayside, donde primero vivieron los Alcott y luego los Hawthorne, conservan su disposición y muchos de los viejos objetos. De Thoreau siguen los bosques en los que se solía retirar y la máxima expresión está junto a la laguna de Walden, a las afueras de Concord. Allí levantó una cabaña y pasó dos años donde puso en práctica un experimento que describió en Walden o la vida en los bosques, un hermoso ensayo en el que narra su experiencia en soledad. Una réplica de la cabaña y una estatua de bronce al otro lado de la carretera recuerdan que Thoreau expandió el nombre de Walden por todo el mundo.

Paisajes

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Unos paisajes indudablemente inspiradores como los que sedujeron a Thoreau. 

Louisa May vivió en Concord hasta 1877, por lo que su experiencia en la ciudad es la materia prima de Mujercitas.Sin regalos, la Navidad no será lo mismo”, dice Jo al comienzo de la novela, recordando sus vivencias. Amos Bronson estaba tan volcado en el estudio y en proyectos sin éxito económico que apenas pudo sostener a la familia. Mientras tanto, sus hijas y su esposa tuvieron que desempeñar todo tipo de trabajos para mantener la casa. Pero el éxito de la novela le hizo a Louisa olvidar el pasado, y los cuantiosos beneficios le permitieron ayudar a su familia y viajar por Europa.

Orchard House fue ocupada hasta 1911, cuando el club de las Mujeres de Concord la compró y convirtió en un museo que actualmente recibe 100.000 visitantes al año. Fascinados por la escritora, muchos de ellos continúan su rastro hasta el cementerio Sleepy Hollow. La tumba de Louisa May es una sencilla placa desgastada y clavada en el césped que sus numerosos admiradores adornan con piedras, bolígrafos o mensajes. Junto a ella, en un radio de apenas cincuenta metros, también están enterrados los mismos protagonistas –Amos Bronson, Emerson, Thoreau, Hawthorne– que la influyeron en vida.