Viaje a los Dolomitas, las montañas modelo de Italia

Estas montañas idealizadas tienen pequeños pueblos rodeados de bosques en el fondo de los valles, prados verdes con alguna que otra cabaña de madera y cumbres embellecidas por las nieves.

Se denomina Dolomitas a una amplia zona de montañas calizas situadas en los Alpes Orientales, en la frontera de Italia con Austria. Se trata en realidad de un conjunto de grandes macizos aislados, cada uno con su propia personalidad, separados por profundos valles y unidos entre sí por altos collados hasta los que suben sinuosas carreteras de innumerables curvas.

El nombre de Dolomitas procede del geólogo Deodat Tancrêde de Dolomieu (1750-1801), quien durante un viaje al Alto Adige descubrió una roca caliza que contenía magnesio y que es la base de la roca dolomítica. Por las características de este mineral, a menudo sucede que bajo la luz del atardecer las montañas se tiñen de un color rosado que vira al violeta antes de que caiga el crepúsculo.

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GettyImages-1183967499. Los Dolomitas: patrimonio de la humanidad desde 2009

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Los Dolomitas: patrimonio de la humanidad desde 2009

Es una zona de belleza singular que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2009. Alberga un parque nacional, diversas reservas naturales y 116 cumbres que superan los 3000 metros de altitud. Es un paraíso del esquí en invierno, así como de senderismo y escalada en verano. También es una zona privilegiada para los amantes del ciclismo de carretera, convenientemente entrenados para superar los desniveles más pronunciados.

A todos los valles y hasta todos los pueblos llega el transporte público regular, mientras que una amplia red de refugios y albergues conectados por centenares de senderos bien señalizados permiten realizar cualquier ruta imaginable.

shutterstock 1834263244. Trento: la puerta monumental puerta de entrada

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Trento: la puerta monumental puerta de entrada

Trento es el punto de inicio de un viaje por los macizos más emblemáticos de las Dolomitas. La capital de la región de Trentino-Sud Tirol es conocida por el famoso concilio (1545) de la Iglesia católica, pero tiene un casco histórico de gran interés. Lo primero que se visita es la plaza del Duomo, presidida por la catedral, la fuente de Neptuno y el gótico Palacio Pretorio. Después de tomar un helado en la gelateria próxima a la plaza, vale la pena contemplar el castillo del Buonconsiglio –antigua sede de los príncipes-obispos–, pasear entre los palacios renacentistas de la avenida Belenzani y, por último, subir en funivia hasta Sardagna para admirar la ciudad desde lo alto.

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iStock-1024607986. De Madonna di Campiglio al refugio Nambino

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De Madonna di Campiglio al refugio Nambino

Abandonamos el valle principal del río Adigio en dirección oeste hasta Madonna di Campiglio, pasando por los pueblos de Dorsino, Tione y Pinzolo. La localidad de Madonna di Campiglio se halla a 1522 m y está delimitada por el Parque Natural del Adamello al este y los Dolomitas de Brenta al oeste. Este pueblo elegante y muy cuidado es célebre porque su estación de esquí acoge en invierno pruebas de la Copa del Mundo.

 

Madonna di Campiglio es una buena base para empezar a familiarizarse con el paisaje de las Dolomitas. Lo habitual es subir en coche hasta el refugio Nambino y seguir el itinerario señalizado que conduce a los lagos Nambino, Ritorto, Lambin, Bianco, Gelato y Nero, hogar de anfibios protegidos como el tritón o la salamandra, y en cuyas orillas crecen varias especies de orquídeas. Desde aquí se divisan paredes por las que ascienden diversas vías ferratas, que son itinerarios de montaña equipadas con cadenas, escalones de hierro o estacas clavadas en la roca.

Marmolada y la vía ferrata decana

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Marmolada y las vías ferratas decanas

Las Dolomitas son famosas por contar con numerosas de esas rutas. La primera vía ferrata documentada se instaló en Austria en 1843: el acceso al pico Daschtein de 2995 m, la cumbre más alta de los Alpes del Salzkammergut. En 1903 se empieza a equipar la arista oeste de la Marmolada, la más veterana de las ferratas de Dolomitas. Durante la Primera Guerra Mundial, el frente de batalla entre italianos y austrohúngaros se encontraba esparcido por las crestas y paredes dolomíticas. Ambos ejércitos excavaron túneles, abrieron caminos y clavaron anclajes en las rocas que luego se convirtieron en vías ferratas para el disfrute de excursionistas y escaladores.

La vía de la Bocchette, de 1936, fue la primera equipada con un objetivo lúdico. Se la conoce como la Alta Ruta de Brenta y requiere entre tres y cuatro jornadas de unas cinco horas diarias de intensa actividad. Una alternativa mucho más descansada la ofrece el teleférico del Paso del Grosté (2437 m). Este remontador se acerca la inicio de la vía y permite disfrutar de las vistas desde el lujoso refugio Stoppani, que sirve comidas con panorámicas espectaculares; el descenso a pie hasta Madonna dura casi tres horas y pasa por el refugio Graffer, otra buena terraza con vistas.

shutterstock 696558196. Bolzano y la momia más famosa de los Alpes

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Bolzano y la momia más famosa de los Alpes

Alcanzamos Bolzano, otra ciudad de referencia en las Dolomitas, conduciendo por sinuosas carreteras que, a través de collados, permiten ir cambiando de macizos y descubrir nuevos valles. Bolzano/Bozen es la capital del Alto Adige-Sud Tirol, en territorio italiano desde 1919, pero conserva de su etapa como parte del Tirol austriaco el estilo arquitectónico, el strudel y el habla de sus habitantes, que utilizan indistintamente tanto el alemán como el italiano.

Después de pasear por el casco medieval, hay que visitar el museo arqueológico y rendir homenaje a la momia de Otzi, un cazador que vivió hace 5300 años y cuyo cuerpo fue hallado en el glaciar de Similaun en 1991. La mejor foto panorámica del valle en que se emplaza Bolzano se consigue desde el funicular del Colle, data de 1908 y está considerado el sistema de transporte de personas con cable más antiguo del mundo.

shutterstock 1463216207. Senderismo entre viñas

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Senderismo entre viñas

De camino a Bressanone/Brixen, el paisaje se cubre de viñas, las más septentrionales de Italia. Su casco antiguo de calles adoquinadas alberga iglesias y palacios señoriales del siglo xviii, además de tiendas de lujo y un interesante museo de pesebres en el palacio Arzobispal.

El senderismo es una de las actividades que atrae más visitantes a Bressanone. Hay infinidad de senderos señalizados y una amplia red de refugios, pero esta zona es célebre por ser el punto de inicio de la Alta Vía 2 –hay diez rutas de este tipo, numeradas y de ocho a doce días de recorrido cada una–, una de las más clásicas y espectaculares de las Dolomitas. Consta de diez etapas que discurren por el Parque Natural Puez-Odle, el grupo Sella, la Marmolada, la Pala de San Martino y el Parque Nacional de los Dolomitas de Belluno.

iStock-1186723407. Las iglesias frente al grupo Odle

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Las iglesias de los Dolomitas

Un desvío fundamental en estas coordenadas es escaparse hasta el valle de Funes, donde dos iglesias son capaces de robarle -o, al menos, compartir- cierta fotogenia al macizo de Odle. Se trata de la iglesia de San Juan, en la imagen, y la de Santa Magdalena, dos templos que le dan una escala humana e, incluso, sacra, a un paisaje donde los dioses son de piedra. 

Messner y sus museos

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Messner y sus museos

Reinhold Messner es un alpinista que nació y se formó como tal en las Dolomitas y que por su estilo, rápido y ligero, sin oxígeno, marcó un punto de inflexión en el alpinismo. Entre sus múltiples gestas, destaca por ser el primer hombre en culminar los 14 ochomiles, en conseguir la primera ascensión sin oxígeno al Everest con Peter Habeler en 1978, y en solitario en 1980; también alcanzó los dos polos de la Tierra y realizó la travesía del desierto del Gobi. Más de 50 libros recogen sus experiencias, pero su mayor proyecto es el Museo Messner de la Montaña (MMM), con seis sedes en las Dolomitas que incluyen desde castillos medievales, como el de Brunico o el de Juval, hasta la vanguardista estructura diseñada por Zaha Hadid en el Plan de Corones. 

iStock-182478133. Canazei, paraíso de esquí

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Canazei, paraíso de esquí

Hay que retroceder al sur para adentrarse en el Valle Gardena y llegar hasta la localidad de Ortisei, famosa por sus figuritas de madera tallada –de pesebre y religiosas, de escaladores, animales...–, que pueden comprarse en infinidad de talleres y tiendas. A medida que se avanza por este valle, las montañas van ganando altura: el Puez (2913 m) al norte, el Piz Boè (3152 m) al oeste y el Sassolungo (3181 m) al sur. La claridad de sus paredes rocosas destaca sobre el verde de los bosques de alerces y las praderas cubiertas de flores silvestres, como la genciana o el delicado edelweiss, que a menudo aparece camuflado entre las piedras.

Al pueblo de Canazei se podría ir directamente por el Paso Sella, pero vale la pena dar un amplio rodeo en torno al Piz Boè para admirar otros picos y collados. Hay curvas y más curvas, pero estas carreteras invitan a disfrutar conduciendo mientras se contempla un paisaje que deja sin aliento. Esta zona es uno de los centros neurálgicos del esquí alpino en Dolomitas y, en verano, su amplia red de remontadores sube hasta miradores a gran altitud. Tal vez el más impresionante de todos sea el teleférico del Paso Pordoi al refugio Maria (2950 m). Se puede bajar a pie hasta el coche en un par de horas siguiendo un sendero que pasa por el refugio Pordoi, encajonado en una brecha que separa el pico Pordoi de la Punta de Joel.

shutterstock 1906016395. Sella y otros grandes macizos del Valle de Fassa.

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Sella y otros grandes macizos del Valle de Fassa.

Canazei y Campitello son las poblaciones más destacadas del valle de Fassa. Ambas permiten acceder a numerosas rutas senderistas y vías ferrata en los grupos de Catinaccio, Sassolungo y Sella. Muchos de sus habitantes, además del italiano y el alemán hablan ladino, una lengua que también podremos oír cerca de Cortina d’Ampezzo.

Algunas pistas asfaltadas que se adentran en los valles tributarios del Fassa están prohibidas a la circulación privada, pero el acceso se puede hacer con taxi. De esta manera, por ejemplo, se alcanza el pie de las Torres del Vajolet, un paraíso de la escalada en el grupo Catinaccio. Entre las ferratas próximas a Canazei cabe mencionar tres: en el grupo del Sella, la Brigada Tridentina y el sendero Lichtenfels, que sube al refugio del Piz Boè (3152 m); y en el grupo del Sassolungo, el sendero Oskar Schuster que asciende al Sassopiatto/Platkopfel (2958 m).

shutterstock 2188944091. Fedaia y los ecos de la I Guerra Mundial

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Fedaia y los ecos de la I Guerra Mundial

A estas alturas del viaje conviene fijar rumbo oeste hacia uno de los máximos emblemas de las Dolomitas: la Marmolada. La mejor vista de la montaña más alta de esta región alpina se consigue cuando el vehículo alcanza el Paso Fedaia. Se trata de una cumbre calcárea y, por tanto, geológicamente distinta del resto de las Dolomitas. Otro aspecto que la distingue es que bajo su cumbre, en la cara norte, sobrevive el único gran glaciar que queda en la zona, aunque está en clara recesión. La Marmolada tiene tres puntas: Penia (3343 m), Rocca (3309 m) y Serauta (3035 m) y casi todas sus caras están surcadas por vías de escalada o ferratas, como la equipada en 1903 que sube desde la parte alta del glaciar por la arista oeste.

Los no escaladores pueden tomar el telesilla del Paso Fedaia hasta el refugio Fiaconi, situado a los pies del glaciar. Otra opción la ofrece el teleférico que desde la localidad de Malga Ciapela asciende en dos tramos hasta casi lo más alto de la punta Rocca. En la estación intermedia, a 2950m, se halla el refugio Serauta y el Museo de la Gran Guerra, que describe las mil y una batallas disputadas en la Marmolada entre el ejército austrohúngaro, que se hizo fuerte en el flanco sur de la montaña, y el italiano, instalado en el flanco norte. Los mapas, objetos y documentación que se exponen son estremecedores. En las entrañas del hielo, los austrohúngaros excavaron 12 km de galerías en las que vivían hasta 400 soldados. El cuartel bajo el glaciar estaba equipado con cocina, enfermería, centro de comunicaciones, polvorín, leñera, cantina, refugio antibombas, dormitorios y club de oficiales. Incluso disponía de una estación eléctrica y de un sistema de extracción de humos que mantenía el interior a una temperatura soportable tanto en invierno como en verano.

Con el devenir del tiempo, todo aquello quedó abandonado y fue desapareciendo, pero en 2008 el glaciar dejó al descubierto el cuerpo de un combatiente italiano que todavía llevaba las botas puestas. Los italianos tampoco se quedaron cortos y excavaron galerías en la roca de la cresta Serauta para albergar nidos de ametralladoras que ahora se pueden visitar en verano.

iStock-1128319686. Los macizos que rodean Cortina d'Ampezzo

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Los macizos que rodean Cortina d'Ampezzo

El paso Falzàrego y las galerías del Lagazzui son otro vestigio de los enfrentamientos de la Primera Guerra Mundial. Se puede subir con un teléferico y descender por el túnel excavado en la montaña. Una experiencia con vistas inolvidables. Desde aquí nos dirigimos a Cortina d’Ampezzo, capital dolomítica por excelencia, centro de referencia para escaladores, esquiadores –acogió los Juegos Olímpicos de invierno en 1956–, ciclistas y senderistas. Cortina está flanqueada por los grupos rocosos de la Tofana, el Cristallo, el Sorapís y el Pelmo, paredes verticales con bosques y prados que se extienden a sus pies, surcados por senderos entre refugios, algunos accesibles en teleférico. El de Guido Lorenzi, ahora cerrado, se localiza en un punto espectacular, asomado al vacío desde una brecha tallada en la roca. El camino que sube hasta él –ahora en mal estado– continúa hasta un puente colgante apodado «Stallone» porque apareció en la película Máximo riesgo, con Sylvester Stallone como protagonista.

La Tofana es el otro macizo espectacular que se ve desde Cortina. Un sistema de teleféricos en varios tramos permite alcanzar los casi 3244 m de la Tofana de Mezzo. Al sudoeste de esta cumbre se levanta la Tofana de Rozes (3225 m), a la que, entre otras rutas, se puede ascender por la ferrata Giovani Lipella. Esta vía se caracteriza por su verticalidad, pero también por una larga y angosta galería helicoidal que discurre por las entrañas de la montaña y en la que se ven algunos agujeros abiertos en la pared durante la Gran Guerra que albergaron ametralladoras.

GettyImages-1292562416. Misurina, el lago en el que se refleja Lavaredo

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Misurina, el lago en el que se refleja Lavaredo

En este viaje por las Dolomitas solo faltan por visitar dos emblemas: el lago Misurina y las Tres Cimas de Lavaredo, en el Parque Natural Dolomiti de Sesto. Ambos enclaves son accesibles desde Cortina. Para ello hay que tomar la carretera que asciende al paso de Tre Croci, uno de los puertos típicos del Giro de Italia. De esta manera, bajando del paso se llega al lago Misurina, con 2,6 km de perímetro y unas aguas cristalinas que reflejan las cimas circundantes. No es extraño que se le haya puesto el llamativo sobrenombre de «la perla de los Dolomitas».

El Misurina se presenta como una etapa preciosa antes de encontrar la colosal muralla pétrea de las Tres Cimas de Lavaredo: Grande (2999 m), Piccola (2857 m) y Ovest (2973 m). En verano, la carretera que conduce hasta el refugio de Auronzo está regulada y requiere el pago de un peaje o subir en taxi. Desde aquí nos tenemos que calzar las botas y caminar primero hasta la Capilla Alpina, saltar el collado de la Forcella y tomar el sendero hasta el refugio Locatelli, visible desde lejos por su característico tejado metálico rojo.

shutterstock 1729472143. La conquista de Lavaredo

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La conquista de Lavaredo

La terraza del Locatelli es un balcón maravilloso a las Cimas de Lavaredo, especialmente al atardecer, cuando las últimas luces del sol tiñen de naranja y rojo su cara norte. Es una de las seis caras norte clásicas y más difíciles de los Alpes, comparable a las nortes del Eiger, de las Jorasses, del Badile, del Cervino y del Dru. A menudo se avistan grandes rapaces y buitres sobrevolando las cumbres, como el águila real o el quebrantahuesos.

El refugio Locatelli puede ser el inicio de otras excursiones a montañas cercanas, como el Patermo, al que se accede por una vía ferrata de origen militar. O la que desde detrás del refugio sube a la Torre de Tobblin por una ferrata también de la Gran Guerra.

El regreso hasta el coche rodeando las Cimas de Lavaredo es una ruta sensacional. El sendero primero transcurre por una zona de piedra suelta y luego se adentra entre praderas, rododendros y lagos glaciares; la vuelta completa cubre unos 12 km. De nuevo en la carretera, el último objetivo del día será buscar un restaurante donde sirvan ñoquis al estilo de las Dolomitas o casunziei, raviolis rellenos de calabaza y espinacas. El mejor reconstituyente para ir pensando en la excursión del día siguiente.