Un campo de trigo ondulante se mece al ritmo de la brisa. En el horizonte se recorta el perfil de una típica villa toscana a la que se llega a través de un camino flanqueado por altos cipreses. El viento es cálido y los cultivos tapizan los fértiles valles y las suaves lomas que caracterizan la región italiana de la Toscana. Así se presenta la estampa más típica de esta zona del norte de Italia, pero falta un elemento. Los pueblos y ciudades de aire medieval que aportan el ingrediente de cultura e historia que completa la imagen. La bella Florencia es su capital, pero tras ella aparece un reguero de localidades modeladas por el tiempo que han logrado mantener su esencia, y con ella una arquitectura urbanística y monumental que permite trazar una línea directa con su pasado. Saltando de plaza en plaza entre callejuelas estrechas y empedradas, se descubre una historia y un paisaje urbano que conectan con el corazón de la Toscana.