Las fértiles tierras que se extienden al noreste de Moscú, delimitadas por las aguas del Moscova, el Kliazma y el Volga, son la cuna de la cultura y la historia del inmenso país que es hoy Rusia. En ellas se asentaron los primeros pobladores de un territorio que empezó a florecer alrededor del siglo XI y en el que fundaron las ciudades que actualmente son el emblema de sus costumbres y raíces. En estas villas medievales se levantaron monasterios, iglesias y catedrales que cuentan parte de la historia de un país de fuertes convicciones y tradiciones ortodoxas. El resultado es un conjunto de ciudades monumentales cuyo patrimonio histórico deslumbra y enamora a la par.