La carta de presentación de la antigua Ceilán no puede ser más sugerente. Como buen país insular, Sri Lanka exhibe algunos de sus mayores atractivos en sus más de 1300 km de de línea de costa, sellada con playas infinitas de aspecto tropical donde las palmeras llegan hasta la misma orilla. Las tierras altas del interior ejercen un irresistible contraste con un techo de algo más de 2.500 m y un clima húmedo y lluvioso, y las ciudades culturales ponen la guinda a un cocktail perfecto de serendipia con componentes imprescindibles de cultura e historia que todo viajero precisa para comprender la idiosincrasia del país.