
Miles de estupas dibujan el skyline de Bagan, antigua capital del imperio birmano donde el tiempo parece haberse detenido. Conocido como el valle de las pagodas, es uno de los destinos más conocidos de Birmania gracias a su espectacular belleza y a su importancia histórica, que hizo que se incluyera en el listado de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2019.
Durante más de dos siglos, de 1044 a 1287, Bagan vivió un gran esplendor iniciado por el rey Anawaratha como centro político, económico y cultural del imperio. Fue en este momento, cuando se erigieron más de 10.000 monumentos religiosos en las llanuras de Bagan. La ciudad prosperó hasta convertirse en un centro cosmopolita al que acudían a estudiar monjes y jóvenes de otros lugares de Asia. Hoy, los bajorrelieves, frescos y otros adornos de las más de 2.000 estupas, templos y mausoleos que permanecen, son testimonio de esta historia. De entre el centenar que se conserva en buenas condiciones, destaca la blanca pagoda de Ananda, del año 1105.