Visita al corazón de Francia por la Ruta del Coñac

Castillos, abadías y bodegas llenan de arte y sabor esta comarca del río Charente

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Paisajes vinícolas

Un manto de vides cubre la comarca histórica del coñac. En la imagen, el pueblecito de Saint Preuil.

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Bodega Tesseron

Fundada en el  siglo XIX en Châteaneuf-sur-Charente.

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Musée des Arts du Cognac

Antiguo cartel publicitario, expuesto en el Museo de las Artes de Cognac.

Région Poitou-Charentes/ Stéphane Charbeau

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Cognac

A orillas del río Charente, cuenta con bodegas centenarias como es Otard (1745), ubicada en el castillo de Valois, originario del siglo XIII.

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La capital gala del cómic

Angulema está considerada la ville dessinnée de Francia, desde que hace veinte años se iniciara la costumbre de cubrir sus fachadas con murales, sobre todo en la Ville Haute (parte alta). Ahora cuenta con un Centro Nacional del Cómic, una Escuela de la Imagen, un festival y un museo con biblioteca y espacios expositivos. En la fotografía, La fille des remparts, de Max Cabanes, en el Boulevard Pasteur.

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Angulema

La ciudad fue una etapa destacada del Camino de Santiago que provenía de París. En la fotografía, la iglesia de Notre Dame de l’Assomption.

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Castillo La Garde, en Salignac-sur-Charente

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St-Eutrope

Este templo originario del siglo XI conserva la cripta románica donde hay un sarcófago paleocristiano que guarda los restos de san Eutrope (s. IV), el primer obispo de Saintes.

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Saintes

Junto al río Charente y con la catedral de St-Pierre destacando sobre los edificios

Mapa: BLAUSET

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Las etapas básicas

1 Angulema. La cabeza departamental es también la «capital francesa del cómic» desde que en 1996 acogió el primer Festival de la Bande Dessinée.
2 Jarnac. Aquí se inician los paseos en gabarras que discurren por el río Charente. Tiene numerosas bodegas.
3 Cognac. Además de mansiones suntuosas y cultivos mimados, cuenta con dos museos dedicados al coñac.
4 Saintes. Las ruinas del anfiteatro, las termas y un arco dan fe de que la ciudad ya existía en la época de los romanos.

El licor más célebre de Francia le debe mucho, paradójicamente, al agua generosa del río Charente que en la tierra del cognac francés vivifica valles y colinas tapizadas de viñedos. «El río más bello del reino», como afirmaba el rey Francisco I de Francia (1494-1547) que había nacido en estas tierras, enhebra ciudades históricas, pueblos con encanto y abadías que en la Edad Media acogían a peregrinos jacobeos y paisajes ribereños de sutil belleza. Es la comarca del coñac que se extiende, igual que lo hace el río Charente y este recorrido, entre las ciudades de Angulema y Saintes.
Angulema es hoy capital del departamento francés de Charente, pero en el medievo ya era una etapa importante para los viajeros y peregrinos que se quedaban extasiados al contemplar el retablo en piedra que es la fachada de la catedral románica de St-Pierre. En el siglo XIX, los arquitectos Abadie, padre e hijo, restauraron con cierta libertad este templo, como también hicieron con el castillo –ahora el Ayuntamiento–; asimismo construyeron Les Halles, un mercado de estilo modernista y con bello techo acristalado, que imitaba al que por entonces resplandecía en París.

El río que riega Angulema, y que hasta hace poco movía los molinos de la zona, es navegable en 170 kilómetros, salvando, eso sí, una veintena de esclusas. Durante siglos, por él circularon mercancías como vino, sal, papel, telas y hasta cañones. Las gabarras comerciales dejaron de funcionar en 1936. La última salió de Jarnac, 30 kilómetros al oeste de Angulema. Ahora, en esta localidad, gran productora de coñac y también de pineau (mezcla de mosto y licor), se inicia una ruta fluvial que permite a los turistas surcar el río y pilotar su propia barcaza. La iniciativa partió de unos paisanos del vecino pueblo de St-Simon que, en 1988, rehicieron una nave típica; la historia de estas embarcaciones se narra en la Maison des Gabarriers. Hoy son decenas las barcazas que navegan el Charente. Uno de los altos más gratificantes que puede realizarse en esta ruta fluvial es la abadía de Bassac (siglos XI-XV), aunque cualquier aldea, por diminuta que sea, arropa una iglesia románica.

La ciudad de Cognac

Basta poner pie a tierra en Cognac (a 15 km) para entender que se pisa un lugar aristocrático. Aunque de tamaño medio (20.000 habitantes), ofrece mucho que ver y, sobre todo, resulta agradable para vivir, con mesones donde se rinde culto, como era de esperar, al vino, al coñac y a recetas que aprovechan sus virtudes. Lo mejor es visitar la oficina de turismo de la plaza de la Salle Verte y dejarse orientar sobre qué ver en la ciudad y fuera de ella, como seguir la ruta de las bodegas o la de las mansiones fortificadas.

En las cavas del palacio siguen reposando barricas y botellas de la firma Otard, una de las más antiguas

En Cognac nació en 1494 Francisco I, el rey que abrió las puertas de su país al Renacimiento y también a un anciano Leonardo da Vinci, quien diseñó para él la Salle de Gardes del Castillo. El palacio fue saqueado durante la Revolución Francesa y, en 1795, lo compró el barón Jean Baptiste Antoine Otard para usarlo como lugar donde dejar envejecer sus coñacs. Hoy, en las cavas del palacio siguen reposando barricas y botellas de la firma Otard, una de las más antiguas junto con Hennessy, de 1765, o Rémy Martin, fundada en 1724. Todas estas bodegas históricas se pueden visitar.

Por último, el Museo des Arts du Cognac y el Espace Découverte en Pays du Cognac, ambos en el centro de la ciudad, son visitas obligadas para conocer la historia y el proceso de elaboración de este famoso aguardiente, obtenido por doble destilación y envejecido en barricas de roble un mínimo de dos años y medio.

Siguiendo el río Charente se perfila la ciudad de Saintes (a 28 km), final de recorrido. El puente romano que franqueaba el río quedó desmantelado en el siglo XIX, pero el arco que lo encabezaba fue puesto a salvo en la orilla. Junto a él, en el nuevo Museo Arqueológico, estatuas y restos romanos dan fe de aquella colonia de galos santones (de ahí su nombre) que aceptaron pertenecer al Imperio a cambio de regalos como el anfiteatro construido por el emperador Claudio (s. I). Saintes fue además otro hito del Camino jacobeo, como delatan su catedral, la iglesia de Saint-Eutrope (casi otra catedral) y la abadía de las Dames, todos tesoros del románico.

MÁS INFORMACIÓN

En coche, Angulema, punto de salida de este viaje, está 452 km al sur de París. Cuenta con aeropuerto doméstico y estación de tren.

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