Viena es, más que una tarta Sacher, un pastel milhojas. Sus múltiples capas culturales la convierten en una de las ciudades europeas más estimulantes para amantes del arte, la música y... los dulces. Además, la capital de Austria se está renovando con nuevos hoteles, más museos, la peatonalización del casco histórico y propuestas para disfrutar de las tardes de verano. Aquí apuntamos algunas: desayunar en el café Sacher, pasear por Graben, entrar en la catedral, ir tras el legado de Klimt o pasar una velada musical en el palacio de Schönbrunn.