Con una estratégica ubicación en la desembocadura del río Duero, la relevancia de una ciudad como Oporto no solo es debido a que es la segunda ciudad más poblada de Portugal. Sus múltiples atractivos ya fueron descubiertos por sus habitantes de la Antigüedad, quienes la bautizaron con el puerto con el nombre de Cale. Un topónimo que acabaría designando no solo la ciudad sino el país entero.
La disposición cercana de sus principales hitos en un coqueto y adoquinado centro histórico convierten la ciudad en un lugar ideal para descubrirla en poco tiempo. Lo mejor es que tiene un tamaño muy caminable y eso permite que, siendo conscientes de que habrá que tirar de piernas, sea posible abarcar sus monumentos más emblemáticos y recorrer las calles más características, y empaparse así de la esencia portuense.