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Barranco, el barrio más 'indiespensable' de Lima

El distrito que congrega a modernos, artistas, 'foodies' y que se ha convertido en un indispensable de la ciudad.

Si Lima es caótica y desordenada, monumental y de tradiciones, Barranco es (casi) todo lo contrario, relajado, muy pintoresco y salpicado de fachadas de mil colores. Durante años fue un lugar de veraneo, el sitio de recreo de las grandes fortunas limeñas; y hoy (el barrio donde nació Mario Testino y en el que Mario Vargas Llosa tiene casa), es la zona preferida de artistas y peruanos que buscan ese ambiente de galerías, concept stores, street art, brunch, zonas con mucho encanto para pasear y baretos de noche para rumbear. Es solo uno de los 43 distritos de Perú, pero gracias a todos esos ingredientes, el único en la lista de los barrios más cool del momento.

 

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Todo empezó con una ermita

A pesar de las modas que lo asemejan a otros tantos barrios del mundo que reúnen estas mismas características -todo muy guay-, lo de Barranco parece bastante genuino y muy poco forzado. Como si siempre hubiera estado ahí, incluso antes de la etiqueta. Y todo gracias a los pescadores, porque ellos fueron sus primeros vecinos. Cuenta la leyenda que descubrieron este acantilado en el siglo XIX de casualidad, durante un día de mucha niebla en el que los barcos que salían desde Surquillo para faenar en estas aguas se perdieron; desorientados, consiguieron ver una cruz iluminada que les guió hasta la orilla. Y lo misterioso de todo fue que la cruz no existía; creyendo que todo había sido obra de un milagro, levantaron una ermita, convirtiendo este barranco con salida al mar en un santuario, primero, y en zona de baños para la clase media alta, después.

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Vuelta a los ranchos

De esa época son los ranchos, como se denominan por aquí a las casonas y grandes mansiones de influencia europea que lo salpican. Su supervivencia -no solo a las guerras del siglo XIX sino a los devastadores terremotos que han sacudido la ciudad a lo largo de su historia- es uno de sus rasgos más distintivos, sobre todo si se compara a Barranco con el resto de Lima, donde la gente vive en altas torres de pisos (a excepción de San Isidro o Miraflores) o viviendas de ladrillo decadente sin lucir que parecen estar a medio construir. Quizá por eso Barranco sobresale todavía más, haciendo que Lima se cuele en la lista de ciudades más apetecibles del momento. Aquí van un buen puñado de claves y direcciones que lo confirman.

Isolina. Perú hasta las entrañas

Foto: Isolina

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Perú hasta las entrañas

Desde que abrió en 2015, el restaurante Isolina no se ha bajado de la lista LATAM 50 Best Restaurants. No es un gastronómico ni un sitio fino. Su rollo es, más bien, el de una casa de comidas, de platos populares y recetas criollas olvidadas traídas de vuelta a la actualidad, y servidas en en una casona con encanto levantada en 1906. Tiene todos los ingredientes para no defraudar, a no ser que no guste la casquería, porque la cocina de José del Castillo va de eso, tal y como hacía su madre (ella es Isolina).

iStock-469827006. Anticuchos y picarones

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De la calle al plato

Aquí se subliman dos de los platos callejeros más conocidos del país. El primero son los anticuchos, una brocheta que es una de las tapillas estrella de Lima y uno de los bocados más populares cuando cae la noche en Barranco. Y eso que ligero, ligero no es: corazón de res con otras carnes y vísceras. Son muchos los locales que lo sirven en la carta de las cenas, pero dicen que el que preparan en el restaurante Tio Mario, situado a un lado del célebre puente de los Suspiros, es de los mejores. De postre, un picarón, dulce muy típico callejero, como si fuera un buñuelo con forma de rosquilla y bañado en miel; sencillo, pero realmente delicioso. Para localizarlos, solo hay que dejarse llevar por el olor y disfrutar con el ritual de la fritura con el que lo hacen las ‘picaronas’ en plena calle.

Barranco2. Vuelta a las casonas

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El puente de los suspiros... y los deseos

Dicen que si se pide un deseo y se cruza el puente de los suspiros sin respirar, por primera vez, se cumple. Sobra decir que este pintoresco puente de madera, que ha sido destruido y reconstruido varias veces a lo largo de su historia, es un lugar muy frecuentado por los enamorados -o quienes quieren estarlo- y lugar estratégico para tomar una de las fotos más bonitas del barrio sobre los tejados y azoteas de Barranco. Además de ser fuente de inspiración de una de la canciones más populares del cancionero peruano: La flor de la canela, de la artista Chabuca Granda (quien no la esté tarareando ahora mismo, con la voz de Maria Dolores Pradera, es que es demasiado joven).

Jade Rivera. De mural en mural

Foto: Jade Rivera

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De mural en mural

Además de un modo de reivindicación y una manera de expresar el sentir popular, el street art es todo un atractivo turístico en esta zona de Lima. Y el pasaje Oroya concentra buena parte de las intervenciones; aquí está la famosa escalinata que conduce hasta la playa de Barranco, previo paso por la Bajada de Baños, como se conoce a la calle por la que los pescadores se dirigían hasta el mar. Desde aquí también se ve el puente de los suspiros y algunas de las casonas más coloridas y espectaculares, algunas decadentes, otras en perfecto estado, pero la mayoría reconvertidas en restaurantes y cafés. Un consejo: seguir la ruta que trazan los murales del huancaíno Jade Rivera (cuyas obras se reconocen porque los pájaros son una constante en todas sus intervenciones) para visitar el barrio.

La Feria. El Street Market más local

Foto: La Feria

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El Street Market más local

La moda de los mercados callejeros también ha llegado a Lima, y La Feria es un buen ejemplo. Con la diferencia de que en este market solo hay espacio para el producto local, la creatividad y el arte; algo así como un mercado de diseño independiente y artesano (plantas, cosmética natural, ropa…), con puestos de street food en el ‘patio de la comida’ y hasta la posibilidad de adoptar animales. Y como el entretenimiento es el fin último, cuenta con una programación de actividades y talleres para todos los públicos, muy del rollo para ir con amigos o la familia un domingo por la mañana. De hecho, solo abre los fines de semana. Se reconoce fácilmente por la fachada colonial azul y la euphorbia gigantesca (muy parecida a un cactus, versión árbol) que hay en la puerta de entrada.

Puna. La casa del diseño

Foto: Puna

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La casa del diseño

No está a pie de calle ni tiene grandes ventanales para ver desde fuera lo que se cuece dentro. Puna es tan moderna que está escondida en la primera planta de un viejo rancho. Solo hay que subir las escaleras para encontrar esta tienda-estudio de interiorismo que aúna lo mejorcito del nuevo lifestyle limeño: ropa, tote bags, sillas, libros, alfombras, cojines, cerámica, lámparas, perfumes, plantas, jabones y hasta un corner dedicado a vinilos de psicodelia peruana (Juaneco y su Combo, buen fichaje). Y que nadie se vaya sin llamar a la puerta de al lado: en la misma planta de Puna está El Cacaotal, una iniciativa que está poniendo en valor el chocolate made in Perú, hecho solo con granos de cacao seleccionados. Amanda, su propietaria, se encarga de visitar las haciendas donde se producen y solo se queda con las mejores tabletas para exponerlas en esta tienda con aspecto de biblioteca chocolatera. Y si el sabor es divino -que para eso el chocolate fue la bebida de los dioses-, el diseño del packaging es totalmente adictivo. Resulta imposible elegir uno solo, así que lo mejor es apuntarse a alguna de las catas que organizan regularmente para degustar diferentes chocolates; si está por ahí Felipe, su socio, lo más probable es que la cata acabe maridada con un buen café de especialidad, el otro oro peruano.

Dédalo. El patio más hipster de Barranco

Foto: Dédalo

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El patio más hipster de Barranco

Por fuera, Dédalo parece ‘solo’ una galería de arte, con diferentes salas y habitaciones donde artistas locales exponen sus creaciones (desde tapicerías a cerámicas, joyería o incluso bolsos de piel). No hace falta insistir en que los precios aquí, como sus autores, son de otro nivel. Aunque también hay sitio para la artesanía, muy cuidada y seleccionada. Lo mejor es que, una vez se atraviesan las diferentes salas y habitaciones de Dédalo, se llega a un patio trasero con aire industrial decadente, que esconde desde una barra de smoothies y coctelería, a varios puestos de café y sandwiches healthy. Si hubiera que elegir el rincón más hipster de Barranco, sería este patio.

Colonia Barranco. Colonia (con café)

Foto: Colonia & Co

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Colonia (con café)

Por partes: existe un sitio en Barranco, en la calle San Martín, que combina varios negocios de esos que gustan entre los que disfrutan de las modas más actuales: o lo que es lo mismo, buen brunch y mejor café. Pero de primero, helado artesano: Bosco Mágico es el reclamo desde la puerta de entrada. Quien consiga resistir la tentación y pasar al fondo del local llegará hasta Colonia & Co, un espacio muy de tendencia, como un salón de té romántico e industrial, donde la hora del brunch es casi sagrada. Inconfundibles huevos benedict y french toast (dos clásicos internacionales) que aquí se acompañan de tostadas de palta (como se le conoce al aguacate en Perú), la otra estrella de la gastronomía peruana. Y café de especialidad en la barra de bar donde los tragos se acompañan de cookies y pastel de zanahoria recién hechos. Porque no todo en Perú son ajís de gallina, ceviches y rocotos.

En plan boutique. Casa República, esencia boutique

Foto: Casa República

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Casa República, esencia boutique

Hay muchas opciones para dormir en Barranco, pero la apertura de hoteles boutique comienza a ser llamativa y muy de agradecer, teniendo en cuenta la cantidad de espacios singulares, casonas y palacetes que hay por el barrio. Casa República es un buen ejemplo, construido en una mansión levantada en los años 20 como casa balneario. De hecho, solo tiene 22 habitaciones (14 de ellas en un edificio anexo, construido a imagen y semejanza del original) y se han conservado los pisos originales y el encanto de la época republicana, con un patio interior ajardinado, la fachada señorial y una terraza en la azotea desde la que se ve el mar. Y para que se note que esto es Barranco, todo el hotel está salpicado de obras de artistas peruanos, una constante de todo lo que sucede en este barrio tan singular y tan diferente al resto de Lima.