La Sierra Nevada californiana reúne algunos de los mejores parques naturales de Estados Unidos: Yosemite, Inyo, Sequoia & Kings Canyon, Death Valley... nombres que evocan bosques de árboles gigantes y moles rocosas que son el reto de escaladores de todo el mundo. Hace un siglo John Muir, el gran impulsor de la protección de estos espacios, la definió como «la cordillera de la luz»; hoy, al ver los matices cromáticos que el sol arranca a sus cumbres, se entiende por qué.
Tomando la ciudad de San Francisco como punto de partida, empieza un recorrido que encadena de norte a sur valles surcados por senderos y cubiertos de bosques. A 314 kilómetros se entra en el Parque Nacional Yosemite que, fundado en 1890, es ahora una de las mayores atracciones de Estados Unidos. Sus 3.081 km2 abarcan una serie de valles transversales que merecen, al menos, un día de visita cada uno. Los más populares son el Valle de Yosemite y el que conecta con Tuolumne Meadows, acceso oriental, a través de la panorámica Tioga Road.
Al poco de penetrar en el Valle de Yosemite se ven las primeras secuoyas, los árboles gigantes que han dado fama al parque. Con hasta 100 metros de alto y 9 de diámetro, fueron probablemente una de las razones que decidieron a los indios miwok a darle el nombre de Yosehmihti (lugar sagrado) a la zona. Pero no son el único elemento del parque que destaca por su tamaño: cerca del centro de visitantes se localiza la cascada más alta del país, Yosemite Falls. Es especialmente abrumadora a finales de primavera, cuando el agua del deshielo hace rugir sus 740 metros de caída en dos saltos, Upper y Lower. El largo sendero que conduce hasta el salto más alto regala una vista extraordinaria.
El Valle de Yosemite representa el 1% del parque, pero es el lugar donde permanecen la mayoría de visitantes
Uno de los mayores alicientes de dormir dentro del parque es la posibilidad de presenciar el amanecer y el atardecer. Por la mañana, las montañas se reflejan en las aguas verdes y azules de los lagos; por la tarde, los tonos anaranjados de las rocas se mezclan con los últimos rayos que se filtran entre las ramas. Gracias a miradores dispuestos en puntos estratégicos, es posible contemplar los monumentos naturales más conocidos de Yosemite: Tunnel View, en la carretera del Valle de Yosemite, y Glacier Point, a una hora de éste, se asoman a los gigantes de roca de El Capitan y el Half Dome. Durante las excursiones a pie, a menudo se avistan las diminutas siluetas de los escaladores que avanzan cautelosamente sobre esas paredes de 2.307 y 2.695 metros de altitud respectivamente.
La Tioga Road
El Valle de Yosemite representa el 1% del parque, pero es el lugar donde permanecen la mayoría de visitantes. Para adentrarse en zonas menos concurridas aunque igual de impactantes, basta con conducir una hora hacia el extremo sur del parque y pasar unos días en los bosques de Mariposa Grove, o bien seguir la carretera Tioga Road hasta la zona de Tuolumne Meadows, en el este.
Tuolumne Meadows es también la puerta a la vertiente oriental de la Sierra Nevada. La carretera que sale del parque Yosemite entra a continuación en el Inyo National Forest. Con una superficie de más de 800.000 hectáreas, se extiende hacia el sur y bordea el otro gran parque nacional de este viaje, el Sequoia & Kings Canyon. Sus pinos erizo no son gigantes como las secuoyas pero se cuentan entre los árboles más viejos del planeta (hasta 4.700 años), de ahí seguramente que los indios llamaran a la zona Inyo, «donde vive el gran espíritu».
La principal entrada a este sector de la Sierra Nevada es Mammoth Lakes. Desde esta localidad de aguas termales se pone rumbo a los picos más altos del bosque, en la reserva John Muir Wilderness. A John Muir (1838-1914) se le conoce como el padre de los parques nacionales y fue clave en la preservación de este espacio, al que definió como «un templo al que ningún otro construido por el hombre puede compararse».
Al no existir carreteras que crucen de este a oeste la Sierra Nevada, se deben seguir vías principales, como la autopista que desciende por la vertiente oeste y comunica Yosemite con la ciudad de Fresno, a hora y media de la entrada al Parque Nacional Sequoia & Kings Canyon. Las rojizas secuoyas –las más altas de la cordillera– acaparan todo el protagonismo en la zona de Lodgepole Village mientras que, en el sector de Grant Grove Village, el gran atractivo es la carretera que acompaña el cañón del río Kings a lo largo de 57 kilómetros.

El rey del bosque
Desde el centro de visitantes de Lodgepole se accede a la reserva de secuoyas gigantes Giant Forest (12 km2 de superficie), donde crecen cinco de los diez árboles más voluminosos del planeta. El decano de todos ellos es el General Sherman, una secuoya con 84 metros de altura, tan alta como un rascacielos.
El Giant Forest Museum ofrece una didáctica lección de geología y ecología sobre el terreno a través de paseos guiados entre las secuoyas. Cinco kilómetros al sur, la mole de granito Moro Rock (2.050 m) es el mejor mirador para contemplar esta masa de árboles gigantes, si primero se han subido los 400 escalones que desde 1917 acceden a la cumbre. Al otro lado de los picos que se interponen cuando se dirige la vista hacia el este, el parque Sequoia & Kings Canyon guarda otro de sus monumentos naturales: el monte Whitney (4.417 m), la cima más alta de la Sierra Nevada. Lugar frecuentado por aficionados a la escalada, sus alrededores son también un magnífico campo para senderistas.
El Giant Forest Museum ofrece una didáctica lección de geología y ecología sobre el terreno a través de paseos guiados entre las secuoyas
La diversidad geológica de esta cordillera no deja de sorprender a lo largo del viaje. Apenas cien kilómetros de distancia separan el pico más alto, el Whitney, del lugar más bajo de Norteamérica, el Death Valley o Valle de la Muerte. Situado 86 metros por debajo del nivel del mar, este parque nacional de 480.000 hectáreas forma parte del desierto de Mojave. Está compuesto por dunas de más de 20 metros de altura, lagunas saladas y un campo de cráteres volcánicos. El termómetro en verano sobrepasa los 46 ºC
a la sombra, de ahí que la mejor época para disfrutar de este paisaje extremo sea el invierno o, mejor incluso, la primavera, cuando florecen los cactus y los arbustos espinosos.
El centro de información del parque se localiza en la población de Furnace Creek, un pequeño oasis dotado de infraestructura turística. El Museo del Borax, que explica la explotación de este mineral a finales del siglo XIX, y la lujosa hacienda de Walter Scott (1920) son testimonios de una época en la que el valor de un territorio se medía en función de los tesoros enterrados en su subsuelo. Gracias a John Muir, que cambió aquel concepto por el más duradero valor ecológico, hoy Death Valley es apreciado por la vida que esconden sus paisajes.
A tener en cuenta
Documentación: pasaporte electrónico y formulario Electronic System Travel Authoritation.
Idioma: inglés.
Moneda: dólar.
Diferencia horaria: nueve horas menos.
Entrada a los parques: Hay que pagar un permiso de acceso para cada parque. El abono America the Beautiful permite acceder a varias reservas.
Cómo llegar: Lo más habitual es volar a San Francisco con escala en una ciudad europea (14 horas de trayecto transoceánico) y luego a Fresno, el aeropuerto más próximo a los parques de la Sierra Nevada. La Hgwy 41 (2h30min) comunica Fresno con Yosemite. Otra opción es alquilar un coche en San Francisco y conducir por la Hgwy 580 hasta Yosemite (314 km); también funciona un servicio de tren+bus desde San Francisco: http://espanol.amtrak.com.
Cómo moverse y dormir: Dentro de los parques funcionan autobuses que comunican las distintas áreas. En Yosemite, es gratuito el bus del Valle de Yosemite y el de Tuolumne Meadows. Conviene reservar el alojamiento en lodge o en cámping durante los meses de verano.
Más información:
Web parques naturales de EEUU
Libro recomendado: EE.UU. Oeste. Parques Nacionales. Anaya Trotamundos, 2011.