Desde los historiadores de la Antigüedad, siempre se ha afirmado que el Nilo ha sido y es fuente de vida. Fue incluso fuente de civilizaciones. Y con un vistazo cenital al mapa es fácil entender por qué, pues dos franjas verdes acompañan todo el curso del río y, tras ellas, solo la tierra yerma del desierto. Fue en estas márgenes donde nació y prosperó una sofisticada sociedad que extendió su costumbres, su cultura, su sabiduría y también sus maravillosos templos por el curso medio y bajo del Nilo durante más de tres mil años. Hoy en día, el mundo sigue contemplando con fascinación los vestigios del antiguo Egipto que han permanecido durante dos mil años más como testigos excepcionales. Con el río como eje vertebrador, el itinerario descubre un reguero de templos que culmina en las dos grandes ciudades egipcias: El Cairo y Alejandría. Solo hay que dejarse mecer por sus aguas calmas.