Estadísticamente, las cascadas de Noruega son insuperables. No en vano, esta nación nórdica puede presumir de contar con diez de las treinta cataratas más altas del mundo. Un hito que se basa en una orografía diseñada para que el agua se exhiba en su máximo nivel de épica. Y es que las gigantescas montañas de los Alpes escandinavos se alimentan con la alta pluviometría y los deshielos de primavera para crear paisajes de cuento rebosantes de épica. Estos son los nueve saltos de agua más característicos de un destino que, de por sí, es un paraíso verde y azul.

En todo viaje por Noruega, las cascadas deben de estar presentes en la hoja de ruta. Ya sea por su espectacularidad o por tener el récord de altitud de las cataratas europeas, Vinnufossen es un perfecto punto de partida. Sus más de 850 metros de altitud son un espectáculo natural difícil de creer. Sobre todo porque, tramos, su caída es libre, provocando un ruido ensordecedor y asombroso sobre el lecho del río Driva.
Otra coordenada fascinante e imprescindible es el fiordo Geiranger, y no solo porque sea Patrimonio de la Humanidad. Y es que sobre sus aguas se precipita la cascada de las Siete Hermanas, un velo de agua formado por siete cataratas independientes que se juntan para crear esta refrescante ensoñación. Las vistas a pie de acantilado son asombrosas, sobre todo si se realiza a bordo de un barco pequeño, lo que permite aproximarse este fenómeno y rozarlo con las pestañas.

Voringfossen, una de las cascadas más bonitas de Noruega. Foto: istock
Sin duda, la aventura de conocer Trollstingen es algo único en el mundo. Esta carretera, traducida como el camino del troll, serpentea a lo ancho de la montaña mientras traza cerradísimas curvas de herradura. Pero lo asombroso aquí no es la pericia de los ingenieros, sino cómo los carriles van jugando con el salto de agua, lo van burlando a través de puentes y lo acompañan a ratos, siendo sus miradores los lugares más idóneos donde parar y poner un poco de cordura a este delirio donde lo natural y lo artificial se entrelaza con alegría.
Pero el encanto de estos parajes no es solo vertical. En el caso de Marmorslottet, el embrujo lo produce su lecho de aspecto marmóreo que, junto al caudal de aguas glaciares, crea una postal casi inverosímil, con un río repleto de saltos, pozas y rápidos que se abre paso entre profundos y exuberantes bosques.