El Duomo acapara todas las miradas cuando se visita Milán, desde su amplio interior con cuatro naves y colosales columnas hasta su terraza repleta de estatuas donde ver la ciudad desde las alturas. Pero tras un buen café italiano y una visita a este monumento religioso, las calles milanesas se abren a un mundo donde conviven las tiendas más exclusivas y las más tradicionales e iglesias del siglo XV -como Santa Maria delle Grazie, donde se encuentra La Última Cena de Leonardo da Vinci-, con los edificios más modernos del distrito Porta Nuova. También zonas verdes, uno de los cementerios más bellos de Europa y canales repletos de vida.